Las últimas Notas

Capítulo 6

Capítulo 6

El resplandor azul de la pantalla iluminaba la habitación en penumbras. La única fuente de luz provenía del monitor de la computadora, reflejándose en los envases de comida rápida esparcidos sobre el escritorio. Latas de refresco vacías y envolturas de dulces formaban un pequeño caos alrededor del teclado. Las cortinas estaban completamente cerradas, bloqueando cualquier rastro de luz exterior.

Un cursor parpadeaba en la pantalla, esperando.

Con un movimiento lento y casi automático, la persona frente a la computadora hizo clic en un archivo de video.

La grabación comenzó.

En la imagen granulada se veía un grupo de adolescentes en lo que parecía ser una sala de ensayo. Un chico de cabello negro y ojos marrones estaba de pie frente a la cámara, con una expresión decidida pero nerviosa.

—¡Bienvenidos al club de música! Yo soy Aki—

Se detuvo, frunció el ceño y suspiró.

—No, no, espera. Lo haré bien esta vez.

Las risas de los demás llenaron la habitación. Una voz detrás de la cámara, divertida, lo animó.

—¡Vamos, Akira, tú puedes!

El chico resopló, se pasó una mano por el cabello y tomó aire.

—¡Bienvenidos al club de música! Yo soy Akira.

La cámara se movió, enfocando a otro chico de cabello negro desordenado y ojos rosados, que tenía una guitarra en el regazo.

—Yo soy Meru —dijo con una sonrisa—.¡¡Espero que se diviertan con nosotros!!

La grabación continuó con más presentaciones y risas, pero la persona que miraba el video dejó de prestarle atención. Sus ojos se quedaron fijos en la imagen de Akira y Meru en la pantalla, congelados en el tiempo.

Soltó un suspiro y movió el cursor con lentitud. Abrió otra ventana, esta vez de una red social.

Un post reciente captó su atención:

"Buscando fans de The Hollow Chords. ¿Alguien sabe algo de la banda o su paradero? Cualquier información es bienvenida."

La publicación tenía pocos comentarios, pero cada uno era un eco de la misma incertidumbre: "No hay información desde hace años", "Desaparecieron sin dejar rastro", "Yo solía seguirlos, pero después de 2015 no supe más de ellos."

La persona deslizó la pantalla, leyendo cada respuesta con el ceño fruncido.

Apoyó un codo sobre el escritorio y se pasó una mano por el rostro.

Después de tanto tiempo, ¿por qué alguien buscaba a la banda ahora?..

[En otro lugar.
Escuela]

Hana llegó a la escuela con la energía de siempre, como si jamás hubiera estado enferma. Caminaba con confianza, dando zancadas exageradas mientras tarareaba una canción en voz baja.

Pero algo la detuvo en seco.

Frunció el ceño cuando vio a Niko e Izan más juntos de lo normal. No era raro verlos charlando, pero ahora parecían compartir un secreto. Se lanzaban miradas cómplices, sonreían de forma extraña y… espera un momento.

Hana entrecerró los ojos y, sin previo aviso, se plantó frente a ellos con los brazos cruzados.

—A ver… —dijo, ladeando la cabeza—. ¿Qué demonios pasó cuando no estaba?

Izan miró a Niko de reojo, y Niko suspiró como si ya hubiera esperado esa reacción.

—Nada importante.

—¡Mentira! —Hana señaló a Niko con el dedo, con una expresión de detective—. ¡Los vi con mis propios ojos! Están más pegados que chicles en zapato nuevo. ¿Qué hicieron? ¿Se confesaron en mi ausencia? ¿Hicieron un pacto de sangre? ¿Se casaron en secreto?

—¡Nada de eso! —se quejó Niko, mientras Izan se llevaba una mano a la boca para no reírse.

—Fuimos a la sala de archivos —explicó Izan—, pero… se cortó la luz.

Hana parpadeó.

—Ajá. ¿Y qué más?

Niko se rascó la nuca.

—Izan casi se muere del susto.

—¡Hey! —Izan lo codeó, pero sin negar nada.

Hana lo miró con los ojos entrecerrados, como si analizara cada pequeño gesto.

—O sea… ¿estabas llorando y abrazado a Niko?

Izan rodó los ojos.

—No lloré.

—Pero te abrazaste a él.

—Eso… es relativo.

—Jajajaja, ¡se agarraron de la mano como si fueran pollitos perdidos! —Hana se burló, llevándose una mano a la barriga de tanto reír.

Niko resopló, cruzándose de brazos.

—No exageres.

Izan, con su vena dramática activada, alzó las manos y comenzó a narrar con emoción.

—¡Pero es que tú no viste! La oscuridad, el silencio absoluto, y de la nada… una figura apareció en la puerta.

—Ohhh, ¿y quién era? —preguntó Hana con sarcasmo.

—Emilia —dijo Izan con tono fúnebre.

—¡PUAJ! —Hana se estremeció como si le hubieran echado agua fría—. ¡Esa bruja!

—Sí, nos regañó por estar ahí —añadió Niko—. Pero lo peor fue su aparición de película de terror.

—Maldita bruja desgraciada… —murmuró Hana con rencor.

—¿Bruja, dices? Qué interesante.

Hana sintió un escalofrío.

Niko e Izan se pusieron rígidos al notar la sombra que se cernía sobre ellos.

Lentamente, muy lentamente, Hana giró la cabeza.

Ahí estaba Emilia. De pie, con su expresión fría y su postura impecable.

—Oh… —Hana soltó una risita nerviosa—. ¡No lo decía en mal plan! Era un cumplido, sí, eso… como bruja poderosa, ya sabes, como… como esas que vuelan en escobas y hacen hechizos…

—Qué lindo intento de excusa —dijo Emilia sin cambiar su tono monótono.

Hana sintió que sudaba frío.

—Bueno… chicos, creo que nos llaman por allá. ¡Corramos!

—¿Quién nos llama? —preguntó Izan.

—¡Nosotros mismos! —Hana no dio más explicaciones y los agarró a ambos de las muñecas, jalándolos con fuerza.

—¡Hey, hey, hey! —protestó Niko, casi tropezando.

—¡Al menos avisa antes de arrastrarnos como costales de arroz! —se quejó Izan.

Emilia los vio alejarse sin inmutarse.

Solo cuando estuvieron lejos, bajó la mirada hacia el lazo rojo que sostenía en su mano.

Un lazo que pertenecía a Hana.

Lo sostuvo por un momento, observándolo con detenimiento.



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En el texto hay: tristeza, misterio amistad, bl juvenil

Editado: 26.03.2025

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