Legnas: la profecía 2

2. ¿Qué rayos hago ahora?

Sam:

 

—¡Adams! —grito una vez entro a la mansión—. ¡Adams! ¡Sacarías!

Al ver que nadie me escucha subo las gigantes escaleras, pero un ruido tras de mí me sobresalta.

Me volteo a ver de qué se trata y veo al lobo tirado sobre los escalones intentando levantarse y el piso por el que ha pasado manchado de sangre. Genial, ahora tendré que escuchar nuevamente el discurso del de los pelos de loco sobre que debemos cuidar su hogar.

—¿¡Pero qué ha pasado!? —pregunta Isabel alarmada desde lo bajo de la escalera y sube corriendo rodeando al lobo hasta llega a nosotros.

Me toma de la barbilla en un gesto demasiado maternal para mi gusto y me examina la herida en el rostro. Esta mujer se toma atribuciones que nadie le ha dado, sin embargo, por algún motivo, nunca logro pedirle que se aleje.

—¿Con quién te peleaste?

—Larga historia. La chica necesita ayuda. —Mira a mis brazos y tal parece que no se había percatado de la joven inconsciente.

Lleva las manos a su boca sorprendida.

—¡Dios mío! Llevémosla a mi habitación. Ven, apúrate.

Vuelvo a mirar al lobo que hace el intento de levantarse, pero está demasiado débil.

—Tú, quédate ahí —le ordeno ganándome un gruñido de su parte—. Estará bien, mandaré a alguien para que te ayude.

El lobo descansa su cabeza sobre los escalones, rendido y yo reanudo la marcha.

—¡Adams! —Vuelvo a gritar—. ¡Sacarías!

Una vez llego al segundo piso, veo a Adams correr hacia nosotros, más atrás viene Sacarías junto a Lucio, y Nick y Alysson abren una puerta a solo unos metros de mi posición. Genial, la caballería completa.

—¿Pero qué mierda te ha pasado? —pregunta Adams y cuando se percata de la chica en mis brazos, frunce el ceño—. ¿Qué le has hecho?

—¿En serio? —pregunto mientras sigo caminando detrás de la profeta—. La chica está bien, creo que solo se ha desmayado.

—¿Y la sangre? —pregunta el Nefilim.

—No es de ella.

Isabel me abre la puerta y yo la atravieso. Me acerco a la cama gigante y con mucho cuidado, la pongo sobre ella.

—¿De quién es la sangre entonces? —pregunta Adams detrás de mí. Isabel se sienta en la cama junto a Alysson y Sacarías se les une para asegurarse de que todo esté bien—. ¿Tuya?

Niego con la cabeza y me paso las manos por el pelo.

—De Maira, Lirba y Cristopher. —Los seis rostros presentes se giran hacia mí a una velocidad increíble y yo solo me encojo de hombros para luego contarles detalle a detalle lo que ha sucedido. Todos me escuchan atentamente, tan sorprendidos cómo yo.

—¿Me estás diciendo que te enfrentaste a ellos tres tú solo? —pregunta Adams a gritos—. ¿Estás loco? ¡Podrían haberte matado, Sam!

—¡¿Y qué carajos querías que hiciera?! —pregunto en el mismo tono.

—¡Si van a discutir, salgan de aquí! —grita Isabel—. Necesitamos silencio para asegurarnos de que todo esté bien con ella.

—Si esos tres la querían, por algo es, ¿no crees? —pregunto enojado, pero con voz más moderada—. Hay una profecía, Adams, cuando ellos tres intentan algo, solo puede ser malo. Solo quería evitar que la capturaran, aunque por lo que veo, lo único que querían era verter su sangre en la piedra de su frente.

Nick, Lucio y Adams se acercan a la cama para observar la piedra en cuestión que ahora se ve con claridad gracias a que Sacarías ha limpiado la sangre con un poco de magia.

La piedra es roja brillante, casi como si se tratara de un cristal, no muy grande y con forma de óvalo.

—¿Qué es? —pregunta el Nefilim con los brazos cruzados sobre su pecho y yo me encojo de hombros.

—Ni idea. Solo sé que esa piedra no es lo único raro en ella. Tiene los ojos lilas y dos corazones.

—¿Dos corazones? —pregunta Lucio.

—Escúchenlo ustedes mismos.

Los tres se concentran y sé el momento justo en que lo notan pues sus ojos se abren de par en par.

—Nunca he visto nada como ella —murmura Sacarías poniéndose de pie—. Técnicamente está bien, creo que solo se ha desmayado producto a esa ola de poder que dices que se ha liberado de su cuerpo cuando Maira, Lirba y Cristopher derramaron su sangre en ella. Debería despertar pronto.

—Perfecto, porque hay un lobo en las escaleras muy herido y creo que él puede decirnos quién es.

—Define herido —dice el de los pelos de loco mirándome con los ojos entrecerrados.

—Muy herido y sí, ha derramado sangre por todo el salón principal.

—Te voy a matar, Hostring. —Me apunta con su dedo y yo lo saco de un manotazo.

—Me gustaría verte intentarlo. Ahora vamos.

Isabel y Alysson deciden quedarse con la chica y el resto de los hombres salimos de la habitación. Al llegar a las escaleras, de alguna forma el lobo ha logrado subir completamente, aunque ahora yace sobre la mullida alfombra con la respiración acelerada y un sonidito raro que solo puede significar agonía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.