Legalmente enamorados

CAPÍTULO 5

PERSPECTIVA DE LENA

Quedé inmóvil por unos segundos al escuchar las palabras de Harry sobre mí. Cómo se suponía que debía reaccionar en ese momento. Habíamos estado peleando todos estos años y ahora se comporta de manera tan linda. Estaba confundida y mis palabras no fluían en aquel momento.

El señor Craig permitió que me quedará en el caso después de la intervención de Harry. Nos entregó varios documentos que contenían todo sobre el caso y la autopsia de la persona muerta. Era el señor Mike Clinton de 57 años.

Cassie, Chad, Harry y yo yacíamos en la sala de libros del señor Craig. Solíamos estudiar los casos en ese lugar. Tenía paredes anchas y elegantes, sus estantes de pino estaban llenos de libros sobre casi cualquier cosa, sus sillones estaban fabricados con cuero y caoba.

Harry se puso de pie para buscar un libro en uno de los estantes del fondo, así que aproveché para acercarme a él. Tenía que agradecerle.

—Hey, gracias por lo de... hace un rato —dije en voz baja.

—Ajá —se limitó a decir para luego cambiar al estante contrario.

—¿Ajá? —fruncí el ceño—. ¿Me defiendes para luego comportarte de esa manera? —me ignoró—. ¿Pensé que querías una tregua?

—¿Una tregua? —preguntó, ahora poniendo toda su atención sobre mí y acercándose para penetrarme con sus ojos color café—. Si hubiera una tregua entre nosotros esto sería aburrido —choqué mi espalda contra el estante al ver que Harry se acercaba suavemente a mi pecho. Estaba tan cerca que podía sentir su aliento mentolado—. Solo te ayudé porque sin competencia no tengo motivación para seguir siendo el mejor —explicó antes de irse con una arrogante sonrisa.

Quedé petrificada por unos segundos. Mi corazón latía muy rápido y mi respiración estaba tan agitada como si hubiera corrido en un maratón. Definitivamente este tipo estaba loco.

—Muy bien chicos. ¿Que tenemos? —preguntó el señor Craig entrando a la habitación.

—La señorita Copper estaba conduciendo sobria a menos de 70 kilómetros por hora, por lo tanto, no había manera de qué el impacto causara la muerte instantánea del señor Clinton a esa velocidad —exclamó Chad.

—Considerando los datos de la autopsia, el fallecido señor Clinton de 57 años, no tenía un solo rasguño exterior en su cuerpo —dijo Harry.

—Continuando con lo que han dicho mis colegas, en el informe de la autopsia dice que el señor Clinton tuvo un pequeño infarto asintomático horas antes del choque. Además, se determinó que antes de morir tenía dolor torácico, sensación de ahogo por falta de aire e insuficiencia respiratoria clínica, que resultó ser un cuadro de infarto agudo de miocardio, por lo tanto la causa de fallecimiento fue un infarto, no el impacto del auto —añadió Cassie.

Todos quedamos sorprendidos por su gran conocimiento. Pronunciaba las palabras con tanta seguridad como si hubiera estudiado medicina. Yo sabía que sus eran doctores, pero no pensé que ella tuviera tanto conocimiento en el campo.

—Excelente señorita Smith —felicitó el señor Craig a Cassie—. ¿Qué tiene usted señorita Clarke? —preguntó el señor Craig volviendo su atención a mí.

Antes de hablar, accidentalmente crucé miradas con Harry que corté de inmediato. Todavía me encontraba un poco ansiosa por el momento que habíamos tenido.

—Es importante que tengamos en cuenta que la señorita Copper estaba conduciendo a 70 kilómetros por hora en una zona donde está permitido conducir a una velocidad máxima de solo 40 kilómetros por hora —aclaré mi garganta—. En este caso no habrían sanciones penales por delito, no obstante, ella podría recibir una pena de prisión de entre 3 y 6 meses, y una multa económica de su salario por 12 meses a la familia del fallecido, por el daño y el exceso de velocidad.

—Bien —se limitó a responder el señor Craig—. Solo nos queda armar un plan estratégico para el juico, sustentar nuestros argumentos y listo —dijo, ahora con su atención puesta en todos.

—¿Señor Craig?

—¿Uju?

—¿Todavía tenemos que leer el libro sobre delitos menores que usted nos mandó? —preguntó Harry mientras todos nos poníamos de pie.

—Por supuesto señor Willer -se limitó a decir.

—¡Oh cierto! Señor Craig —le lancé una mirada a Harry—. Se me había olvidado decirle que ya he leído el libro de delitos menores —busqué en mi bolso—. Aquí está el resumen que pidió.

—Muy bien —tomó mi documento—. Usted siempre un paso adelante señorita Clarke —dijo sonriente antes de salir de la habitación.

Caminé unos centímetros hasta llegar a Harry. Era mucho más alto que yo. Su traje azul marino lo hacía ver imponente.

—Deberías prestarle atención al libro —sonreí falsamente—. Podrías aprender algo de él —susurré a su oído antes de salir de la habitación.

Lo vi sonreír, pero sabía que por dentro se estaba quemando y no había placer que se comparara con eso.

(...)

Los días transcurrieron con normalidad y llegó el momento del caso. Todos estábamos vestidos de manera formal. Yo traía un vestido negro hasta las rodillas, y mis tacones de cuero combinaban a la perfección con mi cinturón de leder. Mis compañeros vestían igual de elegantes.

El juez Bush llegó subió al estrado y todos nos paramos en señal de respeto, para luego tomar nuestros respectivos asientos. El caso procedió y ganamos. Otra victoria para el equipo Craig.
 

———————————————————

¡Hola! Espero que te haya gustado este capítulo. ¿Que te pareció? Muchas gracias por leerme y elegirme para sacarte de este mundo aburrido, lo aprecio con todo mi corazón. ¡Un beso! (recuerda que actualizo todos los días)

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.