JAMES
Cuando regresé a la universidad al día siguiente, mi mente seguía repitiendo una y otra vez la conversación que había tenido con Travis en la cafetería. Me había dejado pensando, no solo en lo que sentía por Adara, sino en el hecho de que, aunque nunca había imaginado estar en esta situación, también tenía que aceptar el dolor de otra persona.
Decidí que lo mejor era seguir adelante con mi rutina, aunque una parte de mí esperaba un mensaje o algún tipo de señal de Adara. Pero la mañana transcurrió en silencio. No había ningún mensaje, ningún indicio de que ella supiera lo que había pasado entre Travis y yo, y de alguna manera, eso solo añadía más peso a mi mente.
Mientras caminaba por el pasillo después de mi última clase, me encontré con uno de mis amigos y colega, Erick. Era el tipo de persona que siempre tenía una lista de bromas, algo que solía animarme incluso en los días más tensos.
—¿Qué pasa, James? Te ves como si hubieras visto un fantasma —dijo, mirándome con una sonrisa ladeada. Intenté reír, pero me salió algo forzado.
—Digamos que tuve una conversación que me dejó pensando. Las cosas… se han complicado. —Erick me observó por un momento y asintió, comprendiendo sin necesidad de más detalles.
—¿Quieres hablar de eso? O podemos ir a tomar una cerveza y fingir que nada de esto existe, como prefieras. —sonreí, agradeciendo su intento de levantarme el ánimo.
—No puedo escapar de esto, aunque quisiera. Ayer hablé con… con el esposo de Adara. —Sus ojos se abrieron un poco más de lo normal.
—¿El esposo? Caray, eso es… bastante complicado. —Asentí, cruzándome de brazos.
—Fue más intenso de lo que pensé. Travis está… dolido, y no lo puedo culpar. Se nota que no quiere perderla, y verlo así me hizo cuestionarme si estoy haciendo lo correcto. —Erick suspiró, y se quedó pensativo un momento antes de responder.
—Mira, James, yo no soy ningún experto en esto, pero una cosa es cierta: en estas situaciones, todos terminan lastimados de alguna manera. La pregunta es si estás dispuesto a asumir eso, porque parece que las cosas están lejos de ser sencillas. —Sabía que tenía razón.
Una cosa estaba clara en mi mente: ya no se trataba de alejarme o proteger a nadie. Era un tema de enfrentar lo que sentía y ser honesto, tanto conmigo como con Adara.
Al rato, mientras conversábamos, escuché pasos conocidos. Al mirar hacia el pasillo, vi a Adara. Su rostro reflejaba tensión, y pude ver que también me había visto a mí. Le hice una seña, invitándola a acercarse. Erick se excusó, dándome una mirada de apoyo antes de irse.
Adara se acercó lentamente, y su expresión me dijo que tenía algo en mente. Cuando estuvo a mi lado, mantuvo su voz baja.
— ¿Podemos hablar? —preguntó, evitando mis ojos por un segundo. Asentí, señalando una sala de conferencias vacía. Entramos y cerré la puerta detrás de nosotros, permitiendo que el silencio llenara el espacio un instante. Ella fue la primera en hablar, después de una pausa incómoda.
—Supe que hablaste con Travis. —Tomé aire profundamente, tratando de encontrar las palabras correctas.
—Sí, lo hice. No buscaba enfrentarlo, pero creo que ambos sabíamos que era algo inevitable. —Adara asintió con una mirada perdida en el suelo.
—Él está… herido. Me lo dejó claro ayer. Me dijo que no quería perderme, y… aunque sé que mis sentimientos han cambiado, no puedo evitar sentirme culpable. —Puse una mano en su hombro, tratando de transmitirle algo de paz.
—No quiero que sientas que tienes que tomar una decisión apresurada. Sé que necesitas tiempo para entender lo que realmente quieres, y estoy dispuesto a esperar.
Adara levantó la mirada y sus ojos me buscaron, llenos de una mezcla de tristeza y algo más que no logré descifrar en ese momento.
—No quiero seguir viviendo con miedo a lastimarlo, pero tampoco quiero perder lo que siento por ti, James. Esta situación se ha vuelto tan… irreal. —Quería decirle que todo estaría bien, que de alguna manera lo solucionaríamos, pero sabía que eso sería mentir. En vez de eso, simplemente le tomé la mano, apretándola suavemente.
—Adara, te prometo que no importa lo que decidas, estaré aquí para apoyarte. Pero también necesito saber si realmente quieres estar conmigo, más allá del miedo, más allá de la culpa.
—Eso es lo que quiero, pero tengo miedo de lo que significará para todos. —Entonces, sin pensarlo demasiado, decidí ser completamente honesto.
—Adara, si no estamos dispuestos a enfrentar nuestras vidas por algo que sentimos real, entonces estamos condenados a vivir a medias. No quiero vivir a medias, no contigo. —Mis palabras parecieron impactarla, y vi cómo tomaba una respiración profunda antes de mirarme con una decisión renovada.
—James, no quiero seguir viviendo a medias tampoco. Quiero ser honesta con él, contigo… conmigo misma. Pero necesito que seas paciente conmigo, necesito un poco más de tiempo para organizar todo esto. —Sentí una mezcla de alivio y ansiedad, pero asentí, dándole una pequeña sonrisa.
—Entiendo. Pero quiero que sepas que mi paciencia no es eterna, Adara. Hay una parte de mí que también necesita saber si tengo un lugar en tu vida.