Legado Imperial

Prologo

El viento silbaba entre las torres de mármol del palacio imperial de Illyricium, cargado con un susurro que nadie más parecía escuchar. Era una noche de luna llena, y los jardines resplandecían bajo la luz plateada, creando un escenario tan sereno que parecía inmune al caos que se gestaba en su interior.

En el corazón de aquel palacio, una joven mujer de cabellos castaños rojizos y ojos verde esmeralda corría por los pasillos con un bulto apretado contra su pecho: un bebé envuelto en mantas de lino blanco. Su respiración era agitada, sus pasos rápidos, pero firmes. Sylphira Vermilion, la hermana menor del emperador Atlas, tenía una misión que sellaría su destino.

-No puedo permitir que se queden con ella -murmuró, apretando al bebé contra sí-. No puedo dejar que viva atrapada en este lugar.

Las puertas del salón principal se abrieron de golpe, y una figura imponente entró. Atlas Vermilion, el emperador, lucía su capa carmesí, sus ojos dorados brillando con furia contenida.

-Sylphira, detente. No tienes idea de lo que estás haciendo.

-Sé exactamente lo que estoy haciendo, hermano -respondió ella, girándose para enfrentarlo-. Mi hija no será una pieza en tu tablero. No será una Vermilion destinada a un destino que nunca eligió.

Atlas frunció el ceño, pero sus ojos delataron un atisbo de dolor. Sabía que Sylphira no se retractaría. Ella siempre había sido la rebelde, la que desafiaba las reglas de la familia.

-Si te vas con ella, serás desterrada -dijo en un tono grave-. No podrás volver jamás.

Sylphira no titubeó. Dio un paso hacia la puerta lateral del salón, con una determinación que quemaba como fuego en su pecho.

-Prefiero el exilio que verla crecer enjaulada como nosotros.

Las sombras parecían moverse a su alrededor mientras desaparecía en la noche. Las guardias no la detuvieron; tal vez porque reconocían en ella una fuerza que no podían desafiar, o tal vez porque temían la furia de Atlas si intervenían.

Esa noche, Sylphira desapareció del mundo conocido, llevando consigo al único miembro de la familia Vermilion que jamás sería reconocido: su hija, Lethia.

...

Diecisiete años después, en un pequeño pueblo apartado del bullicio de los grandes reinos, una joven de cabellos castaños y ojos verdes vivía una vida humilde, ajena al secreto que marcaba su sangre. La luna llena brillaba sobre los tejados de piedra, y Lethia Silver, como era conocida ahora, observaba las estrellas desde su ventana, preguntándose si algún día encontraría su lugar en el mundo.

Sin saber que el destino ya había come

nzado a girar sus engranajes.



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En el texto hay: secretos, lgbtq+, celos amor odio

Editado: 27.01.2025

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