Legído, Unofficial

Capítulo 4: Un vecino irritante

El cabello castaño cubrió su rostro y luego, cuando se puso de pie, me sonrió sosteniendo mi llave sobre su mano, pude ver que en su mano derecha tiene la misma manilla con los mismos colores.

—¿No te dijeron que tienes que cuidar esto? —Preguntó burlón.

Extendí mi mano y él lo colocó sobre mi palma, sin decir una palabra me di la vuelta y regresé de nuevo a la mesa y me senté, empecé a comer, fueron unos cuantos segundos después cuando vi que alguien se sentó al frente. Era el mismo chico de antes, él me sonrió y antes de comer, colocó el cabello detrás de sus orejas, yo seguía observándolo y seguí sus manos hasta que las dejó sobre la mesa, él tenía el cabello más largo que el mío.

—Sé que soy atractivo —dice él a la vez que agarraba un cubierto.

Entrecerré los ojos y volví mi vista hacia mi plato, me resultaba irritantemente orgulloso, empecé a comer e ignorando por completo la presencia de él.

—Eres demasiado callada —dice él haciendo que levante mi mirada.

—¿Puedes irte a otra mesa? —le propuse fingiendo simpatía.

—Las otras mesas están ocupadas —respondió con rapidez y luego sin darme tiempo a protestar porque obviamente aún seguían vacías, él dice—. En ese colegio, ¿Cómo era que se llamaba? Ummm… —se coloca una mano en la barbilla y luego me muestra una sonrisa escalofriante—, la excelencia de Vyroodian, cuando pasé por ahí te vi muchas veces, te observé desde lejos, una niña bastante inteligente, siempre tuve curiosidad. Pero no fue lo suficientemente como para buscar información tuya, en mi mente solo tenía la imagen de una niña rica viviendo de las suyas en unos de los colegios más influenciados que existen actualmente —detiene su pequeño discurso y agrega con una sonrisa taimada—, pero al parecer estaba equivocado.

Sentí como la repulsión empezó a subir por mi sangre, “niña rica”, esas palabras siempre las había odiado, pero era la primera vez que alguien me lo decía a la cara, quería negarme y decir cualquier cosa, pero simplemente me quedé callada y seguí comiendo, no es como si me importara lo que un desconocido pensará de mí.

—Ahhh —él se dejó caer sobre la silla y me mostró una mirada seria—, y aun así no dices nada, eso es bastante molesto.

Por algún motivo empecé a masticar más rápido, quería levantarme e irme.

—Escuché que le pediste a una profesora que le dijera al director que no te llevarán —la acusación en su voz hizo que mi corazón diera un brinco.

Me levanté de un solo golpe, no estaba dispuesta a escuchar lo que iba a decir, pero él me agarró de la mano y me hizo volver a sentar.

—¿Qué te hizo creer que te iban a obligar? —siguió hablando sin soltar mi brazo—, ¿tus padres te obligaron?

Apreté mi mandíbula, "¿Cómo se atrevía a decir eso?"

—Fue decisión mía —me limité a decir —, mis padres no tuvieron nada que ver.

No iba a dejar que alguien dijera tales palabras de mis padres, ellos siempre fueron comprensivos y me dieron amor, por eso hacía esto, quería devolver todo lo que ellos me ofrecieron, todo lo que ellos sacrificaron por mí.

—Oh —me da una pequeña sonrisa—, así está mejor, además mi padre me contó que la profesora parecía más preocupada por un solo estudiante.

Abrí mis ojos, él había dicho ¿su padre?

—Tu padre… —pero él me interrumpió.

—Pero incluso así, sigue siendo sorprendentemente arrogante señorita Abril —colocó ambas manos debajo de su barbilla y cerró los ojos con una pequeña sonrisa—, me dan ganas de cuidarte y enseñarte sobre qué trata la vida.

—No, gracias —volví a mirar mi comida y empecé a comer—, no necesito consejos innecesarios, he vivido y viviré mi vida como yo quiera.

—Parece que nos llevaremos bien —dice él a la vez que comienza a comer.

La extraña e incómoda conversación se detiene ahí, no voy a decir nada más y realmente no pienso hacerlo, me levanté y llevé la bandeja a su lugar, observé que ya había más personas comiendo y que otros hasta ahora iban llegando, solté un pesado suspiro, mañana será otro día totalmente diferente a como estaba acostumbrada a vivir.

Salí del comedor y me dirigí de nuevo a mi habitación, no necesito ser guiada por la manilla, ya me aprendí el camino. En silencio me detengo a ver el lugar por donde voy pasando, las paredes son blancas con pequeñas decoraciones en plata, espirales cubren las paredes hasta que se juntan en pequeñas flores blancas de cristal, peonías de cristal, acerco mi mano y la toco, al contacto brilla de un rojo carmín y manda un pequeño camino de luz roja a los espirales, uniéndose así con las demás flores, brillan por unos segundos y vuelven a estar impasibles.

Una sonrisa cubre mis labios por la escena tan bonita que acabo de ver, empiezo a caminar tocando de vez en cuando las peonías mientras las luces recorren la pared y tras un pequeño lapso de tiempo vuelven y se apagan, nunca había visto algo así, de cierta forma me hacía sentir mejor.

—¿Jugando con las luces? —alguien a mi lado pregunta.

No tengo la necesidad de girar mi rostro para ver quién es, simplemente reconocí el timbre fastidioso que resulta tener su voz, lo ignoré por completo y él siguió caminando a mi lado.

—Espero que no pienses que te estoy acosando —volvió a hablar, giré mi rostro y levanté una ceja molesta—, vamos al mismo lugar —repuso con una sonrisa.

Él no volvió a decir nada y ambos caminamos en silencio, no volví a tocar las peonías, me resultaba irritante tener a alguien al lado que estuviera colocando toda su atención en mí. Cuando nos acercamos a la zona de los dormitorios, él aún seguía al lado mío, me detuve al frente de la división roja y él seguía a mi lado.

—Parece que somos vecinos —me dice con una gran sonrisa—, ¿cuál es tu habitación?

Me quedé observándolo por un largo tiempo, no quería responderle, pero obviamente se daría cuenta después de cuál sería mi habitación.

—Es la última —le dije.




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