League of Leguends: Semilla De La TraiciÓn

Capitulo V

LOS VIEJOS MÉTODOS

EL ALIMENTO DEL ALMA

NUEVOS OJOS

 "La muerte es un castigo, para otros un regalo, y para muchos un favor."

Palabra de Mordekaiser.

Se la llamó la Última Guerra con aquella tremenda arrogancia que tan sólo se encontraba en los corazones de los auténticos ignorantes.

La Última Guerra, el conflicto que acabaría con todos los conflictos.

—Lo recuerdo —murmuró Nemmeton—. Recuerdo todos y cada uno de los días y de las noches que luchamos mientras Cartage ardía a nuestro alrededor, y la antigua creencia a un ser que conocíamos como Rey Brujo se desvanecía de nuestros conocimientos.
—Seis años. —La sonrisa de Astorath estaba cargada de tristeza, y no apartó la mirada del suelo de mármol de su cámara de meditación—. Seis largos años de guerra civil. Toda una isla destrozada en nombre de una lealtad que no era digna de merecerse.
Nemmeton, padre adoptivo de Astorath y consejero en el círculo interno de la legión, se pasó la lengua por los afilados incisivos superiores. La única iluminación de la cámara la proporcionaban las velas, y el olor asfixiante del incienso quemado que cargaba el ambiente de la estancia.
—Pero vencimos —dijo el Comandante superior.
Nemmeton se encontraba sentado frente a su señor e hijo, y llevaba puesta la túnica gris propia de la casta sacerdotal de Cartage. Sin su armadura tenía el mismo aspecto con el que Astorath siempre lo había conocido. Su cuerpo era casi esquelético, pero mantenía una mirada feroz en los ojos.
Astorath no llevaba nada puesto aparte de sus pantalones de tejido basto, lo que dejaba a la vista su torso enorme que parecía andrógino por su esbeltez. Varias marcas rituales con la forma de runas antiguas y viejas lo embargaban, esas runas le daban poder, el poder de triplicar su velocidad a niveles increíbles, y de ellas brotaba con fuerza la sangre, mientras que otras cicatrices provocadas por quemaduras habían quedado cubiertas de costras que habían sido ocasionadas en Cartage cuando los tres señores de Noxus lo habían castigado. Los verdugones provocados por los latigazos le cubrían los hombros, y las marcas, al sobreponerse unas sobre otras.
Orodothon, estaba sentado con su señor y su comandante en el suelo. Iba vestido con la túnica negra propia de los capellanes de la legión. Le costaba respirar debido a la sangre de Astorath, esta saturaba el aire. Aquel olor salado y poderoso casi lo aturdía. Los Señores de las legiones no sufrían heridas en la guerra. Era una blasfemia que alguno de ellos llegara a sangrar.
—Sí —respondió Astorath mientras se rascaba la barba incipiente que le cubría la mandíbula—. Vencimos. Vencimos y, al hacerlo, extendimos la verdadera lealtad por toda nuestra Isla. —Se pasó la lengua por los labios—. Y mira dónde nos encontramos después de aquella gloriosa victoria. No somos señores de nada. Somos los señores de la única legión que le ha fallado a Noxus, y que nos hayan dejado vivos es más que una humillación.
—Mi señor…..
—Habla, Odorothon, tus consejos siempre me han traído ánimo.
Odorothon asintió.
—Siempre nos enseñaste a decir la verdad aunque nos temblara la voz.
Astorath alzó la mirada y la sombra de una sonrisa asomó a las comisuras de sus labios agrietados cuando se fijó en la expresión inquebrantable del capellán.
—¿Y eso es lo que hemos hecho?
Odorothon le respondió de inmediato y sin dudarlo.
—Los Miembros de la Trifarix son dioses —declaró Odorothon—. Hemos llevado esa verdad a las islas que hemos conquistado y la hemos sembrado a todo lo largo y ancho del Imperio. No deberíamos sentirnos avergonzados de cómo actuamos en el pasado. No deberíais sentir vergüenza, mi señor.
El Señor de los Portadores de la Verdad se pasó el dorso de una mano por la frente. El gesto limpió parte de la ceniza que la cubría y dejó a la vista su blanca piel. Habían salido de Cartage hacía menos de una semana, y Astorath se había cubierto con la ceniza procedente de su propia isla; cada día desde ese momento. Sus ojos, habitualmente pintados con kohl, mostraban un aspecto todavía más oscuro de lo corriente debido al agotamiento, y los mantenía entrecerrados por la carga que le suponía el oprobio que había sufrido. Aquel sencillo gesto de la mano era lo más parecido que ninguno de los dos guerreros le había visto hacer desde la humillación que había recibido en Cartage.
—Todo comenzó en Cartage, y hemos vivido en el error desde entonces —dijo Astorath—. Las visiones que tuve sobre la llegada de los Señores de Noxus. Las batallas de la Última Guerra. Todo comenzó con la creencia en que las divinidades se merecían un culto, una veneración, simplemente porque eran divinidades, reyes. —Se rió sin humor—. Incluso ahora me duele pensar en la fe al rey Brujo que destruimos para hacer sitio a nuestras actuales creencias.
—Mi señor —le respondió Odorothon con la mirada arrobada fija en los ojos de su señor—. Nos encontramos al borde de la destrucción. La legión… ha visto destruida su fe. Los capellanes se mantienen firmes y estoicos, pero se ven asediados por guerreros que acuden a ellos llenos de dudas. Y al haberos perdido, sin vuestra luz guiadora, los que empuñan el crozius no tienen respuestas para los de armadura gris.
Astorath parpadeó, y de las pestañas se desprendió una diminuta lluvia de partículas de polvo que se posaron en su regazo.
—No tengo respuestas para los capellanes —replicó.
—Quizás sea así —aceptó Odorothon—. Sin embargo, seguís sumido en el arrepentimiento. Sacad inspiración del pasado y utilizadla para darle forma al futuro. No dejéis que os someta la vergüenza.
Astorath soltó un bufido, aunque no había maldad ni desprecio alguno en su expresión.
—¿Ahora citas mis propios escritos, Odorothon?
—Siguen siendo ciertos —le contestó el capellán.
—Piensas demasiado en Cartage. —Los ojos de Nemmeton refulgieron bajo la luz de las velas. A Odorothon le dio la impresión de que el primer comandante general se encontraba desesperado de un modo sutil, secreto. En la mirada del anciano se veía el fulgor de una necesidad insaciable, inagotable, de algo que lo carcomía por dentro.
«Qué poco digno»




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