Lecciones del Corazón.

9.

ADARA

La semana había transcurrido con un vaivén de emociones. Había pasado mucho tiempo desde que sentí una conexión real con Travis, y aunque nuestra conversación en el café había sido un primer paso, las sombras de la rutina seguían acechando en cada rincón de nuestra vida juntos.

Por otro lado, no podía dejar de pensar en James, en las conversaciones que habíamos compartido y en la chispa que había encendido algo en mí que creía perdido.

El sábado por la mañana, decidí dar un paseo por el parque, buscando claridad. La luz del sol filtrándose entre los árboles creaba un ambiente cálido, y el aire fresco llenaba mis pulmones. Caminé despacio, disfrutando del sonido de las hojas crujientes bajo mis pies. Sabía que tenía que enfrentar mis sentimientos, pero no sabía por dónde empezar.

Mientras caminaba, recordé la cena que había planeado con Travis. Tenía que ser una noche especial, una oportunidad para abrir un diálogo honesto y sincero. Pero a medida que se acercaba el día, me sentía más ansiosa. ¿Podría realmente hablar con él sobre lo que estaba sintiendo?

Al llegar a un banco, decidí sentarme y tomar un momento para reflexionar. Saqué mi teléfono y miré las fotos de los últimos años. Eran recuerdos de viajes, fiestas y momentos felices con Travis. Pero también había una ausencia en muchas de esas imágenes. La felicidad parecía superficial, como si estuviéramos sonriendo para la cámara sin realmente vernos el uno al otro.

En ese momento, decidí enviarle un mensaje a James. No estaba segura de por qué, pero había una necesidad de hablar con él.

“Hola, James. ¿Te gustaría salir a caminar hoy? Necesito hablar contigo.” Después de enviarlo, sentí un leve temblor en mi estómago. ¿Era lo correcto? ¿Era justo para Travis?

Poco segundos después recibí su respuesta. “Claro, me encantaría. ¿Dónde nos vemos?” La emoción me recorrió, pero también la culpa. Me pregunté si esto era el primer paso hacia algo más complicado.

Decidí que el parque era el lugar perfecto, ya estaba en el lugar, solo era cuestión de esperarlo llegar. Tenía que aclarar mis pensamientos antes de la cena con Travis.

Un rato más tarde vi a James llegar apresurado a donde me encontraba, al verme me regaló una sonrisa que iluminó el lugar, y mi corazón dio un vuelco.

—Hola, Adara. Me alegra que hayamos decidido vernos.

—Hola, James. Gracias por venir —respondí, sintiendo que el peso de la conversación comenzaba a asentarse sobre mis hombros.

Comenzamos a caminar, y el silencio que se estableció entre nosotros estaba cargado de significado. Finalmente, me atreví a romperlo.

—He estado pensando mucho últimamente. Sobre todo lo que hemos hablado —dije, mirando al frente mientras trataba de reunir mis pensamientos.

—Yo también. La verdad es que no puedo dejar de pensar en ti —admitió, aquellas simples palabras hicieron que mi corazón se acelerara, pero también sentí un nudo en el estómago.

—James, hay algo que necesito decirte. Mi vida no es sencilla. Estoy casada y, aunque he tenido mis problemas con Travis, no quiero que esto se convierta en un triángulo complicado. —él se detuvo y me miró fijamente a los ojos.

—Lo entiendo, pero no puedo ignorar lo que siento por ti. No puedo seguir ocultándolo. Hay algo especial entre nosotros, y no creo que sea justo ni para ti ni para mí ignorarlo.

—Siento lo mismo, pero tengo miedo. Miedo de lo que eso significaría. Travis y yo hemos estado juntos tanto tiempo. A veces siento que él es un buen hombre, pero… —mis palabras se desvanecieron en el aire.

—A veces el amor no es suficiente. ¿No sientes que hay algo más profundo que eso? —preguntó intentando sonar tranquilo, pero podía notar en su tono de voz que no lo estaba.

—Sí, pero me aterra la idea de hacerle daño a Travis. No quiero ser la causa de su sufrimiento. —Mis lágrimas amenazaron con salir, pero me contuve. No quería que esto se volviera un momento de debilidad.

—Adara, tú no eres responsable de cómo se sienta él. Tienes derecho a ser feliz, al igual que él.

—No puedo prometerte nada, pero tengo que ser sincera contigo. La conexión que tenemos es real, y no sé a dónde nos llevará, pero tampoco puedo seguir ignorándolo.

—No espero que tomes una decisión ahora mismo. Solo quiero que sepas que estoy aquí y que me importas. —Su mano rozó la mía, y ese pequeño gesto encendió una chispa en mi interior.

Continuamos caminando, y la conversación se desvió hacia anécdotas más ligeras.

Hablamos de nuestras clases, de los estudiantes y de cómo a veces nos hacían sentir tan vivos. La conexión que había crecido entre nosotros parecía más fuerte en cada palabra intercambiada, sin embargo, en el fondo, sabía que la conversación era solo una parte de lo que necesitaba enfrentar.

La cena con Travis se acercaba, y sentía la presión de las expectativas. Aunque había una nueva energía entre James y yo, no podía simplemente desestimar mi matrimonio.

Al regresar a casa, mi mente estaba en un torbellino. Travis estaba en la sala, con un libro en las manos, y al verme entrar, sonrió. Pero había algo en su sonrisa que me hizo sentir culpable.




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