Legnas: la profecía 2

1. ¿Quién carajos es esta chica?

Sam:

 

—Saldré a dar una vuelta —le digo a Adams desde la puerta de la habitación y él levanta la cabeza.

Luce demacrado, hecho un asco y no es que me importe, pero en serio estoy harto de verlo así.

—No deberías salir.

—No te estoy pidiendo permiso, Adams. —Cruzo los brazos sobre mi pecho.

Es curioso cómo las cosas cambian. Desde esa conversación que tuvimos hace apenas unos días, pero que a mí me parece una eternidad, cierta parte de ese odio y rencor que le tenía ha ido desapareciendo. No me malinterpreten, no somos mejores amigos, mucho menos hermanos y dudo que alguna vez lo seamos porque es imposible olvidar cómo la mató, sean los motivos que sean. Además, tres siglos de odio y rencor son difíciles de erradicar; pero al menos ahora podemos estar en la misma habitación sin que me apremien las ganas de lanzarme a su cuello y desangrarlo.

Aunque justamente ahora eso es lo que quiero hacer y no tiene nada que ver con mi madre.

—Aun así no deberías salir.

—¿Y qué quieres? ¿Qué me quede aquí llorando sus muertes? —Una punzada de dolor se instala en mi pecho recordándome que me duele su pérdida más de lo que me gusta admitir—. Me voy a volver loco si sigo un minuto más aquí dentro y créeme, ninguno de ustedes me quiere ver loco.

—Sam, escucha…

—No, escúchame tú a mí. Llevamos una semana trancados en esta mansión sin hacer absolutamente nada y es desquiciante. Ahí fuera hay una guerra que en cualquier otro momento me importaría una mierda, pero a Jazlyn no le gustaría que dejáramos que Maira, Lirba y Cristopher se salieran con la suya y yo estoy dispuesto a honrar su memoria pateándoles el culo.

—Y lo haremos.

—¿Cuándo? ¿Cuándo el resto de la profecía se cumpla? No me jodas.

—Cuando ella despierte.

Observo la cama frente a él, al cuerpo pálido, casi sin vida de Sharon en espera de un milagro: que acabe de morir o regrese con nosotros. Algo que nadie sabe si pasará, ni siquiera Sacarías ha conseguido despertarla con su magia.

—Ha pasado una semana, Adams. Jazlyn se fue, Alexander se fue y la princesa…

—Ten cuidado con lo que dices —me advierte poniéndose de pie.

—Escucha, me importa una mierda qué hagas con tu vida —digo dando un paso dentro de la habitación de la que este idiota no ha salido en los últimos días—. Si quieres dejarte morir junto con ella es tu puto problema, pero desde mi punto de vista, en vez de estar aquí lamentándote, podrías estar buscando una solución para salvarla.

—Lo hemos intentado todo.

Bueno, eso es verdad. Incluso la llevamos al hospital para ver si de causalidad los humanos daban con lo que tenía, pero nada. Científicamente está bien, la herida ha desaparecido gracias al brujo quien piensa que es ella la que no quiere despertar.

—Como sea, me largo.

—Sam, no sabemos lo que hay ahí afuera. Nos pueden estar buscando, quedamos…

—Adams, no voy a buscar pelea, ¿de acuerdo? Solo saldré a caminar, a despejar mi cabeza. La última vez que pusimos un pie fuera de este lugar fue para contarle a los Lautner que Jazlyn había muerto y fue un desastre.

>>Estoy harto de ver al Nefilim mirándome como si me quisiera matar, a la profeta llorando en cada esquina la muerte de su nieta, de Alexander y la situación de Sharon; a Lucio y a Alysson a los que casi no se les ve el pelo y la verdad es que ni sé ni me importa a qué se dedican. Estoy hasta aquí, —Hago un gesto por encima de mi cabeza indicando que estoy sobrepasado—, de los pelos locos del brujo que por más que se lo digo, no quiere peinar. En serio, se parecen a las serpientes de medusa preparándose para atacar y estoy agotado de verte encerrado aquí como si estuvieses muerto.

>>Nunca pensé que lo diría, pero prefiero al otro Adams, eras un jodido grano en el culo, pero al menos se te podía tratar y aunque no lo creas, es más, ni yo mismo lo creo, no me gusta ver a la princesita así, ¿de acuerdo? Pero lo peor, no resisto más mis pensamientos, me voy a volver loco si no hago algo, no puedo seguir pensando en lo que pude haber hecho y no hice para salvar a Jazlyn, así que me largo.

Sin esperar respuesta de su parte, doy media vuelta y salgo de la habitación de la princesa cerrando de un portazo. Ni siquiera sé para qué le digo lo que haré, bueno, si sé. Hace cuatro días me quedé durante horas en uno de los muchos jardines del brujo y Adams pensó que me había marchado, montó todo un escándalo y empezó a armar un grupo de búsqueda porque no podía permitirse perderme.

Aun no sé cómo me hace sentir esa situación.

El punto es que no quiero otro espectáculo de esa magnitud, por eso he ido a decirle.

Corro a toda velocidad hacia la barrera mágica y hago una cruz en ella con un polvo que hace un rato me dio Sacarías, dice que con él puedo entrar y salir a mi antojo.

Como verán, a pesar de que la profecía se ha cumplido, aún sigo del lado de los buenos, incluso comparto casa con ellos, porque todos sabemos que todo esto apenas comienza, que esa profecía es más larga y algo me dice que es mucho peor.




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