CUATRO
UNA LEGIÓN SE ARRODILLA
GRIS
SI NOXUS ARDE.
"No existe Gloria en la guerra".
Capellán Odorothon.
Recuperó la vista, y gracias a ello desapareció la grotesca sensación de impotencia. Semejante emoción representaba un anatema para Vhadin, y sintió un cosquilleo en la piel como el producido por las patas de un millar de insectos.
Los guerreros con armaduras negras y con la insignia de la Legión trifanaria rodeaban a la figura de su señor, y empuñaban unas lanzas de diseño extraño que manejaban con una facilidad fruto de la práctica. Tenían la misma corpulencia que la "Mano de Noxus", altos y fornidos, capaces de aniquilar ejércitos enteros, y ningún Noxiano podía dejar de reconocerlos como la legión más temida en toda la Capital de Noxus.
Swain se acercó hacia Astorath, y estudio el destrozado cuerpo del Señor de los Portadores de la Verdad y contemplo la desgracia en la que habían convertido el cuerpo de aquel poderoso guerrero.
Astorath lo miraba con seriedad, y no dejaba de apartar los ojos grises de la implacable mirada de Swain.
Astorath tenía los ojos abiertos de par en par, y no dejaba de mirar al representante de la “Vision de Noxus” con un cierto aire de hostilidad. Y estaban ahí, frente a frente, como si estuvieran desafiándose con la mirada. De manera inmediata Swain se dio la vuelta e hizo con gesto con la cabeza a la figura enmascarada que se encontraba hacia unos 5 metros de distancia.
La figura enmascarada asintió y un pulso rielo en el ambiente.
Astorath se tambaleo, se hizo para atrás intentando no tropezar, ni caerse de espaldas, y al final se sostuvo con el mango de su martillo y se mantuvo firme a pesar de las terribles heridas que lo embargaban. El Señor de los Portadores de la verdad escupió sangre, inhalo y exhalo, como si estuviera realmente agitado y cansado, y lucho con cada parte de su desgarrado para no caer al suelo.
—¿Vaya? Veo que aun tienes fuerzas para seguir en pie, a pesar de las terribles heridas que recorren todo tu desgastado cuerpo; almenos es algo que debo admirar.
Vhadin, que se encontraba a solo unos metros de distancia apretó los puños lleno de rabia, y frustración. Deseaba que su señor diera una orden, deseaba que pasara algo, pero no ocurrió nada; Astorath no contestaba; estaba totalmente callado dirigiendo la mirada hacia un punto distante. Entonces escucho aquellas palabras, aquellas palabras que marcarían su destino por toda la eternidad.
—Ahora..... De rodillas.
"¿Cómo?" Pensó Vhadin que había escuchado con claridad la retumbante vos de Swain como un trueno que se imponía sobre su señor. "¿Que ya no lo han mancillado lo suficiente?".
Vhadin quería cerrar los ojos, no quería ver aquella escena, apretaba los dientes e intentaba no pensar en ello, pero no podía, no era capaz de cerrar los ojos y despegar su mirada de aquella realidad, aquel acto de crueldad era digna de un tirano y cada parte de Vhadin le decía que tenía que actuar e impedir lo que sucedía a su alrededor pero no pudo hacer nada. Entonces lo vio, y lo unico que pudo hacer fue apretar los dientes, mientras observaba como su señor se inclinaba ante un rey que no lo merecía.
— ¡Esto es inaceptable! — Rugió Vhadin, dejando que una parte que desconocía de él, saliera a la luz. — ¿Que ya no lo han humillado lo suficiente? Mi gente, mi compañía, mi legión...— Dio un barrido con el brazo y señalo a toda la gigantesca legión que se habia reunido en las ruinas de Cartage. — Todos y cada uno de ellos han luchado por Noxus, han sangrado por Noxus, nunca hemos cuestionado, nunca hemos dudado, los hubiéramos seguido hasta el mismísimo infierno. ¿Porque humillar más a nuestro señor? Ya lo han castigado, lo suficiente.
Darius se adelantó unos pasos más adelante, y se paró delante del Portador de la Verdad.
— Tu valentía al intentar confrontarnos en una situación así es sin duda algo de valorar, incluso diría que es algo suicida. Sin embargo, te estas exponiendo demasiado. Podría matarte aquí mismo y nadie....
— No este tan seguro de lo que va a decir, Mano de Noxus.
De manera tan repentina e inmediata, el capellán Odorothon se hizo presente, y se puso al lado del Capitán Vhadin; el Capitán de la décima compañía giro sin saber en qué instante o momento Odorothon se había colocado a su lado. Aquel acto de rebeldía exigía un castigo; Odorothon y Vhadin lo sabían, y se estaban preparando para una contienda dura y alargada, mas allá, como a unos metros de distancia, las fuerzas del Capitán de la Séptima y de la segunda se preparaban, para un combate que estallaría en cualquier momento.
Darius, la Mano de Noxus, y uno de los señores de la Legión Trifanaria, ya había desenfundado su hacha, y se estaba preparando para una batalla que marcaría el destino de toda la gran expansión. El ambiente se tensó aún más, cuando los legionarios pertenecientes a Astorath desenfundaron sus martillos de guerra y recitaron el Vide Cordeum, la consagración que ungía a un legionario que iba a entrar en combate.