Estaba tan acostumbrado a que Haydee fuera y viniera como le daba la gana-sin importarle en lo más mínimo lo que él pudiera opinar o sentir- que reaccionó con escepticismo a la llamada de una extraña que le informaba con la voz quebrada que esta vez definitivamente no volvería.
El ataúd, la misa, el llanto, las flores... sin duda todo eso era real, pero una parte de él seguía esperando que le enviara un mensaje de texto o que apareciera en su escuela sin anunciarse.
Esperó un día, dos, tres… una semana, dos... un mes, otro...pero ella no regresó y acabó por hacerse a la idea de que no lo haría, que la mujer que amaba realmente se había convertido en ese cadaver de belleza odiosa que fue abandonado tres metros bajo tierra mientras él contemplaba el espectáculo surrealista sin tener idea de qué hacer o cómo sentirse en esa situación tan absurda.
Sus recuerdos de aquel evento eran confusos, algunos detalles insignificantes quedaron grabados con perfecta fidelidad en su memoria, otros estaban borrosos. Por ejemplo, no sería capaz de reconocer a la madre de su novia si volviera a verla, pero recordaba a la perfección el tono desesperado con el que se lamentaba cada que alguien se acercaba a darle el pésame y podría hacer una réplica exacta del anillo y las pulseras de oro que llevaba en su mano izquierda, seguramente porque no pudo evitar notar que no había olvidado enjoyarse incluso para el entierro de su única hija.
No fue ahí para despedirse ni para que lo vieran llorar, simplemente necesitaba verlo con sus propios ojos para intentar creer algo que no tenía ningún sentido, pero no funcionó, incluso después de ver cómo el ataúd que contenía su cuerpo vació era cubierto por tierra y el llanto de los presentes, le parecía imposible que Haydee hubiera muerto, aceptar que no volvería a verla nunca era una locura, como si de pronto tuviera que convencerse de que el cielo sobre su cabeza había sido color magneta todos estos años.
Así pues, desistió y se alejó del resto de los dolientes para acercarse a la salida, pero a medio camino fue interceptado por la mujer que le había informado por teléfono de lo sucedido y la hora y el lugar de esa última despedida.
-Tengo algo para ti y creo que deberíamos hablar, ¿Tienes un minuto?
Le dijo una joven más o menos de su edad, que se había presentado como Mónica, prima de Haydee, cuando hablaron por teléfono.
Asintió. Después de todo no se le ocurría nada que tuviera que hacer ese día, ni los subsecuentes, para ser sinceros.
-Esto es tuyo.
Dijo tendiendole una libreta forrada con recortes de revista y notas escritas a mano por diferentes autores, él incluido.
No, no era suya, pero la reconocía perfectamente, así que la tomó mientras interrogaba a Mónica con la mirada.
-Mi prima me pidió que te la entregara,dijo que eso y este collar-explicó, mostrándole la joya que llevaba al cuello- eran lo único que tenía que valía la pena heredar, que donara sus libros y me deshiciera de todo lo demás.
Respondió a su silenciosa pregunta.
Esa muerte había sido una tragedia completamente imprevista, así que una sonrisa amarga apareció en su rostro mientras se preguntaba en qué momento se le ocurrió a una joven de 20 años dejar instrucciones sobre el manejo que había de hacerse de sus posesiones después de su muerte.
Pensaba murmurar un “Gracias” y continuar su camino, pero había algo que lo molestaba desde hacía un rato y no pudo resistirse a la oportunidad de saciar su curiosidad enfermiza.
-¿Dónde está Axl?
La joven sonrió, como si intentara decir “Estaba esperando esa pregunta”
-Él...no va a venir, no sabe que Hayde murió.
-¿Olvidaste decirle a tu novio que su mejor amiga había muerto?
Preguntó Daniel, levantando una ceja.
¿Cómo era posible que se tomara la molestia de informarle a un desconocido y omitiera decirle algo así a su novio? La relación entre Haydee y Axl siempre incomodó a Mónica, pero esta vez claramente había ido demasiado lejos, incluso alguien obsesivo y retorcido como él podía verlo.
-No, desde luego que no lo olvidé- Respondió con un tono de voz completamente ácido como reacción ante su sarcasmo- mi prima no quería que se lo dijera.
Y le tendió una hoja, probablemente arrancada de la libreta que él tenía en sus manos, como prueba.