Epílogo.

6 años después.  

     Los gritos de los pequeños Saya y Milo se escuchan por toda la casa mientras Lucían los corre por detrás fingiendo ser un perro mientras Aron los espera con los brazos abiertos a modo de refugió. Nuestros pequeños mellizos corren a los brazos de Aron gritando.  

-¡Papá! ¡Papá Lucían es un perro!  

     Yo me río de su inocencia mientras mi madre se para junto a mi.  

-Estoy orgullosa de ti cariño, al final lograste formar tu propia familia y debo decirte que es realmente hermosa.  

-Gracias mamá pero te lo debo a ti.  

-Oye pequeña roja ¿De qué hablas con mi suegra?  

-¡Lucían! No olvides que es suegra de los dos.  

-No lo olvido hermano, tu tranquilo y atiende a nuestros hijos que tengo que hablar con nuestra chica.  

-Lucían no lo pelees.  

--Lo que tú órdenes amor.  

     En ese momento la puerta principal se abrió y entro Richard cargado con bolsas repletas de regalos y algo me decía que eran para Saya y Milo.  

-¡Abuelo! Llegaste. 

     Saya era una pequeña con el pelo rojo como el atardecer y ojos celestes mientras que Milo había sacado el cabello y ojos de sus padres. Aron se nos unió a Lucían y a mí para rodearme con sus brazos él también, mi madre fue al encuentro de su esposo. Nosotros los observamos alegremente mientras pensábamos en su futuro.  

<<Solo espero que nuestros hijos también sean libres de amar como ellos desean amar sin miedo a las sanciones de la sociedad. Ya que vida solo tenemos una y debemos disfrutarla entonces ¿Cómo lo haces si constantemente estás preocupado por los prejuicios de la sociedad? ¿Cómo disfrutar de la vida si por el mero hecho de ver el amor desde un punto de vista diferente te sentencian? Solo espero que a nuestros hijos nos les importe el que dirán y amén de verdad como ellos deseen y no por lo que le impongan los demás.>>