[Treinta]

Hasta el final- Il Volo

Marido y mujer
[30]

NATALIE

6 meses después

Me observo al espejo aun sin poder creérmelo ¡Hoy me voy a casar! Una sonrisa queda plantada en mi cara al observar el vestido blanco que llevo puesto.

Es ajustado, corte sirena con escote de corazón, se ciñe a todas mis curvas realzando mi figura. Mi vista baja hasta detenerse en mi vientre el cual ya está algo abultado debido a mis cuatro meses de embarazo. Estamos esperando a nuestra primera hija: Gabriella.

Por el espejo observo a mi hermana Grace, la que termina de colocarme el velo para por fin irnos a la iglesia en donde se oficiara la ceremonia.

─ Estoy muy feliz por ti Nat ─Grace por fin dice palabra─ nadie más que tú se lo merece por todo lo que has tenido que pasar, además semejante bombón el que te conseguiste.

Me rio por su ultimo comentario.

─Anda, déjate de tonterías que llegaremos tarde Grace

Ella asiente, y ayudada por ella y mi madre bajamos las escaleras. Al llegar al último  peldaño diviso a mi padre, quien me sonríe ampliamente. Me ofrece su brazo para ayudarme a bajar.

─Estas más hermosa que nunca cariño, Ernesto es un hombre afortunado.

─ Yo soy el afortunado papá, el lego a cambiar mi vida y a mejorarla.

Del brazo de mi padre llego hasta la limosina que espera fuera de la casona italiana. Así es. Nos casaremos en una Iglesia cercana a la villa de Ernesto,  es un lugar precioso, así que Ernesto se encargó de traer a mis padres desde Chicago después de darles la noticia.

Una vez dentro, el auto empieza a avanzar y yo me desconecto del mundo. Todos los recuerdos desde el inicio de nuestra historia empiezan a llegar a mi mente: La primera vez que nos vimos, nuestro primer beso,  pintando una sonrisa en mi rostro.

El corazón comienza a latir más fuerte a medida que nos acercamos a la Iglesia. El vehículo se detiene, Tamara, quien se encuentra afuera abre la puerta ayudándome a bajar.

─Ernesto ya está adentro, esperando por ti.

Asiento, segundos después siento a mi padre a mi lado ofreciéndome su brazo y anclada a el empiezo a caminar hacia la entrada. Las dulces notas de un violín inundan mis oídos a medida que nos acercamos.

Al observar al frente mi mirada se encuentra con la de Ernesto. Mi sonrisa se hace mas grande, nuestros ojos son como imanes que no pueden separarse. Por fin llego a su lado y antes de comenzar mi padre le dedica unas palabras a Ernesto.

─Te entrego a mi diamante más preciado, sé que sabrás cuidarlo como se debe, solo te pido que la hagas feliz el resto de su vida.

Ernesto asiente antes de tomar mi mano para dar inicio a la ceremonia.

El sacerdote da inicio con unas bellas palabras que gracias a el tiempo que he estado en Italia he logrado entender. Por fin llega el momento de decir nuestros votos.

─ Natalie, te lo dije en el momento en que te pedí que fueras mi esposa y hoy frente a todas las personas que amamos te lo vuelvo a repetir. Desde el momento en que nuestras miradas se cruzaron supe que habías llegado a mi vida a cambiarla completamente. Y no me equivoque, me has llenado de amor, dicha y felicidad y hoy te juro que daré todo de mi para regresártelo. Te protegeré a ti y a nuestros hijos de todo. Te amo y jamás dejare de agradecerle a la vida de haberte puesto en mi camino.

─ Ernesto, llegaste a mí en el momento que más te necesitaba aun sin saberlo, me enseñaste que es posible volver a confiar en el amor y eso es algo que jamás dejare de agradecerte. Me apoyaste en las buenas y en las malas y hoy te prometo que te hare feliz por el resto de nuestras vidas. Te amo y te amare hasta mi último suspiro.

─Los declaro marido y mujer.

Me acerco a mi ahora esposo para por fin unir nuestros labios. La sala se llena de aplausos y vítores. Tomados de la mano salimos del lugar para por fin empezar nuestra nueva vida.

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