Mi primer pensamiento una vez termino de asearme es: “tengo que hablar con Reni”.
La pobre debe estar subiéndose por las paredes luego del discurso de nuestro padre ayer en la noche donde nos declaró candidatas a la corona. Sin dudas, tuvo que haber sido todo un shock para ella porque nunca se imaginó que llegaría a estar dentro de esa lucha.
Elián sale de la habitación luego de darme un delicioso beso de despedida, dispuesto a ir a hablar con Betania de sabrá Dios qué cosa y yo decido ir a ver a mi hermana, pero no es necesario pues una vez abro la puerta, sorprendo a Reni con la mano en alto dispuesta a tocar.
—Necesito hablar contigo —dice a penas me ve y sin darme tiempo a reaccionar, entra a la habitación sin siquiera asegurarse de si Elián está.
—Buenos días, hermanita, ¿cómo estás? Yo bien, ¿y tú? Excelente, justo ahora iba a buscarte —digo sarcástica ante su falta de saludo.
—No tengo cabeza para juegos, Xime.
Cierro la puerta entendiendo su posición, no debe ser fácil para ella. Camino hacia la cama y me siento a su lado.
—Imagino que estás en shock, la fiesta anoche fue un desastre.
—¿Un desastre? ¿Estás jodiendo? ¡Fue la mejor fiesta que se ha dado en el palacio! Amo a Joskani, hay que tener mucho valor para hacer lo que hizo. —Frunzo el ceño, pensé que estaría volviéndose loca, ella nunca ha querido formar parte de la lucha por la corona.
—Te imaginaba a punto de un ataque de pánico, pero te veo realmente bien.
—¿Por qué no lo estaría?
—No lo sé, Reni, ¿tal vez porque anoche anunciaron que eres una de las candidatas a reina y nunca has querido eso? —Ella hace un gesto con su mano restándole importancia.
—Ximena, eso es un paripé para poder incluir a Nany, yo no tengo posibilidades de ganar esa cosa, ¿para qué preocuparme entonces?
Buen punto.
—¿Entonces porqué tanto apuro?
Reni se pasa las manos por su cabello bien peinado, gesto para nada normal en ella. Respira profundo varias veces y luego centra su atención en mí. ¿Por qué tengo la sensación de que lo que sea que va a decir no es bueno?
—Estoy enamorada de Lucien.
Shock…
Esa es la palabra que describe la situación actual de mi cerebro. El pobre está haciendo un intento por poner a trabajar mi cuerpo pero se ha quedado paralizado ante esa frase: “Estoy enamorada de Lucien”.
¡Santa madre de Dios!
Me levanto de la cama sin ser capaz de decir nada y camino de un lado al otro de la habitación.
Esto es un desastre, un desastre desastroso…
—¿Estás jugando conmigo, ¿verdad? —Reni niega con la cabeza mientras se muerde el labio.
Con el pánico invadiendo mi cuerpo, me siento a su lado nuevamente.
—¿Lucien?
—Si —responde haciendo un puchero y por el brillo de sus ojos, sé que quiere llorar.
—Disculpa, Reni, cariño, pero necesito saber cómo sucedió, porque lo último que supe es que ustedes se odiaban.
—¡Es que ni yo misma sé cómo sucedió! —grita poniéndose de pie—. Llevo días queriendo decírtelo, pero las cosas en el palacio han sido una locura últimamente y no quería agobiarte con mis problemas, pero Ximena, estoy jodida.
»No lo soporto la mayor parte del tiempo; es un idiota presumido que se cree el ombligo del mundo, pero que cuando lo veo, mi corazón sale corriendo veloz y las mariposas de mi estómago alzan el vuelo.
»Me molesta, me incordia, se la pasa todo el tiempo haciéndome rabiar por pura diversión, pero es divertido, tierno a veces, no tan tonto como da a aparentar. Es un manojo de contradicciones andantes que me desespera y me vuelve completamente loca, pero que cuando me besa, me lleva a un mundo totalmente nuevo.
»Me he vuelto adicta a él, no consigo decirle que no a esa sonrisa sexy y a esos ojitos que unas veces me ven divertidos, burlones y otras como si yo fuera la criatura más hermosa de la tierra. ¡Y me estoy volviendo loca!
Termina su discurso cubriéndose el rostro con las manos y yo no sé ni qué decir ni cómo reaccionar. Solo sé que las cosas en este lugar se están saliendo totalmente de control.
—Dime qué hago —pide volviéndose a sentar a mi lado.
Una lágrima descarriada surca su mejilla y yo la seco con delicadeza.
—Supongo que nos es imposible resistirnos al encanto de los hermanos Días. —Es lo único que consigo decir y por suerte me gano una sonrisita de su parte—. A ver, Reni, me has soltado una bomba demasiado temprano… Estás enamorada de Lucien, ¿y él? ¿Qué siente él por ti?
—No lo sé, nunca lo hemos hablado, pero, creo que sí le gusto. A ver… todo empezó con aquel maldito beso. Se suponía que había sido un error, él me dijo que tenía novia y eso me hizo detestarlo más aún; pero con tu atención prácticamente monopolizada por Elián, empecé a pasar mis tiempos libres sola porque Anita tiene intereses bastante diferentes a los míos, así que me ponía a dibujar en mi bloc.
»Un día el muy idiota llegó y me lo arrebató, estuvo por diez largos minutos criticando mis dibujos, corrigiéndome los errores y yo aguantando callada para que se aburriera y se fuera rápido, pero terminó colmándome la paciencia y le grité que si tanto sabía de dibujo, pues que dibujara él y me dejara en paz.