Legalmente enamorados

CAPÍTULO 24

—No voy a ir... —escuché a Harry decir.

—¿Qué? —fruncí el ceño—, estás loco. De ninguna manera.

—Prefiero quedarme aquí contigo.

—Harry —puse mis manos en su cara—, de verdad lo aprecio mucho. Pero no puedes desperdiciar esta oportunidad —mis ojos se pusieron llorosos—, te has esforzado mucho, te lo mereces...

—¿Y tú que harás ahora?

—Me quedaré a trabajar con el señor Craig —sonreí—. Podemos visitarnos mutuamente al final de cada temporada.

—Lena, seamos realista —sus ojos se volvieron llorosos—, Nueva York está a 4,600 kilómetros de aquí, eso no va a funcionar.

—Entonces debemos romper...

—¿Qué? —Harry frunció el ceño—, de ninguna manera.

—Harry, me niego a quitarme esa oportunidad... No podría perdonarmelo a mí misma.

Harry me abrazó rápidamente sin decir una palabra. Sus brazos se sentían calientes y suaves. Lo rodeé con los míos y planeé nunca soltarlo. 
 

(...)

Momentos después Harry me llevó a mi apartamento.

—Es mejor que te vayas —dije, deteniéndome en el umbral de la puerta—, necesito pensar —le dije en voz baja.

Cerré la puerta antes de que Harry dijera una palabra. Tal vez estaba siendo muy dura con él, pero temía que él no fuera a Nueva York por mi culpa.

El resto de la noche fue tranquila. Sin embargo, tenía tantos pensamientos en mi cabeza. Pensé que me eligirían a mí para ese trabajo en New York, no obstante, estaba muy feliz por Harry, de todos modos, no hubiera aceptado el trabajo si me hubieran elegido. Hubiera preferido quedarme con Harry. El futuro de cada uno de nosotros era importante, pero a veces elegir el amor es más importante.

Le instistí a Harry que se fuera a Nueva York, pero el hecho de que él quería quedarse en Springfield por mí me conmovía mucho. Definitivamente es el indicado, pero la vida me arrebata la felicidad una vez más.

Caminé unos metros hasta llegar a la habitación de Cassie. Me recosté en su cama y abracé su almohada.

—Si estuvieras aquí esto sería más fácil —susurré—, te extraño amiga...
 

(...)
 

Al día siguiente Harry estuvo enviándome mensajes de texto todo el día, pero me limité a responder. Me insistía en que no quería irse, que quería quedarse conmigo. Tenía tantas de pedirle que se quedara, pero no tenía el valor suficiente de hacerlo, además, sería egoísta de mi parte.

Al segundo día Harry me dijo que después de tanto pensarlo, aceptaría el trabajo y se iría a Nueva York. Trabajar en New York Attorneys At Law, le abriría tantas puertas, era un gran noticia para mí. Él me pidió que fuera a despedirme al aeropuerto, tuve mis dudas al decidir ir, sabía que tal vez podía entristecerlo, pero quería verlo una vez más. Me vestí casualmente y tomé dirección por la autopista de Springfield hasta llegar al aeropuerto. Hubo un accidente en la carretera, así que me retracé unos minutos. Al llegar al aeropuerto me dirigí de inmediato hacia el tablero de salida de los vuelos para confirmar que aún faltaban 5 minutos para que saliera el último vuelo a New York. Busqué a Harry desesperadamente con la mirada. Caminé varios metros por el aeropuerto para tratar de encontrarlo. Tenía esperanzas de poder volver a abrazarlo una última vez. Sin embargo, esa esperanza desapareció cuando escuché el último llamado a los pasajeros que se dirigían a Nueva York. Arrastré mis pasos hasta sentarme en uno de fríos asientos de metal que yacían en la sala de espera. No pude evitar dejar salir el llanto. Lo había perdido, lo había dejado ir. Nunca le dije que lo amaba. Tenía tantas ganas de verlo a los ojos y decirle que lo amaba. Sentía como si lo perdiera para siempre. Y tal vez así era. Sentía presión en el pecho. Mis lágrimas caían descontroladamente sobre mi mejilla, no obstante, mi sollozo se había calmado. No tenía expresión alguna en el rostro. Mi semblante era totalmente inanimado.

Levanté la cabeza como si había tenido una idea y busqué mi teléfono móvil dentro de mi cartera. Al menos tenía la oportunidad de enviarle un mensaje de texto antes de que el avión despegara.

—¡Joder! —exclamé al darme cuenta de que había olvidado mi celular en casa por error.

Me levanté del asiento en el que yacía y deseé con vehemencia poder estar en mi apartamento en 1 segundo. Sin embargo, tenía que conducir devuelta, durante 45 minutos más. 45 minutos que me iban a parecer una eternidad a decir verdad.

Di mis últimos pasos para salir del aeropuerto, y deseé con todo mi corazón un final distinto, uno en el que tenía la oportunidad de volver abrazar a Harry, sin embargo, ya era demasiado tarde. Cada kilómetro que me alejaba del aeropuerto mientras conducía mi auto era como alejarme del cielo para bajar al infierno. La incredulidad persistente sobre perder a Harry inundaban mi ser, en poco tiempo se había convertido en un parte crucial en mi vida. Sentía un letargo emocional por perderlo. Sentía incapacidad para aceptar que había conocido al amor de mi vida y sólo lo había dejado ir. Sentía preocupación por Harry —¿y si llegó a pensar que no lo quise lo suficiente? ¿y si esperó con gran esperanza a mi llegada? ¿y si anhelaba abrazarme antes de irse?—. Tenía tantas preguntas. Tenía un pesar intenso y dolor emocional, que sabía que poco a poco me haría sentir amargura y enojo.

 

(...)
 

Apagué el motor de mi coche, tomé mis pertenencias y subí al ascensor para llegar a mi apartamento. Caminé unos pocos centímetros hasta ver Harry parado frente a mi puerta. Mi corazón se agitó muy fuerte. Vestía un traje muy elegante, zapatos de cuero y pelo bien peinado. Estaba de espaldas y se volteó.

—Lena... —susurró Harry.

Sus ojos brillaron casi de forma irreal. Bajó su mano, la cual sostenía el teléfono móvil pegado a su oreja. Empezaron a brotar lágrimas de mis ojos y corrí como loca hasta abrazarlo. Harry se sorprendió, como si estaba esperando una reacción diferente de mi parte. Lo abracé con fuerza y él hizo lo mismo.




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