Capítulo 1
La tarde se deslizaba con un aire de inminente confusión en el patio del instituto. En medio de risas y murmullos, dos estudiantes se enfrentaban en una pelea que parecía sacada de una telenovela adolescente. Alejandro y Bruno se empujaban y gritaban entre sí, cada puñetazo y empujón cargado de una pasión que iba más allá de un simple altercado escolar. Todo había comenzado por una chica enigmática, a quien ambos afirmaban amar; se decía por todos los rincones del instituto que ella salía en secreto con los dos, alimentando la chispa de una disputa que parecía imposible de detener.
A cierta distancia, un grupo de compañeros observaba la escena con evidente diversión y burla. Entre ellos, Hana destacaba por su risa estridente y comentarios mordaces.
-¡Qué espectáculo! -exclamó Hana, con una mezcla de sorpresa y diversión en la voz-. Se están peleando solo para ver quién se queda con una chica!
Sentada en una banca junto a sus amigos Izan y Niko, Hana disfrutaba cada segundo del alboroto. Niko, con esa actitud directa que siempre lo caracterizaba, replicó sin dudar:
-Esos chicos no hacen nada más que pelear por atención femenina. No pueden soportar la idea de que no tengan dignidad Hasta parecen lo que hace carteles, que dice "quieres ser mi novia?" Y encima en público esa gente da vergüenza ajena está por respirar.
Izan, siempre el pensador del grupo, se inclinó hacia ellos y comentó con un tono más reflexivo:
-Tal vez no se trate simplemente de atención. Quizás, en el fondo, estos chicos están dispuestos a luchar por lo que creen es amor, por algo que les sobrepasa.
La observación de Izan fue recibida con carcajadas y burlas. Hana y Niko se miraron y, entre risas, se burlaron de su comentario.
-¡Ay, Izan, siempre tan cursi! -se mofó Hana mientras imitaba un discurso exagerado, como si recitara un poema de amor interminable-. Si te quedas a ver, seguro te da un ataque de sentimentalismo.
La situación en el patio no pasaba desapercibida para nadie. Algunos ya murmuraban que el escándalo del día se transformaría en noticia en la edición del diario escolar, donde cada detalle de la disputa, y de las supuestas citas secretas, se analizaría hasta el último suspiro. El rumor de que la chica en cuestión salía con ambos había calado hondo, avivando los ánimos y haciendo que el enfrentamiento se viera amplificado por el incesante murmullo de los curiosos.
Justo en ese instante, la campana del instituto resonó con un timbre inconfundible, anunciando el final de la clase y, para algunos, el inicio de una nueva etapa en la jornada. Sin pensarlo mucho, la muchedumbre se dispersó, y los involucrados en la pelea se quedaron atrás, aún sumidos en la violencia de su altercado.
Mientras tanto, Hana, Niko e Izan se dirigieron apresuradamente al club de fotografía, lugar que frecuentaban para escapar del bullicio del instituto y capturar instantes que parecían suspendidos en el tiempo. En el trayecto, Niko y Hana no paraban de intercambiar comentarios, ya planeando la primicia que llenarían las páginas del diario escolar.
-Imagina el titular -dijo Niko con una sonrisa astuta-: "Entre besos prohibidos y puñetazos, el amor se vuelve escándalo".
Hana se rió y replicó:
-Seguro que este chisme hará que todos hablen del asunto durante semanas!
Con el eco de las risas y el rumor del escándalo aún resonando en sus oídos, el trío cruzó los pasillos del instituto, rumbo al refugio del club.
Al llegar al club de fotografía, Hana, Niko e Izan se encontraron con una presencia inesperada. Frente a ellos, con los brazos cruzados y una expresión severa, estaba Emilia, una de las representantes del Consejo estudiantil. Su postura y mirada afilada dejaban claro que no estaba allí para hacerles una visita amistosa.
-Así que aquí están -dijo Emilia con tono frío, mirando a los tres con desaprobación-. ¿Saben por qué estoy aquí?
Hana, que nunca perdía la oportunidad de hacer un comentario mordaz, sonrió con descaro.
-¿Porque nos admiras en secreto y quieres unirte a nuestro club?
Niko se rió por lo bajo, pero la mirada asesina de Emilia los silenció en un instante.
-No jueguen conmigo -continuó, su voz cargada de autoridad-. Ya nos enteramos de que han estado usando su beneficio como encargados de noticias para subir la reputación de la escuela... o al menos, eso es lo que deberían estar haciendo.
Los tres intercambiaron miradas, sin entender del todo a qué se refería. Emilia suspiró con fastidio y sacó unos papeles doblados de su bolsillo, agitándolos en el aire.
-En lugar de mejorar la imagen de la escuela, han estado publicando chismes, rumores y escándalos que han bajado la reputación del instituto. ¿Saben que en las otras escuelas cercanas nos están llamando "el circo estudiantil"?
Hana frunció el ceño.
-Bueno, no es nuestra culpa que los estudiantes de aquí sean un desastre andante...
-¡Exacto! -secundó Niko-. Nosotros solo escribimos lo que realmente pasa. Si ellos deciden hacer escándalos, no es nuestro problema.
Emilia golpeó la mesa con la palma abierta, haciendo que los tres dieran un respingo.
-¡Basta! No quiero excusas. La junta estudiantil ha decidido que, como castigo, tienen que encontrar una historia positiva, algo inspirador, algo que haga que nuestra escuela recupere su imagen.
-¿Qué? -exclamó Izan, con el rostro pálido.
-Tienen hasta el final de las vacaciones de verano para hacerlo -continuó Emilia sin inmutarse-. Y no quiero ver más chismes baratos en el diario escolar. Quiero algo que conmueva, que haga que la gente vea esta escuela con respeto. ¿Lo entendieron?
Antes de que pudieran protestar, Emilia les lanzó una última mirada amenazante y se marchó del club, dejando a los tres en un incómodo silencio.
Durante unos segundos, nadie dijo nada. Luego, Hana suspiró, cruzándose de brazos con fastidio.
-Qué estupidez. No es nuestra culpa que los estudiantes sean una mierda de personas.