Prologo

Puedo recordarlo.

Sus ojos de un color ámbar verdoso, su cabello chocolate y su perfil perfectamente marcado.

Recuerdo ese brillo en sus ojos que aparecía cada vez que estaba por hacer alguna travesura.

Su sonrisa, su maldita sonrisa, siempre me sacaba de quicios.

Tal vez debí recordar que el me rompió el corazón.

Que me trato como basura.

O simplemente, debí de haber recordado que por su culpa, yo acepte la propuesta de mis padres...

Escucho pasos detrás de mí, no volteo, sé que se trata de Meg, quien ha hecho los papeles de mi intercambio.

Una carpeta de un intenso color rojo cae frente mis ojos, mi madre estira su mano para agarrarla.

—Es para Analise—Dice Meg.

Miro a mi madre y asiento. Toma la carpeta en sus manos para luego dármela

—¿Qué es esto?—Pregunto, mi voz sale ronca.

—Tienes mucha información ahí—Habla Meg.— Lugares que visitar, información sobre la familia, escuela y algunos alumnos cercanos a la familia, también

Asiento levemente.

—La leeré en el avión— Digo. Las yemas de mis dedos recorren la carpeta, se siente áspera al tacto.

—Tu vuelo sale mañana por la mañana— Anuncia Meg. Estuve a punto de decirle que ya lo sabía, pero ella siguió hablando.—Ya sabes todo lo que debes saber, An. Ahora solo queda disfrutar y no desaprobar ninguna materia allá— Dijo eso último acompañado de una risita.

Sonrió hacia ella.

Estoy nerviosa.

¿Y si el viaje no es lo que espero? ¿Y si resulta que sí es una mala idea volver?

Suspiro.

—¿Paso algo, hija?—La voz de mi madre inunda la habitación.

Niego.

—Solo estoy nerviosa.

Y quizás, solo quizás. Arrepentida de hacer esto.

Sólo espero, que mi mala suerte no se haga presente este año ya entrante.

Mañana, 22 de diciembre, viajare casi trece horas, hasta mi destino: Nueva York.