Legnas: la profecía 2

Cap 10 Sharon

Disculpen la demora. Se me acabaron los capítulos que tenía escrito y entre las fiestas de fin de año, que tuve dengue y que quería terminar "Las siete princesas", no había podido escribir, pero ahora que me quedo con una sola historia, espero poder dedicarle más tiempo...


El día de hoy ha sido extremadamente largo y agotador.

Aunque, honestamente, pensé que sería peor; estaba preparada para un enfrentamiento más intenso contra mi abuelo, esperaba mayor resistencia, incluso, en algún momento tuve el temor de que no lograríamos nuestros objetivos.

Supongo que luego de tantas muertes y tantas pérdidas, ya nos tocaba una victoria. Mañana será la coronación, algo que ha ocupado la mayor parte de mi día por todas las cosas que hemos tenido que preparar para el momento. Estoy nerviosa, muy nerviosa, pero siento que es lo correcto, que seré la reina que este pueblo necesita.

Mañana me coronarán, pasado enjuiciaremos a Lohan y a Edward y luego nos concentraremos en esa profecía.

Dios, la profecía.

Suspiro profundo mientras termino de enjuagarme.

¿Nefilim?

¿Acaso la vida tiene algo en nuestra contra? ¿Cómo demonios vamos a vencer a los Nefilim? Porque me queda claro que un enfrentamiento con ellos es inevitable.

Tenemos a uno de nuestro lado, pero qué diferencia hace uno contra decenas, cientos, miles... No tenemos ni idea de cuántos puedan ser. Para colmo ni siquiera tenemos a Jazlyn, su serta era un peligro, pero al menos estaba con nosotros. Mi hermano que era el Legna más poderoso tampoco está.

Es cierto que ahora contamos con todo un ejército de Legnas mucho más fuerte por la sangre del híbrido corriendo por sus venas, pero algo me dice que aun así estamos en desventaja.

Cierro la ducha y me seco con calma mientras mi cabeza continúa divagando en los sucesos que tendrán lugar mañana.

Me pongo mi juego de dormir: un vestido blanco sencillo que me llega a medio muslo, de tirantes y como pienso ir directico a dormir, no me pongo sostén.

Salgo del baño y me detengo al ver a Adams sentado en el borde de mi cama, con los codos apoyados en sus muslos y la cabeza enterrada en las palmas de sus manos. Su cuerpo irradia tensión por todos lados.

Me le acerco en silencio y me siento a su lado. La última vez que lo vi, había ido a llevarle la sangre a Sam.

—¿Estás bien? —susurro.

No me contesta, mantiene su posición por varios segundos y yo espero paciente hasta que levanta la cabeza.

El corazón me sube a la garganta al ver su bonito rostro tan demacrado y sus ojos rojos e hinchados. Creo que ha llorado.

Sin pensarlo, acaricio los mechones revueltos de su rubia cabellera y el cierra los ojos ante la sensación.

—Hemos discutido —dice en un susurro melancólico y me duele verlo así. No digo nada, espero a que continúe—. La está pasando mal, Sharon. Me preocupa que pierda el control.

»Sé que no quiere recaer,  que está haciendo hasta lo imposible por mantenerse del lado de los buenos, pero creo que su autocontrol se está resquebrajando.

»Le he ofrecido mi ayuda, no sé cómo ayudarlo, pero estoy dispuesto a hacer lo que me pida. Se refugió en el sarcasmo. Él me odia y es duro saberlo; ya no me quiere matar, pero me sigo odiando con las mismas fuerzas. Yo maté a su madre, yo...

»Era él o ella, mi decisión no tenía discusión. Si tan solo en ese tiempo yo tuviese a mi lobo bajo control, podría haberlos salvado a los dos, pero yo... la maté.

—No te hagas eso, Adams. Hiciste lo mejor que pudiste. Salvaste a tu hermano...

—Y lo condené a una inmortalidad de sufrimiento.

—Ese fue tu padre. Tú le permitiste seguir viviendo al salvarlo, Cristopher lo convirtió en vampiro y lo amoldó a su gusto. Tú en ese tiempo no podías hacer nada más.

—Me gustaría tanto que me dejara entrar, Sharon. Si me permitiera ayudarlo, si me permitiera ser su hermano, tal vez no la pasara tan mal. Él no está solo, ya no...

—Y él lo sabe, Adams. Solo dale más tiempo. Han pasado muchas cosas en muy poco tiempo. No hace ni diez días de que se enteró de la verdad tras la muerte de su madre, necesita digerirlo. Tienes que darle un poco de espacio o va a explotar.

»Creo que por el momento lo mejor es que te alejes un poco. Ayúdalo desde las sombras, asegúrate de que sepa que estás ahí para él, pero que estás dispuesto a respetar su espacio e ir a su ritmo. Ayúdalo a sobrellevar su sed sin agobiarlo y verás que poco a poco te irá dejando entrar.

—¿Tú crees?

No mucho. O sea, es difícil saber cómo piensa Sam y cómo puede reaccionar, pero creo podría funcionar.

—Eso creo.

Una sonrisa agotada, pero muy hermosa, se extiende en su rostro. Suspira profundo y se pone de pie.

—¿Puedo quedarme aquí? —Frunzo el ceño.

—¿Por qué preguntas?

—¿Porque eres la futura reina?

—Y tú eres mi novio. Esta habitación es tuya si así lo deseas.




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