Yo no duermo…
Soy el único ser en este lugar que no duerme.
Son las cinco de la mañana y todos están acostados luego de una noche más que intensa. Todos… menos esa maldita criatura que me tiene de los nervios.
Está ahí, sentada en el sofá frente a mí. Sus ojitos lilas se le cierran a cada rato, pero vuelve a abrirlos por temor a que yo me vaya. Está agotada y ni aun así me quiere dejar.
Estoy harto.
Quiero gritar, golpear a alguien, destrozar algo, matar a alguien, no lo sé… lo que sea… lo que mejor me quite la frustración, el enojo, la ira contenida o esta maldita sed que no se me quita por mucha sangre que tome.
Siempre me he caracterizado por no tener paciencia y mi situación de abstinencia en los últimos días me tiene más irritable aún; para colmo, este diablillo se ha encargado de sacarme de quicio en solo diez horas. Es una jodida garrapata y ya no sé cómo decirle que me deje en paz.
—¿Es una ternurita, verdad? —pregunta Alysson en voz baja detrás de mí y yo resoplo.
—Es el mismísimo diablo.
—No seas tan duro con ella. —Se sienta en la butaca cerca de mi posición. La miro con mala cara sin entender qué trama. No me ha hablado en toda la semana—. Se siente a salvo contigo.
—Y no entiendo por qué. Soy la última persona en este lugar con la que está a salvo.
—No lo creo, la protegiste de Lirba y Maira y la trajiste aquí donde sabías que estaría a salvo.
—Y me arrepiento enormemente.
Alysson observa a la Criaturita en silencio por un rato y yo comienzo a sentirme incómodo. O sea, he perdido la cuenta de la cantidad de veces que esta mujer ha intentado matarme, ¿y ahora está aquí sentada como si nada?
—¿Qué quieres? —Me mira confundida—. Dudo que estés aquí porque te guste pasar tiempo conmigo.
—No podía dormir, de hecho, en los últimos días me ha costado conciliar el sueño.
—Pues no soy médico para curarte el insomnio, puedes irte para otro lado.
—En realidad llevo días queriendo hablar contigo.
—Escuche —digo sentándome al borde del sofá—. Me sé de memoria el cuento de que esta tregua es hasta que todo el lío de la profecía se acabe. Cuando vuelva todo a la normalidad, querremos matarnos mutuamente, así que ahórrese el discursillo y déjeme solo. Estoy esperando a que se quede dormida para largarme.
Me acomodo nuevamente en el sofá y concentro mi atención en la chica.
—En realidad… —Comienza a decir y yo la miro—. Me parece que ese barco ya zarpó. —Frunzo el ceño sin saber a qué se refiere—. Quería agradecerte por haber ayudado a mis hijos en todo esto…
—No lo hice por ellos —le interrumpo.
—Lo sé, lo hiciste por Jazlyn. —Cierro los ojos como si de esa forma pudiera evitar el dolor que me produce su pérdida—. Aun así tengo entendido que le salvaste la vida a Alexander varias veces.
»Mi hijo intentó matarte en innumerables ocasiones y aun así, a pesar de que podías haberlo dejado morir y nadie habría dudado, lo salvaste. Creo que es mi deber como su madre, darte las gracias.
—¿Por qué me dice esto, señora? Usted me odia, ¿o ya no recuerda todas las veces que hemos intentado matarnos?
—Estamos del mismo lado ahora, Hostring y he escuchado cosas sobre ti y Adams… creo que eres una víctima en todo esto…
—¿Me está diciendo que soy bueno? —la interrumpo incrédulo.
—No… no creo que seas bueno, Sam, pero tampoco totalmente malo… Simplemente has tomado muy malas decisiones. Pero has estado ayudando y por lo que sé, llevas una semana en abstinencia… —Aprieto los dientes y me dispongo a contestarle pero ella levanta la mano—. No me interesa la razón por la que lo haces; lo importante es que lo estás intentando y creo que solo lo conseguirás si tienes el apoyo de los que te rodean.
»Tu hermano está ahí para ti, dispuesto a olvidar todo lo que has hecho y a darte una mano para que vuelvas a ser el chico que un día fuiste. Y quiero que sepas, que si necesitas ayuda, puedes contar conmigo…
»No estoy excusando todo lo que has hecho, pero no estoy en posición de juzgar después de haber seguido a un rey asesino y traidor durante años. Creo en las segundas oportunidades y mientras decidas seguir por el buen camino, yo estaré para ayudarte si así lo deseas.
Como si sus palabras hubiesen sido una información sobre el tiempo y no una bomba sobre mi cabeza, Alysson Brown, o también conocida como Alysson O´Sullivan, se marcha del salón dejándome confundido y a solas con la pequeña garrapata.
Vitae ha cerrado sus ojos completamente, luce tan tranquila e inofensiva dormida que cualquiera le cogería cariño. Decido no perder tiempo, así que, levantándome con sumo cuidado para o hacer ni el más mínimo ruido, salgo del salón. Al saberme en el pasillo y con ella aun descansando, corro a mi habitación y me encierro con llave.
Aliviado de estar a solas, voy a la nevera y saco una bolsa de sangre, la vierto en un vaso y me la bebo de un solo trago. Al ver que mi sed sigue como si nada, cojo otra y otra y otra. A este paso el brujo va a necesitar toda la sangre del mercado negro para alimentarme.