Lazos De Sangre 1. El destino

Capítulo 02.

Por la mañana Lissa se había comprometido en hacer un genial desayuno, quise hablarle sobre lo ocurrido en la noche, sin embargo mi intención no era quedar como una loca delante de ella. Su expresión al verme fue muy divertida, sabía perfectamente que mi rostro lucio demacrado, seguía sin dormir bien, tan solo logre dormir unas 2 o 3 horas como máximo y eso me estaba alterando.

Tal vez debía aumentar la dosis de medicamentos.

Observé la porcelana con dulces panqueques en frente de mí. Giré emocionada hacia mi amiga.

─ ¡Panqueques! ─Alboroté. Lissa soltó un carcajeo para luego fruncir sus hombros alzando un poco el cuchillo repleto de mermelada de fresa.

─ Sin embargo no son nada en comparación a tus panqueques. ─Bufa con frustración. ─Aún no conozco tu secreto, y soy tu mejor amiga ¡Infamia!

Rebané un trozo de panqueque con el cubierto y lo transporté a mis labios. Deliciosos, podría pasar la eternidad con su gustillo en mi boca.

─Nunca sabrás mi secreto. ─Le dije haciéndola rodar los ojos. Lo que ella no tenía ni idea era que no existía tal secreto. ─Uhm. ─Paladeé el sabor mezclado de la masa con la mermelada. ─ ¡Deliciosos! ─Lissa se alabó entusiasmada. ─ Te daré un 8.5/10.

─Mucho mejor que la última vez. Me siento orgullosa de mi misma. 
─Palmeó su hombro haciéndome reír.

─ ¿Qué quieres hacer hoy, terrón de azúcar? ─Recargó los codos en la isla.

Introduje otro pedazo en mi boca. 
No había deliberado en que haría durante este tiempo. Ya había transcurrido 1 año desde el suceso y no había hecho más que llorar y quedarme estática en un dolor hermético que germinaba en mi pecho. Mi desconsuelo por su ausencia no curaría tan pronto.

─No lo sé, Lissa. ─Suspiré. La observé y distinguí el leve puchero que sobresalió de su labio inferior. Ella quería salir, estaba segura de eso y no quería impedir que se divirtiera por tenerla a mi lado, Lissa es el tipo de chica que basaría su vida en festejos y cosas desequilibradas, así es ella, por esa razón Thea y ella se llevaban tan bien, eran almas gemelas. ─Se adonde deseas ir. Pero aun no estoy lista, ese lugar me trae memorias de Thea, no podría disfrutar ni hacerte disfrutar si tengo recuerdos en mí cabeza. ─El pequeño y agradable bar en donde Thea, Lissa y yo pasábamos algunas noches era unos de los más penetrantes recuerdos de mi prima.

Aquella noche del accidente habíamos ideado nuestra fuga perfecta para aquel lugar. Claramente, nada salió a lo previsto. ─Pero me odiaría si hiciese que estuvieras aquí sin disfrutar.

─No importa, Ad. Me puedo quedar aquí, no tengo ningún problema con...

Le impedí que siguiera hablando. ─No quiero peros ni evasivas, quiero que vayas. Además. ─Esquine una sonrisa divertida. ─Ethan podría estar esperando por ti.

Mordisqueó su labio pretendiendo aguantar una sonrisa. ─ ¿Crees que sí?

─Asentí. ─Eres toda una manipuladora, Adelaine.

Me encogí de hombros. ─Quiero que vayas a tu casa y te pongas más guapa de lo que ya eres.

Chilló pegando pequeños saltos. Sin responderme subió con rapidez hasta mi habitación para luego volver a bajar de la misma manera, pero esta vez un poco más organizada y con su pequeño bolso entre las manos.

─Te llamare si pasa algo. ─Meneo sus cejas.

Hice un mohín de asco. ─No quiero detalles de tu inmoral sexo. Otra vez no, por favor.

Salió de mi vista soltando una carcajada, seguido de un adiós el cual estaba segura que toda la cuadra había oído.

El sol se escondió, la luz empezaba hacerse cada vez más escasa. Amaba estar entre la oscuridad, algo en ella me traía un poco de paz y tranquilidad, el silencio y la oscuridad se habían convertido en mis compañeras. Recosté mi cuerpo en el satisfactorio sillón de la antecámara mientras observaba las caricaturas en la televisión por cable, mis parpados comenzaban a cerrarse y mis bostezos cada vez se hacían más. El sueño me estaba derrochando lentamente hasta que mis ojos se cerraron y mi mente se apagó por completo.

─Adelaine.

─Despierta, linda Adelaine.

Entreabrí un poco mis ojos, pretendiendo adaptar mi vista a la oscuridad que envolvía la habitación. Eleve un poco mi vista observando la silueta de pie en la pequeña esquina. Atemorizada me coloqué de pie con rapidez.

─ ¿Quién está ahí? ─Pregunte a la nada elevando un poco mi voz tembleque.

─Hola, Adelaine. ─Danzó de la oscuridad haciéndome retroceder.

Esa voz, esa ronca voz que alzaba los vellos de mis brazos, era la propia voz de mi sueño pasado. ─No tienes que retroceder, no escaparas a ningún lado. ─La luz de la luna me dejo observar un poco el rostro de aquella escalofriante voz. Su piel seguía tan cadavérica de cómo lo recordaba, esta vez su cabello no iba peinado, estaba desordenado, como si hubiese pasado una mano por este, el escarlata de sus ojos resplandecía con fuerza. Era como un león acechando su presa.

─No me tengas miedo.

Restauré mi postura. ─No te tengo miedo. ─Solté con rapidez. Lo percibí sonreír de medio lado, mi pecho se comprimo, algo nuevo en mí se había activado, correspondía tenerle miedo a este hombre que surgía en mis sueños, pero no era así. Me sentía, serena y en familiaridad. Arrugué el ceño con desconcierto e interés ¿Por qué me sentía de este modo? ─ ¿Quién eres? ¿Por qué sales en mis sueños? 
Carcajeó un poco para dar unos pasos hacía mí, aun había distancia entre uno y otro, deseaba concluir con esa distancia.

─Indagadora, valerosa y preciosa, Adelaine. ─Paladeo mi nombre.

─Podría responder a tus preguntas, pero yo tampoco estoy seguro de saberlas. ─Se acercó un poco más, hasta que nuestros cuerpos se veían divididos en unos pequeños centímetros de distancia. Subí mi vista debido a su altura hasta dar con sus amenazadores ojos rojizos. ─Pero hay algo que si se.

Rebajó su cabeza un poco y con sus dedos aíslo el cabello sobre mi hombro. Hundió su rostro en mi nuca haciéndome perder el aliento, me estaba olfateando y aquel acto me gustaba. Algo en mi estaba mal, pensé en rechazarlo y apartarme, pero estaba convencida que sería en vano, los aires que difundía el entorno de este hombre vociferaban peligro a los 4 vientos.




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