Lazos

Capítulo 5: La sombra del tribunal

Lucy estaba sentada a la mesa de la cocina, con las manos apretando con fuerza la taza de café y los ojos clavados en el cielo gris y pesado que se veía por la ventana. Hoy, Victoria había vuelto a exponer descaradamente la identidad de Amy en los medios de comunicación y había tenido el descaro de decir que Amy era hija biológica de Carter. Aún más escandaloso, ella comenzó a cuestionar la capacidad de Lucy para cuidar adecuadamente a una niña con una herencia. Dios sabe que esta batalla de opiniones ha dejado el negocio de la floristería en mal estado, y el humor de Lucy ──acabada──es como tragarse un bocado de cuchillas de afeitar.

──No deberías haberla dejado hacerlo. La voz de Carter llegó desde la puerta, su tono grave teñido de pólvora, sus ojos barriendo a Lucy, afilados como cuchillos.

Lucy lo miró con ojos cansados. ──No tuve elección, Carter. Ya ha ido demasiado lejos.

──¿Qué vas a hacer entonces? Carter entró, sus emociones claramente sacando lo mejor de él, su voz no era tan fría como había sido antes, reemplazada por la ansiedad.

Lucy respiró hondo y se quedó mirando la taza de café que tenía en la mano, intentando calmarse. Los dedos se apretaron alrededor de la taza, los nudillos se blanquearon, como si pudiera usarla para contener el volcán de su corazón. ──No puedo sentarme y esperar. No hay forma de que Victoria pueda controlarme, controlar a Amy, así otra vez.

Carter no dijo nada, y hubo silencio durante unos segundos. Se volvió hacia la ventana y miró la llovizna. Estaba casi tan desordenada como su corazón. ──Sé que la odias, Lucy. Pero no puedes dejar que esta guerra de opinión pública suya te destroce. Amy te necesita.

Las palabras de alguna manera hicieron que el corazón de Lucy se hundiera con fuerza. En el fondo sabía que él tenía razón, pero cada vez que los ojos de Carter la miraban así, ese profundo sentimiento de impotencia le oprimía el pecho como una roca.

──Lucy, no tienes que cargar con ello tú sola. La voz grave de Carter llevaba un poco de imperceptible firmeza.

Lucy levantó la vista y las comisuras de sus labios se crisparon ligeramente. ──Para ti es fácil decirlo. ¿Crees que puedes entenderme? ¿Puedes entender cómo se siente Amy? Su voz tembló ligeramente, insegura de si estaba enfadada o triste.

Carter frunció el ceño, comprendiendo claramente que Lucy estaba al borde de un arrebato emocional, pero en lugar de replicar, simplemente se acercó a ella y permaneció un momento en silencio. Luego extendió la mano como si fuera a hacer algo, y finalmente se detuvo ──No, ahora no, ahora no.

──Es mi hija. Carter finalmente habló, con voz cansada. ──Sé que he hecho cosas en el pasado que te han decepcionado, pero tienes que saber que no tenía muchas opciones. Victoria no nos dejará ir fácilmente, y Amy será su próximo objetivo.

Lucy no respondió, solo volvió a bajar la cabeza y miró por la ventana las gotas de lluvia. ──Lo sé. En el fondo sabía que las palabras de Carter eran ciertas, pero su corazón se sentía como si lo hubieran pisoteado con fuerza. Tenía miedo de perder el control de Amy, miedo de estar atada al pasado de Carter.

De repente, el silencio fue roto por un golpe seco en la puerta. Lucy se levantó de golpe, con el corazón acelerado. ──Amy. gimió, sintiendo una oleada de pánico.

La puerta se abrió de golpe y Megan se plantó en el umbral, con la ansiedad reflejada en el rostro. ──Lucy, Carter, Amy se ha ido. Su voz tenía un claro tono de pánico. ──Se ha escapado de casa.

Lucy tuvo el corazón en la garganta durante una fracción de segundo, y el rostro de Carter se volvió más sombrío que el aguacero que caía por la ventana. Sin apenas vacilar, se dieron la vuelta y corrieron hacia el garaje, subieron al coche y salieron a toda velocidad hacia la calle.

Fuera, la tormenta arreciaba y las calles estaban llenas de humedad. Lucy agarraba el volante con tanta fuerza que apenas podía ver la carretera. Su interior era un revoltijo de ansiedad y miedo. El silencio sepulcral junto a Carter era como una gran roca que pesara sobre su pecho.

El coche se detuvo finalmente a la entrada de un callejón aislado. Lucy apenas podía creer lo que veían sus ojos: Amy estaba agazapada frente al edificio abandonado de la esquina, con las manos en las rodillas, su figura tan frágil como un pájaro de papel deshecho por el viento.

Lucy se apresuró a salir del coche de inmediato, corriendo hacia ella como una maníaca fuera de control. Carter la siguió, con paso un poco vacilante, como si no estuviera seguro de si debía avanzar.

Lucy se detuvo frente a Amy, a dos pasos de distancia. ──Amy, no tengas miedo, mamá está aquí.

Amy levanta la vista, con lágrimas y confusión en los ojos. ──I... Ya no quiero estar en esa casa. ¿Qué puedo hacer? ¿Por qué ha cambiado todo? ¿He hecho algo malo?

Lucy se arrodilló y le acarició suavemente el pelo; su gesto era suave pero firme. ──No, Amy, no te equivocas. Somos los adultos los que nos equivocamos. Su voz era baja, pero tenía una fuerza innegable.

Carter se apartó, con los ojos complicados, y lentamente se acercó a Amy y se agachó. ──Tenías razón, Amy. Fui yo quien no te hizo sentir segura. Su voz era grave, con una pizca de dolor. ──Eres mi hija y te protegeré, aunque todo el mundo esté en contra.

Amy lo miró sin comprender, con confusión en los ojos. Lucy la estrechó entre sus brazos, sintiendo que su cuerpo temblaba ligeramente. ──Siempre hemos estado aquí, nunca nos iremos. Susurró, incapaz de contener las lágrimas que resbalaban por su rostro.

Los tres permanecieron en silencio bajo la lluvia, que humedecía las puntas del pelo de Lucy y empapaba poco a poco su ropa. Aun así, la distancia entre ellos parecía más corta: sin palabras, sólo la presencia del otro.

De vuelta en el coche, Lucy seguía cogida de la mano de Amy, y la mirada de Carter era oscura y silenciosa. El sonido de las gotas de lluvia golpeando fuera de la ventana del coche parecía hablar de la inquietud y el cansancio en sus corazones.



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En el texto hay: multimillonario, madre soltera

Editado: 10.01.2025

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