JAMES
Con una extraña sensación en el pecho salí de la cafetería tras nuestra intensa conversación. La luz del sol iluminaba el campus, y aunque me sentía renovado, también había una inquietud en mí. Habíamos hablado sobre nuestras vidas, nuestros deseos, y ahora todo lo que quedaba por hacer era tomar decisiones.
Decidí dar un paseo por el campus para ordenar mis pensamientos. Mientras caminaba, la imagen de Adara seguía apareciendo en mi mente, su risa y la intensidad de su mirada se repetían constantemente. Era una mujer impresionante, con una pasión por la historia que iluminaba sus palabras. Pero la realidad era que nuestras circunstancias no eran sencillas.
Una vez que llegué a mi oficina, me encontré con mi colega Mary, quien había sido un apoyo en los momentos difíciles. Tenía una habilidad especial para leer mis emociones, y en cuanto me vio, su expresión cambió.
—¿Qué te pasa, James? Te veo pensativo —cerró la puerta de la oficina detrás de ella.
—Nada que no pueda manejar. Solo reflexionando sobre algunas cosas —murmure despreocupado evitando decirle la verdad.
—Vamos, no me engañes. Te conozco demasiado bien. ¿Es sobre esa profesora de historia? —inquirió, arqueando una ceja. No pude evitar sonreír. Mary era muy perspicaz.
—Sí, en parte. Su nombre es Adara, y ha estado ocupando mis pensamientos últimamente —admití, notando que hablar de ella era más liberador de lo que pensaba.
—¿Y qué tal es? —se sentó frente a mi cruzándose de brazos. —Me parece que hay algo más que solo una conexión profesional.
—Es difícil de explicar. La siento diferente. Pero hay muchas complicaciones
—¿Complicaciones? ¿Cómo qué? —insistió, claramente intrigada.
Suspiré, tratando de encontrar las palabras correctas. Las emociones estaban a flor de piel, y no quería dar la impresión de que me estaba quejando.
—Ella está casada, y eso complica las cosas. No quiero ser la causa de problemas en su vida —en ese momento el peso de la culpa comenzó a aparecer..
—A veces, las cosas complicadas pueden resultar en lo más hermoso. Pero también debes ser honesto contigo mismo. ¿Realmente quieres seguir adelante con esto? —su pregunta me dejó pensativo.
No había estado dispuesto a pensar en ello con claridad. ¿Realmente quería abrirme a algo que podría volverse doloroso?
—No sé. Me atrae, me inspira, pero también siento que podría estar dañando a alguien más.
—Es un dilema complicado, pero lo más importante es cómo te hace sentir a ti. La vida es corta, James. No puedes dejar que el miedo dicte tus decisiones —aconsejó dándome una perspectiva nueva.
Sus palabras calaron hondo en mí. La vida era, efectivamente, demasiado corta. Y aunque había tomado decisiones en el pasado que me llevaron por caminos equivocados, no podía dejar que el miedo a lo desconocido me detuviera.
—Gracias, Mary. Necesitaba escuchar eso.
Después de nuestra conversación, volví a casa sintiéndome renovado. Esa noche, no podía dejar de pensar en lo que había dicho Mary. La vida era demasiado corta para ser conformista. Estaba claro que necesitaba tener otra conversación con Adara, esta vez sobre lo que realmente significaba para ambos.
Al llegar a casa, Jordan, mi hermano, ya estaba en la sala trabajando en su laptop. La luz del monitor iluminaba su rostro, y al verme entrar, levantó la vista.
—Hola, ¿cómo te fue hoy?
—Bien, tuve una reunión con unos colegas, y con alguien más. —me miró enarcando una ceja.
—Genial. Yo estoy casi terminado con esto. Hay un montón de cosas que necesito entregar para la próxima semana —señaló la laptop, —cuando termine aquí tendrás que contarme más de esa nueva chica. —solté una sonora carcajada, él me conocía perfectamente.
Esa noche, cuando finalmente me fui a la cama, no pude evitar pensar en lo que le había dicho a Mary y cómo se relacionaba con mi situación con Adara. La idea de arriesgarme era aterradora, pero también liberadora. Sabía que tenía que hablar con ella, y hacerlo pronto.
El domingo, me desperté con determinación y le envié un mensaje a Adara.
"¿Te gustaría salir a caminar hoy? Hay algo de lo que me gustaría hablar". Al enviarlo, la incertidumbre me invadió, pero también había un rayo de esperanza.
La respuesta llegó más rápido de lo que esperaba. "Claro, me encantaría. ¿A qué hora te va bien?" Mi corazón dio un vuelco. Sabía que esta conversación podría cambiarlo todo.
Nos encontramos en el parque cerca de la universidad. El aire estaba fresco, y la luz del sol iluminaba todo a nuestro alrededor, dándole al lugar un brillo especial. Al verla acercarse, me sentí incapaz de controlar mi sonrisa.
—Hola, James —saludó, con un brillo en los ojos que me llenó de energía.
—Hola, Adara. Gracias por venir —No pude evitar aquel gesto, me levanté del lugar en el que estaba y la abrace con fuerza, aunque sorprendida correspondió el gesto. —Vamos.
Comenzamos a caminar, y mientras avanzábamos por el sendero, la conversación fluía de manera natural. Hablamos sobre trivialidades, pero la carga emocional entre nosotros era evidente.