Legnas: la profecía 2

Cap 16 Vitae

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Vitae:

Por algún extraño motivo, escuchar la profecía provoca algo raro en mi interior; tengo la sensación de haberla escuchado con anterioridad, pero no sé cómo y mucho menos cuándo. Sin embargo, no me da tiempo a interiorizar el porqué de ese sentimiento pues Sharon le pide a Isa que relea la última frase antes de la cuarta capa.

—¿Las almas del híbrido y el hijo de San Miguel? —pregunta mientras una lágrima recorre su mejilla. Miro al resto de los presentes y algo me dice que todos saben qué puede estar pensando la reina, pero yo no entiendo nada—. Díganme que no soy la única que piensa que se refiere a Jazlyn y mi hermano.

Oh.

—¿Están vivos? —pregunta Sam y yo lo observo. Luce confundido, contrariado, pero en su mirada hay una pizca de esperanza y felicidad.

¿Soy una mala persona por no gustarme la idea de que esa chica regrese?

La puerta del Salón de los Profetas se abre de repente y Sacarías, con unas pintas bien raras, bueno, más raras de lo normal, nos mira incrédulo.

—Alexander y Jazlyn están vivos. —Su declaración deja a todos los presentes fuera de juego. O sea, la profecía ya lo decía, pero tener la confirmación parece ser demasiado irreal para ellos.

—¿Cómo… cómo lo sabes? —pregunta la reina.

—¿Dónde están? ¿Están bien? —Esta vez es Sam y el tono de su voz es desesperado. Tal vez él si sienta cosas por esa chica.

Bajo la cabeza entristecida por ese pensamiento.

Debería estar feliz por ellos. Sé cuánto significan Alexander y Jazlyn en sus vidas, pero este sentimiento en la boca de mi estómago no me lo permite.

Sacarías pasa sus manos por su rostro intentando aclarar sus ideas. Creo.

Camina hacia nosotros y observa la piedra donde está grabada la palabra de Dios.

—¿Otra parte de la profecía?

—No me toques los cojones, brujo. Habla. ¿Dónde están? ¿Cómo lo sabes? —El brujo rueda los ojos ante la mirada roja del vampiro y un nudo se me forma en la garganta. ¿Por qué tengo deseos de llorar?

—Están en el año 1817, más específicamente en los cuerpos de Maira y Lirba.

—¿Cómo lo sabes? —pregunta Adams quien abraza a su novia que llora en silencio. Sus ojos también están humedecidos.

—Se pusieron en contacto con mi yo del pasado. Acabo de recordarlo, o sea, me he ido a dormir, he soñado con ellos y me he despertado con un recuerdo que antes no estaba ahí.

—¿Están bien? —pregunta el Nefilim retorciendo sus dedos, nervioso.

—Dentro de lo que cabe.

—¿A qué te refieres? —Esta vez Alysson e Isabel hablan al mismo tiempo. Esas dos mujeres me caen bien, me han tratado como una más de la familia desde que estoy aquí. Bueno, en realidad todos me han tratado como una más de ellos, incluso Sam aunque le ha costado trabajo.

—Han pasado por muchas cosas y nos tiene varios mensajes. Han estado viviendo los sueños de Alexander nuevamente y han intentado hacer todo diferente con la esperanza de cambiar el pasado y evitar que la profecía se cumpla.

—El pasado no puede cambiarse —digo para sorpresa de todos, incluso la mía.

Los ocho pares de ojos frente a mí me observan detenidamente. Yo me encojo de hombros. No sé cómo lo sé, simplemente lo sé.

—¿Qué?

—Bueno, la Criaturita tiene razón —dice Sacarías y yo frunzo los labios. No me gusta que me llame así, solo Sam lo tiene permitido—. Se han dado cuenta a las malas. Alexander mató al rey, se casó con la princesa y Jazlyn la asesinó.

Todos abren los ojos, sorprendidos, no es para menos. Incluso yo me sorprendo. Creo que han tenido una estancia bastante intensa en el pasado.

—A pesar de que lo intentaron todo y aunque los hechos se dieron de forma diferente a la que ya conocíamos, los resultados fueron los mismos. Estoy seguro de que si buscamos en los libros de historia, todo habrá cambiado y los humanos reconocerán a Lirba tal vez no como un héroe, sino como un traidor.

—¿Y por qué nosotros no lo hemos olvidado? —pregunto.

—Porque no somos humanos —responde Isabel—. Su realidad es distinta a la nuestra por decirlo de alguna manera. —Asiento con la cabeza.

—Al darse cuenta de que no podían cambiar las cosas, decidieron buscarme…

—¿Por qué a ti? —le interrumpe Sam—. Es decir, yo soy su amigo, incluso Adams sería una mejor opción.

—Gracias por lo que me toca, Hostring —le reprocha el brujo—. Pero déjame recordarte que en 1817 eras un vampiro sin escrúpulos lleno de odio que los habría matado incluso antes de dejarlos hablar. Y  Adams y Lucio fueron su primera opción, pero nunca dieron con ellos. ¿No se supone que en esa época estaban por allá? Jazlyn parecía un poco molesta por no haber podido dar con ustedes.

—Lo estábamos, pero a ellos se les olvida un detalle. En aquel entonces, Lucio y yo éramos unos desconocidos; además, por esa época usaba el apellido de mi madre, Rusell. No quería que me relacionaran con Cristopher.




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