Capitulo 17: Una Visita Inesperada

El aire en mi habitación se sentía pesado mientras observaba el álbum entre mis manos. La página arrancada era lo único en lo que podía pensar. No recordaba haberlo dejado así, y el hecho de que estuviera en el suelo cuando regresé solo hacía que mi pecho se sintiera más apretado.

Pasé los dedos lentamente por el borde rasgado del papel, sintiendo la aspereza donde antes había estado una foto. No había sido un corte limpio. Los bordes irregulares y desgarrados mostraban que alguien la había tomado con prisa, sin preocuparse por ocultar su ausencia.

Me forcé a pensar racionalmente. Quizás se había soltado por accidente, aunque lo dudaba. El álbum había sobrevivido al accidente con quemaduras, sí, pero la encuadernación seguía intacta. Si las demás páginas seguían firmes en su sitio, ¿por qué solo esa habría desaparecido?

Suspiré y cerré el álbum con cuidado, deslizándolo bajo mi almohada. No tenía sentido quedarme sentado solo con mis dudas. No me iba a ser hacerlo, pero si quería respuestas, lo mejor que podía hacer era preguntar. Tal vez Rose sabría algo sobre esto... O al menos eso esperaba.

Aunque el tiempo se me paso más lento de lo normal, finalmente llego la hora de cenar. Esta pasó en una extraña normalidad, aunque mi mente seguía atrapada en el álbum. Keila parecía mucho mejor, aunque hablaba poco y solo asentía cuando Sabrina le preguntaba si quería más comida. Rose la ayudaba a terminar su plato, mientras Lance intentaba animarla con comentarios que no parecían surtir el efecto deseado.

Yo apenas toqué mi comida. Movía los cubiertos por el plato más por costumbre que por hambre, escuchando a medias la conversación entre Yunna y Lance. Parecía que ella seguía molesta por su presencia, aunque mantenía su tono neutral.

A medida que la cena llegaba a su fin y los demás se retiraban, sentí que esta era mi mejor oportunidad. Rose, como siempre, se quedó recogiendo los platos con la misma calma con la que hacía todo. Me acerqué con cierta duda, frotando mis palmas contra mis pantalones para limpiar el sudor en ellas antes de hablar.

—Hummm... Rose…

Ella levantó la mirada de la mesa y me sonrió como siempre.

—¿Sí? ¿Qué pasa, Davinder?

Tragué saliva, preguntándome si mi pregunta sonaría demasiado extraña.

—¿Tú tomaste mi álbum de fotos?

Rose frunció el ceño ligeramente, su expresión reflejando confusión.

—¿Tu álbum? No… ¿Por qué lo dices?

Mordí el interior de mi mejilla antes de contestar.

—Lo encontré tirado en el suelo cuando subí a mi habitación. Estoy seguro de que lo guardé antes de salir.

Rose dejó el trapo con el que limpiaba sobre la mesa y se cruzó de brazos, pensativa.

—Bueno... Pasé por tu habitación cuando limpié y dejé tu ropa, pero no toqué nada más.

Mi estómago se revolvió con una sensación incómoda.

—Entonces… ¿nadie más entró?

Rose negó con la cabeza.

—No que yo sepa. Keila no salió de su cuarto hasta hace un rato, y Lance le estuvo haciendole compañía en todo momento.

Su respuesta no me tranquilizó en lo absoluto. Si nadie había entrado a mi habitación, entonces… ¿cómo terminó el álbum en el suelo? ¿Y quién se llevó la foto?

El silencio entre nosotros se prolongó un poco más de la cuenta. Rose me observaba con un aire de preocupación, aunque no dijo nada más.

—Gracias, Rose… —murmuré finalmente.

Ella asintió con suavidad y su sonrisa volvió, aunque esta vez fue más ligera, más cautelosa.

—Si encuentro algo raro, te avisaré. Pero no te preocupes demasiado, ¿sí?

No respondí. Solo asentí antes de darme la vuelta y subir las escaleras.

Mi habitación me recibió con su habitual quietud, aunque ahora se sentía… diferente. Casi como si algo invisible se hubiera colado en ella sin que me diera cuenta. Me senté en el borde de la cama, sosteniendo el álbum en mis manos mientras la luz tenue de la lámpara iluminaba la habitación con un brillo cálido. Mi cuerpo pedía descanso, pero mi mente no me dejaba en paz. Suspiré, colocando el álbum con cuidado sobre la mesita de noche antes de levantarme lentamente. Me quité los zapatos con movimientos mecánicos y los dejé junto a la cama, luego me acerqué al pequeño armario para sacar mi pijama. La rutina era la misma de siempre: cambiarme de ropa, doblarla para dejarla en el cesto de ropa sucia y cepillarme el cabello rápidamente antes de apagar la luz. Todo lo hacía casi en automático, como si mi cuerpo estuviera funcionando por inercia mientras mi mente seguía enredada en preguntas sin respuesta.

Me metí bajo las sábanas, buscando el calor de la manta mientras acomodaba la almohada arriba de mi cabeza. Cerré los ojos, esperando que el cansancio hiciera su trabajo y me arrastrara al sueño. Pero no fue así. En la oscuridad, mi mente seguía trayendo la imagen de la página arrancada, de los bordes quemados del álbum, del vacío que había quedado en su lugar. ¿Quién lo había tomado? ¿Por qué? ¿Qué tan importante podía ser una foto lo suficientemente dañada como para que alguien la quisiera? Me giré de lado, buscando una posición más cómoda, pero la inquietud no me dejaba. Me quedé mirando el techo en la penumbra, escuchando el sonido lejano del viento contra la ventana. No sabía cuánto tiempo pasó, solo que en algún momento, sin darme cuenta, el agotamiento finalmente me venció.

A la mañana siguiente, el sonido lejano de pasos y el tintineo de cubiertos en la cocina me hicieron abrir los ojos. La luz del día entraba por la ventana con un resplandor suave, pero en lugar de sentirme descansado, mi cuerpo se sentía igual de pesado que cuando me acosté. Me tallé los ojos con las palmas de las manos antes de incorporarme lentamente. Sentía como si apenas hubiera dormido, como si el sueño solo hubiera sido una pausa momentánea en mi agotamiento. Me levanté con pesadez y busqué mi ropa para el día, vistiéndome con movimientos lentos mientras mi mente seguía atrapada en la misma idea. ¿Habría alguna manera de descubrir quién tomó la foto? ¿O simplemente se quedaría como otro misterio más, sumándose a la lista de preguntas sin respuesta en mi vida?