Horas antes:
Creo que me va a dar un infarto.
Madre santa, ¿cómo demonios se me ha podido pasar por la cabeza besarlo? De por sí no creo caerle muy bien, ahora debe estar totalmente enojado conmigo y con razón.
Es que soy tonta.
Paso mis manos temblorosas por mi pelo y aunque intento pararme no puedo porque mis piernas parecen haber perdido la capacidad de movilidad.
La puerta a mi lado se abre y Sharon, Isabel, Alysson y Aliz, entran al palacio. No las miro esperando que pasen de mí y me dejen pasar por este momento en paz, pero como es obvio, eso no sucede; al contrario, se acomodan a mi alrededor.
Mantengo la cabeza gacha y ellas un silencio total durante varios minutos, hasta que Sharon da un paso más cerca. Sé que es ella porque esos tacones de infarto con los que siempre anda son inconfundibles.
—Lo siento, Vitae, pero tengo qué preguntar. ¿Cómo se te ha ocurrido hacer semejante locura? —Levanto la cabeza y hago un mohín, tengo ganas de llorar.
—Es culpa de Mors, lo juro…
«¿Mi culpa?»
—¡Cállate, Mors! —Concentro nuevamente mi atención en las mujeres frente a mí—. Es que… —Paso mis manos por mi rostro y me pongo de pie, menos mal que ya mi cuerpo me obedece—. Me van a odiar si lo digo.
Todas fruncen el ceño sin entender.
—Cariño, no nos vamos a enojar —dice Isabel con una sonrisa y no puedo evitar pensar en lo bien que me cae esta mujer. Tiene un aire maternal que te envuelve en una calidez asombrosa.
Me remuevo incómoda ante la atenta mirada de las mujeres. Suspiro profundo y me obligo a hablar.
—Es que la profecía dice que Jazlyn va a regresar y a Sam le gusta esa chica y… y a mí me gusta él. Sé que está mal de mi parte sentirme así, que no tengo ningún derecho porque ella llegó primero que yo. Entonces Mors me dijo que debía llamar su atención, meterme en su cabeza. Me aconsejó pedirte ayuda, Sharon, pero no tuve tiempo y me asusté mucho al ver que se iba; vi a esa dichosa pareja besándose, entonces se me ocurrió y no lo pensé. Simplemente lo hice. Ahora él debe estar enojado y…
—Vitae. —Me interrumpe Sharon—. Respira.
Hago lo que me pide al percatarme de que mi discurso lo he dicho tan rápido y moviendo mis manos de forma nerviosa que me sorprende siquiera que hayan entendido algo.
—¿Estás celosa porque Jazlyn va a regresar? —Asiento con la cabeza, avergonzada, ante la pregunta de Alysson.
—Si sabes que Jaz es la novia de mi hermano y que se aman con locura, ¿no? —Vuelvo a asentir.
—Pero tiene el mismo rostro de Mía y ella es hermosa. Además, que sea la novia de Alexander no significa que él no sienta nada por ella. —Las cuatro mantienen silencio mientras me observan.
Esto es incómodo.
«Pídele consejo a Sharon», me pide Mors. «Ella definitivamente sabrá cómo enamorarlo».
¿Sam no te caía mal?
«Pero tú me caes bien y quiero que seas feliz».
—¿Pueden decirme qué hago ahora? —Me balanceo sobre mis pies, nerviosa—. Me refiero a cuando Sam regrese. Debe estar enojado.
—Ok, Vitae. —Sharon me observa—. Si quieres conquistar al vampiro, hay unas cuantas cosas que debes saber sobre él antes.
»Sam es un misterio para todos nosotros, no creo nunca poder saber lo que pasa por su cabeza, pero por lo que he aprendido de él en los últimos días, puedo suponer algunas.
Asiento con la cabeza. Estoy dispuesta a aprender y hacer lo que sea necesario.
—Nunca te compares con Mía y Jazlyn. Si no quieres que te mande a la mierda, trata de mantenerte en paz con esa parte de su vida porque el lugar que esas dos ocupan en su corazón, nadie lo va a cambiar, ¿entendido? —Asiento con la cabeza—. Te haré una pequeña historia basándome en las cosas que Adams me ha contado y lo que el mismo Sam ha dejado entrever.
»Cuando su padre lo convirtió en vampiro, Sam estaba lleno de odio por lo que sucedió con su madre y se dejó manipular por Cristopher. Se convirtió en un monstruo y lo fue hasta que conoció a Mía. Ella fue quien le enseñó que su humanidad no estaba completamente perdida y se enamoró. Mía fue como su ancla, su salvavidas en medio de un mundo de mierda.
»Yo estaba presente cuando Sam conoció a Jazlyn y la confundió con Mía, aunque al principio no entendíamos nada, el dolor, el arrepentimiento y la confusión se marcaban en su rostro. Supongo que al inicio pensó que eran la misma persona y no sé en qué momento se dio cuenta de que no lo era. Solo sé que él se juró a sí mismo protegerla, no sé si porque ella le gustaba o porque pensaba que de esa forma podía recompensar el no haber podido salvar a Mía, un pensamiento bastante estúpido porque no había nada que el pudiera hacer para protegerla.
»Mientras Mía fue su primer amor, Jaz fue su mejor amiga. Una chica que sin importarle que todos a su alrededor le dijeran que él era peligroso y que, por tanto, debía mantenerse alejada, lo trató como a un igual. No le tuvo miedo o al menos se obligó a no demostrarlo y depositó su confianza en él ciegamente. Incluso llegó a decir que confiaba más en Sam que en Alex.
»Te cuento todo esto porque quiero que entiendas que aunque tienen el mismo rostro, ambas juegan un papel diferente, pero trascendental en su vida. Nunca las va a olvidar y estoy convencida de que daría su vida por ellas si pudiera.
»No tienes motivos para sentir celos de Jazlyn. Sam es un hombre maduro que entiende su lugar y creo que si en algún momento llegó a sentir algo por ella, supo cómo controlarlo.
»Mía forma parte de su pasado y creo que no siente nada por ella, al menos no si hablamos de amor; cariño sí. Mucho, de hecho. Ha pasado mucho tiempo, pero hay cosas en esta vida que nunca se olvidan y creo que lo que ha acompañado a Sam durante más de cien años es el remordimiento, la culpa por no haberla protegido. ¿Entiendes lo que quiero decir?
—Creo que sí.
—Ahora, dejemos el pasado atrás y concentrémonos en el presente. —Sonríe maliciosamente—. Si tu intención era sorprender al vampiro, meterte dentro de su cabeza como dijiste, créeme, lo has conseguido. Dudo mucho que Sam piense en otra cosa durante ese viaje y si pasa, algo que dudo mucho, sus acompañantes se lo recordarán constantemente.