Legnas: la profecía 2

Cap 19 Sacarías

Mi cabeza da vueltas...

Mi cuerpo arde...

Mi corazón late a un ritmo vertiginoso, tanto que da miedo.

No entiendo nada.

No sé qué está pasando.

Mis ojos se abren repentinamente. Pestañeo varias veces para eliminar las motas negras que me nublan la vista y cuando consigo enfocar la mirada, me percato de lo conocido que me resulta este lugar.

Observo a mi alrededor y los recuerdo vienen a mí. Estoy en el pasado, en mi cuerpo, mi casa y necesito encontrar a Jazlyn y Alexander. Muevo mi cuello para quitar la tensión por la posición incómoda en la que estaba y me dirijo a la habitación que hace tantos años les asigné.

Por la ventana se puede ver la oscuridad de la noche así que espero que no estén haciendo sus cosas de pareja porque no tengo tiempo y sería muy incómodo tener que interrumpir ese momento.

A pesar de las muchas emociones que me embargan al estar nuevamente en este lugar, decido no detallar nada porque me conozco; los recuerdos, tanto buenos como malos vendrían y se me pasaría el tiempo. Camino hacia la última puerta del pasillo pasando por delante de la que le di al capullo de Ezra y pego mi oreja a la madera; por suerte no escucho nada. Tal vez son silenciosos, no tengo ningún recuerdo de escucharlos follar.

Doy dos toques y espero unos segundos a que respondan, al ver que todo sigue en calma, abro la puerta. Chasqueo mis dedos y los dos candelabros a ambos lados de la cama se encienden. Sonrío ante la imagen de ellos abrazados como si el mundo no se estuviese yendo a la mierda.

La verdad es que me alegra ver que a pesar de las circunstancias, se tienen el uno al otro y lo que sienten para seguir adelante.

Me aclaro la garganta con fuerza y Alex levanta la cabeza. Hombre, tiene el sueño ligero. Frunce el ceño al verme y se incorpora un poco despertando a Jaz.

—¿Sairus? —pregunta la chica con voz ronca.

—Espero que cuando regresen al futuro, recuerden que mi nombre es Sacarías sino, me voy a enojar seriamente con ustedes.

Ambos fruncen el ceño sin entender lo que quiero decir.

—Es bueno volver a verlos, muchachos, fundamentalmente porque de verdad pensamos que habían muerto. —Jazlyn se sienta en la cama con rapidez.

—¿Sacarías? —Sonrío—. ¿El de los pelos locos? —Siempre he odiado que me llamen así, pero ya lo he escuchado tanto del maldito vampiro que ni me molesta, así que mantengo mi sonrisa—. ¡Oh, joder, eres tú!

Jazlyn sale de debajo del edredón, camina por encima de la cama y se lanza a mis brazos apretándome fuertemente. Yo le devuelvo el gesto porque realmente he extrañado a estos dos.

—Maldita sea, Sacarías, no te imaginas lo bien que se siente verte. —Se separa de mí y sus ojos están empañados en lágrimas.

—Lo mismo digo, las cosas allá no son lo mismo sin ustedes.

Alexander se acerca y me tiende su mano, yo la acepto y lo atraigo a mi cuerpo con intenciones de soltarlo rápido, pero la sujeción que mantiene es fuerte y eso provoca un poco de pesar en mí. Estos chicos son muy jóvenes y han tenido que enfrentar muchas cosas. Están solos en este mundo y sé que tienen miedo.

—¿Cómo están las cosas en casa? ¿Mi hermana?

—¿Y Adams, Sam, mi padre, mi abuela?

—Ey, tranquilos, una pregunta a la vez. Arréglense, los espero en la sala.

Salgo de la habitación dispuesto a ir a la cocina a buscar algo de beber, pero tanta es mi mala suerte, que me encuentro con Ezra. Tenía esperanza de marcharme sin tener que cruzarme con él. ¿Aunque, de qué me serviría? De igual forma lo tengo jodiendo en el futuro.

—Pensé que estarías durmiendo —comenta, pero prefiero ignorarlo. Entre menos lo vea, más posibilidades tiene de seguir vivo. Saco una botella de wiski y cojo una copa, la lleno y me la bebo de un jalón.

Tiene que tener la cara muy dura para aparecerse delante de mí luego de romperme el corazón en mil pedazos, pero peor lo es que se aparezca en el futuro luego de romperlo por segunda vez. Aunque el idiota soy yo por haber tropezado en dos ocasiones con la misma piedra.

—Pensé que habíamos superado la ley del hielo. —Silencio—. Sé que la cagué, en serio y ya te pedí disculpas.

—¿Enviar una carta con un simple: "Lo siento, me he asustado", es lo que tú consideras una disculpa? —Quería seguir ignorándolo, pero la rabia que siento no me lo permite. Respiro profundo intentando calmarme—. Déjame en paz, Ezra.

—Me equivoqué, Sairus, cometí el peor error de mi vida y por eso perdí lo más valioso que tenía. Sé que merezco tu odio y tu frialdad, pero quiero enmendar las cosas.

—No hay nada que enmendar.

—Sé que me quieres aún.

Error, lo quería. La única razón por la que le permití quedarse cuando llegó con Jazlyn y Alexander fue porque mi corazón no dejaba de latir a su alrededor, a pesar de la mierda que me hizo. Pero luego de perdonarlo e intentar las cosas, volvió a joderlo todo y ese día, eso que sentía por él se redujo a nada... Solo quedó ira y muchos deseos de matarlo con mis propias manos.




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