Legalmente enamorados

CAPÍTULO 9

—Este es el último —dije esperando una respuesta de Harry.

—Vous êtes sûr? —preguntó de manera formal.

—Sí, estoy segura —me limité a decir fingiendo desinterés a responderle en francés.

Oir su voz en ese idioma era agradable y cálido, era como escuchar la melodía de pájaros cantores en el bosque.

Habíamos pasado horas traduciendo documentos y pruebas, estaba anocheciendo. Terminamos todos los documentos, ahora nos tocaba armar un caso sustentado con las pruebas. Hacíamos esto sentados en la sala de estar en un gran sofá, los documentos yacían frente a nosotros en una mesa de caoba.

—Voy a buscar un vaso de agua —Harry se puso de pie—. ¿Quieres que te traiga algo? —lo escuché decir.

—No, gracias.

Después de algunos minutos Harry regresó sosteniendo dos vasos que contenían un líquido marrón.

—Te traje un poco de té frío —lo puso en la pequeña mesa a mi izquierda para luego volver a su antigua posición a mi lado—. Puedes beberlo cuando tengas sed.

No pude evitar sonreir. No supe como sentirme. Eso había sido muy amable de su parte.

—Gracias... —cruzamos miradas—. Lo beberé ahora, me dio un poco de sed —dije tomando el vaso de cristal en mis manos.

—Bien —Harry le dio un pequeño sorbo a su bebida—. ¿Por dónde empezamos?

—Tenemos que estudiar las leyes 169, 170 y 171 del código penal —me limité a decir mientras hojeaba el documento traducido.

—Esa es la parte que habla de delitos por amenazas, ¿cierto? —

—Sí —dije pasándole el documento para que lo leyera.

—Pero, este documento solo nos señala que quién amenaza a otro con causarle un mal a él, a su familia o a otras personas puede estar cometiendo un delito de amenaza —me miró después de leer—. Eso lo sabemos. ¿Dónde está la parte de la difamación?

—Lee abajo —exhorté.

—También se considera un delito de amenaza cuando exigen una recompensa a cambio de no publicar o difundir hechos de la vida privada o de las relaciones familiares de otro —hizo una  pausa—. ¡Exacto! —exclamó—. ¿Este documento lo hiciste tú?

—Sí —respondí seriamente.

—Eres un genio —dijo.

—Gracias —no pude evitar sonreir.

—¿Te he dicho que tienes una hermosa sonrisa? —fruncí el ceño—. No linda linda, o sea, si linda, pero lo que quiero decir es... ¡Agh! Linda y ya —se rindió.

Verlo nervioso era divertido.

—Gracias señor Willer —evité sonreír—. No sabía que tenías una parte que sabía decir cumplidos —dije sarcásticamente.

—Hay muchas cosas que no sabes sobre mí... —dijo en voz baja.

—¿Si? —imité su tono de voz—. ¿Quieres contarme?

—Ni siquiera somos amigos, ¿que sentido tiene? —respondió sonriendo, evitando mirarme directo a los ojos.

—Tal vez conozca a un Willer que me caiga bien —bromeé.

Harry sonrió.

—Puedes conocer cientos de Willers —musitó, ahora poniendo su atención sobre mí—. Y todos se van a ganar el puesto en la firma de Nueva York antes que tú... —dejó salir una sonrisa nuevamente.

Entre bromas el ambiente empezaba a sentirse cálido. De repente Willer no parecía tan molesto. Su rostro era afable y jovial. Sus ojos café penetraban mi alma como el sol en domingo.

—También estoy segura de que vas a ganar —coloqué mi dedo índice sobre su frente—. Experiencia. Vas a ganar experiencia, porque ese puesto es mío. —le lancé una sonrisa malvada.

—Me gusta Clarke... —continuó mirando a mis ojos—. Me gusta esa seguridad —lo escuché decir.

—¿Sólo eso te gusta de mí? —pregunté con voz baja sin olvidar la competencia de miradas.

—Me gustan... —se acercó más, sentí el movimiento en el cómodo sofá—. Muchas cosas... —nuestros labios estaban a un centímetro de distancia de ser entrelazados—. De ti...

Mi corazón empezó a latir muy rápido. Al finalizar sus palabras cerré los ojos para rendirme antes sus besos. Un estruendoso ruido retumbó nuestros oídos. Nos separamos de inmediato. Caminé rápidamente para evitar el momento incómodo y me dirigí a la puerta principal, de ahí había venido el ruido.

—Necesita ayuda señor Craig —pregunté viéndolo entrar a la casa sosteniendo varias bolsas de papel.

El señor Craig nos había informado que iría al centro a comprar algunas cosas que necesitaba.

—Puedo con esto, gracias —respondió dirigiéndose a la cocina.

Regresé a la sala de estar nuevamente. Harry tenía una cara incómoda —¿estaba arrepentido?—. Rascó la parte trasera de su cabeza, para luego entrar amabas manos en los bolsillos de su fino pantalón.

—¿Qué han hecho? —me sobresalté—. ¿Todo bien señorita Clarke? —preguntó el señor Craig al ver mi reacción.

—Sí señor... disculpe —sonreí—. Todo bien —dije avergonzada.

—Si señor hemos llegado a varias conclusiones —dijo Harry dando un paso adelante—. Si el señor Tyler no hubiera recibido dinero del señor Petit y tampoco hubiera publicado las fotos, la pena sería de 4 meses a 1 año en prisión —se dió la vuelta para tomar un documento de la mesa—. Sin embargo, como el señor cumplió su objetivo obteniendo la recompensa y también publicó las fotos, entonces podemos demandarlo. Exigiendo una pena de 1 a 3 años en prisión y una suma de 4 millones de dolares por difamación.

—de 2 a 4 años en prisión —salí del trance en el que me encontraba para corregir a Harry.

—Sí, cierto, de 2 a 4 —le pasó el documento al señor Craig—. Gracias Lena —respondió tiernamente.

Intenté no mostrar ninguna emoción. Estaba sorprendida por la fluidez que tuvo Harry al hablar, yo ni siquiera hubiera podido formar una oración de 5 palabras. Estaba confundida por el momento que había pasado entre nosotros. Tal vez solo estaba siendo exagerada y necesitaba dejarlo pasar desapercibido.

—¡Excelente! —exclamó el señor Craig—. ¿Tenemos las pruebas suficientes para proceder con la demanda? —preguntó, esta vez dirigiéndose a mí.
 

—Sí señor —me limité a decir.

—Bien. Por hoy estamos bien. Muchas gracias por quedarse hasta tarde chicos—dijo amablemente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.