La mañana siguiente, me desperte con el eco de esa horrible figura y las palabras rondando en mi mente. Miré alrededor, mis ojos adaptándose lentamente a la penumbra de la madrugada. Por la ventana, los primeros rayos de luz apenas comenzaban a filtrarse, indicando que todavía era temprano. Me quedé recostado por unos minutos, tratando de sacudirme el miedo y la confusión, pero el malestar seguía pegado a mí como una sombra.
Necesitaba despejarme, así que me levanté. Aún llevaba mis pijamas, pero no me importaba. Bajaría a la cocina por un vaso de agua. Mientras caminaba por el pasillo en penumbras, el frío del suelo de madera bajo mis pies me ayudaba a centrarme, aunque el recuerdo del sueño seguía revolviendo mis pensamientos. Los escalones crujieron suavemente mientras bajaba, pero la casa estaba tranquila, aún sumida en el silencio de la madrugada.
Cuando llegué a la cocina, no esperaba encontrar a nadie allí. Pero, para mi sorpresa, Yunna estaba de pie junto a la mesa, inclinada sobre unos papeles. La lámpara sobre la mesa proyectaba una luz suave, creando sombras que parecían alargarse y moverse a su alrededor. Me detuve en seco, sin saber qué hacer. No había pensado verla tan temprano en la cocina, especialmene despues de nuestra aventura en la feria.
Yunna levantó la vista de los papeles y me miró directamente. Sentí cómo su mirada me atravesaba. Lo extraño era que llevaba puestos unos lentes negros. ¿Lentes? Era la primera vez que la veia usarlos.
—¿Qué haces despierto tan temprano? —preguntó en su tono usual, que siempre sonaba más como una orden que como una pregunta.
Me quedé congelado por un segundo, sin saber qué decir. La verdad es que no iba a decirle que había tenido una pesadilla con un monstruo. No, eso sería ridículo. Rápidamente inventé algo.
—No podía dormir bien, así que pensé en bajar a tomar un poco de agua, —mentí, mostrando el vaso vacío que había sacado del estante.
Por un momento, Yunna me observó en silencio, como si estuviera decidiendo si creerme o no. Me ponía nervioso cuando hacía eso, como si pudiera leer lo que pensaba. Finalmente, asintió levemente y volvió a concentrarse en los papeles.
—Si quieres, puedes volver a dormir un rato, —dijo sin apartar la vista de los documentos—. O puedes ayudarme a preparar el desayuno. Hoy lo haré yo, en lugar de Rose.
¿Yunna preparando el desayuno? Eso sí que era nuevo. Era algo que siempre dejaba en manos de Rose. Algo no encajaba aquí, pero preferí no darle muchas vueltas. Dormir no parecía una opción atractiva ahora mismo, no después de ese sueño. Tal vez ayudarla me mantendría ocupado.
—Te ayudaré —respondí, un poco más rápido de lo que había planeado.
Yunna apenas asintió, dándome algunas instrucciones simples y directas. Me indicó que sacara los huevos, la leche y algunos vegetales del refrigerador. Mientras lo hacía, no podía evitar que mi mente siguiera dando vueltas. ¿Qué hacía Yunna levantada tan temprano? Y esos lentes… Parecía como si estuviera ocultando algo, aunque eso no me sorprendía. Yunna siempre tenía ese aire de misterio, como si hubiera algo que nunca compartía del todo con los demás.
Mientras colocaba los ingredientes sobre la mesa, mis pensamientos seguían enredados en el monstruo del sueño. Su imagen aún me provocaba escalofríos, pero no podía dejar que eso me distrajera ahora. Tomé aire, intentando concentrarme en lo que Yunna me había pedido.
No pude evitar preguntarle, aunque intenté sonar casual.
—¿Por qué te levantaste tan temprano? —dije mientras le alcanzaba los huevos.
Ella hizo una pausa, apenas perceptible, y luego respondió sin levantar la vista.
—Algunas cosas requieren mi atención antes de que todos despierten —respondió con ese tono seco que hacía que cualquier respuesta pareciera final, sin más explicación.
Algo en esa respuesta me incomodó, pero decidí no presionar. Había algo raro en todo esto, pero tal vez era mejor concentrarme en ayudar con el desayuno. Si me quedaba ocupado, tal vez podría quitarme de la cabeza la sensación de inquietud que el sueño había dejado.
Comencé a ayudar a Yunna con los ingredientes, colocando los huevos, la leche y los vegetales sobre la mesa de la cocina. Mis movimientos eran lentos al principio, aún sintiendo el peso de la mañana en mis hombros. Mientras rompía los huevos en un bol y mezclaba con cuidado, podía ver de reojo a Yunna, quien seguía trabajando de forma meticulosa, sin desperdiciar ningún movimiento. Su rigidez habitual se mantenía incluso en algo tan sencillo como preparar el desayuno.
Cada tanto, ella me lanzaba instrucciones breves. “Pica los vegetales finamente”, decía sin levantar la vista de lo que estaba haciendo, como si todo ya estuviera calculado en su cabeza. Me esforcé por no pensar demasiado en lo rara que se veía con esos lentes oscuros, o en lo que realmente estaba haciendo despierta a esa hora. Me concentré en cortar los ingredientes con precisión, intentando que mis pensamientos sobre el monstruo no volvieran a invadirme.
Después de un rato, Yunna dejó que tomara un descanso, y aproveché para mirar alrededor de la cocina. Mis ojos se detuvieron en el calendario que estaba pegado al refrigerador. Hoy era jueves. Inmediatamente recordé que ayer había prometido ir a casa de Sarah el sábado. ¿Cómo le pediría permiso a Yunna? No estaba seguro de cómo reaccionaría
—Vuelve a tu cuarto y prepárate para el día —La voz de Yunna interrumpio mis pensamientos. Su mirada, detrás de los lentes, era firme.
Asentí rápidamente, dejando los utensilios en la encimera y caminando hacia las escaleras. Mientras subía, mi mente volvió a la promesa que le había hecho a Sarah. ¿Cómo le pediría a Yunna que me dejara ir? No era como si ella fuera especialmente flexible o comprensiva cuando se trataba de cosas que no formaban parte de su plan. Intentaba imaginar cómo abordaría el tema sin recibir un “no” inmediato.
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Editado: 08.11.2024