Lecciones del Corazón.

11.

JAMES

Habían pasado dos días desde mi encuentro con Adara en el café, y todavía podía sentir la tensión de nuestra conversación. Sabía que lo que estaba sintiendo por ella no era pasajero, pero también entendía el peso de su situación, y eso hacía que todo fuera más complicado de lo que nunca había imaginado.

Aquel miércoles llegué a la universidad temprano. No había casi nadie en los pasillos aún, y la calma me permitió concentrarme un poco antes de empezar las clases. Revisé mis apuntes, pero a decir verdad, mi mente estaba en cualquier sitio menos en los números. Cada vez que cerraba los ojos, veía a Adara, recordaba su expresión al confesarme que estaba atrapada en una encrucijada emocional.

Sabía que debía darle espacio para procesar las cosas, pero la ansiedad me comía por dentro. No era la primera vez que me sentía atraído por una mujer, pero esta vez era distinto. Había algo en Adara que iba más allá de lo físico, una conexión que no podía explicar, que no quería ignorar. Y ella sentía lo mismo, lo sabía.

Justo cuando pensaba en escribirle un mensaje, escuché una voz familiar a mi lado.

—¿Todo bien, James? Te ves… distraído —saludó Letty, una colega de biología que solía trabajar conmigo en algunos proyectos extracurriculares. Le sonreí, tratando de disimular mi inquietud.

—Sí, solo estoy… pensando en algunas cosas.

Letty se apoyó en el marco de la puerta, mirándome con una sonrisa juguetona. —¿"Algunas cosas"? Eso suena a que estás en problemas. —Suspiré, incapaz de ocultar mi tensión.

—Digamos que la vida se complicó un poco últimamente. Y no tengo claro cómo resolverlo. —Letty arqueó una ceja, divertida.

—A ver, James, tú siempre has sido el tipo seguro, el que sabe cómo lidiar con las cosas. ¿Qué te tiene tan fuera de lugar? —Pensé en cómo responderle sin revelarle demasiado, pero al final, terminé soltando algo de verdad.

—A veces, las cosas importantes aparecen cuando menos las esperas. Y cuando eso pasa, te hace cuestionar si el camino que llevas es realmente el que quieres seguir. —asintio asintió, poniéndose seria.

—Ah… entiendo. Bueno, eso no siempre es malo. A veces, esas "cosas importantes" te empujan a hacer cambios necesarios. Quizá estás donde deberías estar, aunque ahora no lo veas.

Sin querer, la imagen de Adara se proyecto en mi mente. Me preguntaba si ella estaría pensando en mí, si también sentía esa mezcla de emoción y miedo. Mi teléfono vibró en el bolsillo y lo saqué con rapidez. como si la hubiese ivocado con mi mente, un mensaje de ella aparecio en mi pantalla.

"James, ¿puedes pasar por mi oficina después de clase? Necesito hablar contigo."

El corazón me dio un vuelco, y me costó mantener la compostura. Le respondí que sí, que la vería más tarde, y guardé el teléfono antes de que Letty notara mi reacción.

—¿Es algo bueno o malo? —preguntó Letty, sin disimular su curiosidad.

—Todavía no lo sé —respondí, tratando de sonar indiferente—, pero espero que sea bueno.

Las horas se hicieron eternas. Di mis clases con la mente medio ausente, repitiendo conceptos mecánicamente, pero al fin llegó el momento y fui a su oficina. Toqué la puerta suavemente, y ella abrió después de unos segundos. Me recibió con una expresión seria, pero sus ojos reflejaban algo más, una mezcla de nervios y determinación.

—Gracias por venir, James —Me invito a pasar, cerrando la puerta tras de mí.

—Siempre estaré aquí si me necesitas —respondí, intentando sonar tranquilo, aunque por dentro estaba tan ansioso como ella.

Adara se sentó frente a su escritorio y yo tomé asiento frente a ella. Había algo en su postura que me hizo darme cuenta de que estaba preparada para decir algo importante. Lo sentí, y una parte de mí temía escuchar lo que tenía que decir.

—James, he pensado mucho en nuestra conversación —empezó, con voz pausada—. Lo que dijiste sobre mi derecho a ser feliz… me hizo darme cuenta de muchas cosas. No puedo seguir fingiendo que mi vida está bien, y no quiero estar atrapada en un matrimonio que no me da lo que necesito. —Sentí cómo se me aceleraba el pulso al escuchar sus palabras, pero intenté mantenerme sereno. No quería presionarla, pero sus palabras me llenaban de esperanza.

—Adara, no tienes que tomar ninguna decisión ahora si no estás lista. Sabes que estaré aquí, sin importar lo que decidas. —Me acerqué un poco más, mirándola con intensidad—. Pero si esto significa que quieres darle una oportunidad a lo que hay entre nosotros, entonces estoy dispuesto a enfrentar lo que venga. —Ella suspiró, y en sus ojos vi la lucha interna que estaba atravesando.

—Eso es lo que quiero, James. Pero también quiero hacerlo de la forma correcta. Si dejo a Travis, quiero que sea por mí, no solo por ti. —Asentí, comprendiendo sus palabras.

Sabía que era una decisión que debía tomar por su cuenta, una decisión que debía nacer de su propia necesidad de ser feliz.

—Lo entiendo, Adara. Y respeto lo que dices. Lo último que quiero es que sientas que te estoy empujando. Solo quiero que sepas que estoy aquí, que puedes contar conmigo, sin importar lo que decidas. —Ella sonrió suavemente, y ese pequeño gesto me dio una calma indescriptible.




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