Ibby.
Recuesto mi cuerpo contra la pared e inhalo en busca de aire.
Lloro en silencio por ser tan débil. Y observó mis manos sucias y manchadas de sangre.
Antes anhelaba ser normal, ahora anhelo algo que posiblemente jamás ocurra.
Pierdo la noción del tiempo.
Estar aquí se siente como una eternidad y soy consciente de que llevo semanas encerrada.
Tengo miedo.
Mi único enemigo aquí dentro es mi propia mente.
Estoy hecha un desastre y ellos sólo me permiten bañarme una vez a la semana. Mi piel se encuentra grasienta y mi cabello se enreda entre mis dedos.
Doy asco.
Lucho contra la inconsciencia.
Temo cerrar los ojos y no despertar. Mis guardias son peligrosos. Y desde que me amenazaron con destrozarme me cuesta bajar la guardia. Incluso a pesar de que prometieron no hacerme daño si cooperaba.
Mi mente sólo piensa en Rose.
La extraño demasiado y se que debe estar como loca buscandome. Ella jamás me dejaría sola. Siempre ha estado allí para mi. Me he vuelto tan dependiente de ella que llega a ser absurdo. Se luchar, se defenderme, pero tengo miedo.
Miedo de no poder volver a verla.
Tengo miedo de sufrir.
Tiemblo de sólo pensarlo.
Ya he perdido todo lo que alguna vez ame. No quiero perderla a ella.
Siento el nudo en mi estómago al escuchar pasos acercarse a mi. Y me acurruco más contra mi cuerpo. Envolviendo mis brazos por mis piernas.
Me hago la dormida para que no me molesten.
Mi piel suda al oir como la puerta de mi celda está siendo abierta. Escucho pasos sigilosos acercarse a mi. Como si temiera mi reacción.
—Se que estas despierta.
No me muevo.
A pesar de que reconozco esa voz. Es el único que no me trata como una mierda aquí.
—Dejame en paz —Susurro.
Mi cuerpos se pone rígido al sentir su mano fría contra la piel de mi hombro, a pesar de llevar puesta una manga larga.
Sus dedos ágiles aprietan mi piel sin llegar a hacerme daño y voltea mi cuerpo con cuidado a pesar de que pongo un poco de resistencia.
—Por favor, si alguien te ve poniendo resistencia llamarán a mi padre y será peor.
Abro los ojos lentamente hasta toparme con dos pares dorados. Es el hijo del alfa. Reconozco por el color de sus ojos. Los Lycans comunes sólo tienen dos pozos negros en vez de irises.
Él joven frente a mi tiene esas joyas ámbar que hacen que me ponga nerviosa al instante.
Es guapo.
Tanto como para engañar a su presa, pero a mi siempre me enseñaron a desconfiar de ellos.
Ningún Lycan es de fiar.
Son salvajes e impulsivos.
Quiero gritarle que más le da si me pasa algo, pero me contengo.
Soy una cazadora.
Mi sangre es poderosa. Mi belleza es mi arma.
Imploro en silencio que funcione.
—¿Qué más te da si me pasa algo?
—Cuestiono.
Sus lindos ojos ambarinos me miran detenidamente sin decir nada.
Lo sedusco con los ojos.
Nadie nunca a podido resistirse a mi.
Un jodido Lycan no será la excepción.
Soy bella, soy inteligente, fuí entrenada para escapar de los peores lugares. Necesito cobrar fuerza para eso, así tenga que fingir colaborar en todo lo que pidan.
No más la Ibby que llora por todo.
Soy fuerte como Rose.
Puedo ser igual de letal que ella.
—¿Por qué debería de creerte?
—Pregunto—. Me tienes semanas encerrada aquí sin decirme por qué.
—Pronto lo sabras. Sólo coopera, por favor.
—¿Quieren matarme? —Inquiero—¿Quieren acabar con mi familia?
Gruñe con fuerza en mi dirección. Me quedo quieta al instante.
Bastardo.
El se inclina hasta estar a centímetros de mi rostro.
—Solo quiero que vivas —Dice—. Pero para eso debes responder a todo lo que mi padre te diga.
Ira pura, recorre por mi sangre.
No me creo que sólo quieran hablar. Ellos buscan algo más.
—¿Por qué debería creer en ti, Tayler? Me engañaste por meses
—Gruño en su direccion—. ¿Tienes idea de lo que te hará Rose al enterarse?
Sonrío al imaginarmelo.
Rose no perdona.
Es tan orgullosa como su padre, incluso peor. Si se entera de que él es uno de ellos no dudaría en matarlo.
Conociendola, debe estar quemando toda la ciudad en mi busqueda.
Se que no me abandonará.
Lo único que debo hacer es esperar por ella.
Resistir a lo que sea que tienen planeado para mi.
Sólo espero que sea pronto.
—Sí te quisiera muerta créeme que ya no estarías aquí —Responde engreido—. Con respecto a lo otro...
se que tu prima es capaz de todo por ti, también se que es demasiado impulsiva como para charlar con uno de los míos.
Observo como su manzana de adan de mueve. Se encuentra muy nervioso.
—No todos somos unos monstruos
—Veo que susurra—. Al menos yo no lo soy.
Me niego a creele.
No cuando me tienen encerrada como un animal. No seré tan tonta en caer en su juego nuevamente.
—Ella te matara —Musito—. No te perdonará si algo me llega a pasar.
Y es cierto, ella siempre se entera de todo.
Unirá el rompecabezas y aniquilara toda la manada si es posible.
—Creo que estas poniendo a tu prima en un pedestal ¿no te parece?
Su sonrisa es amarga.
Me molesta que hable así de ella cuando ni siquiera la conoce.
—¿Y tu eres el bueno?
Suelta una carcajada. Pero puedo notar que carece de humor en ella.
Veo como sus ojos adquieren un brillo peligroso.
Tayler abre la boca para decir algo. Y de inmediato se que sea lo que sea que quiera decirme no me gustara para nada.
Se inclina más ante mi.
Mis piernas tiemblan al sentirlo tan cerca. No puedo evitar recordar como se sienten aquellos labios gruesos sobre mi piel. Pero este hombre frente a mi no es el chico que conocí en la escuela.
La persona frente a mi es otra.
—Dime Ibby, ¿De verdad crees que Rose es la heroína del cuento? Porqué si es así te aseguro de que no tienes ni la más remota idea de lo que está pasando. O bueno, lo que pasará.