Legnas: la profecía 3

4. Los tres híbridos

Sam:

La habitación se queda en silencio total mientras la noticia hace mella en nuestras mentes. Sharon embarazada... Sharon la novia de mi hermano... Sharon embarazada del hijo de mi hermano.

¡Joder!

—¡¿Voy a ser tío?! —pregunto repentinamente escandalizado.

—¿Qué? —Es lo único que consigue decir la reina. La pobre está preocupantemente pálida, así que me levanto y corro hacia ella.

Voy a ser tío.

¡Puta madre! ¡Tío!

—¿Es…? —Aclaro mi garganta mientras una emoción que nunca creí sentir por algo como esto, comienza a crecer en mi interior. Voy a ser tío—. ¿Estás bien? Estás pálida.

Alexander se arrodilla a mi lado quedando frente a ella. Acuna su rostro con sus manos y yo pongo mala cara.

—¿Sharon?

—¿Eh? —Pobrecita, está en shock y lo peor es que no puedo borrar la maldita sonrisa que tengo en mi rostro.

No es ridículo que esté feliz ante la idea de ser tío, ¿verdad?

—¿Estás bien? —preguntamos los dos al mismo tiempo.

—Apártate, Hostring —advierte.

—Apártate tú. —Lo empujo con mi hombro intentando ponerme frente a ella.

—¡Es mi hermana!

—Pero no de sangre y ese bebecito en su interior, es mi sobrino. Así que apártate tú. Tengo más derecho.

Escucho a alguien reír detrás de nosotros y juro por… No… no volveré a usar esa frase jamás… Solo juro…

Juro que, si pudiera matarme con solo una mirada, ya lo hubiese hecho.

—Apártense los dos, idiotas. —Jazlyn coloca una mano sobre el hombro de cada uno y nos aparta para arrodillarse frente a la reina—. ¿Estás bien?

Los ojos negros de Sharon se encuentran con los de mi amiga. Están brillantes, conteniendo un torbellino de emociones que termina derramándose por sus mejillas en un mar de lágrimas.

—Embarazada —susurra—. Voy a tener… un bebé… —Jazlyn sonríe… A mí me duele la quijada de tanto hacerlo. Estoy seguro de que nunca había sonreído por tanto tiempo, es que me imagino la cara de desquiciado que debo tener.

¿Por qué estoy tan emocionado?

—Pues sí, lo tendrás.

—Adams. —Mi sonrisa desaparece cuando Sharon se lanza a los brazos de Jazlyn y llora desconsolada. La escucho balbucear acerca de que no es justo que él no esté, de que no pueda conocer a su hijo y toda emoción que pude haber sentido, se convierte en rabia, odio.

Nosotros no pedimos formar parte de esta profecía de mierda; ninguno pidió estar involucrado en una lucha que la mayor parte del tiempo, nos queda demasiado grande. Solo somos simples criaturas envueltas en una guerra celestial.

Enojado, me levanto y busco a Vitae con la mirada. Gabriel se interpone frente a ella al adivinar mis intenciones. Sin importarme una mierda, me paro frente a él, ojos rojos, colmillos y garras fuera. No sé si es mi imagen o la mirada que le dedico, solo sé que se aparta de mi camino.

Me arrodillo frente a Vitae y al ver sus bonitos ojos observarme con pesar, cierro los míos y respiro profundo deseando calmarme. No resolveré nada por las malas. La miro.

—Ayúdanos —le pido.

—No sé cómo. —Tomo su mano y me alivio al ver que no se aparta.

—Por favor, Criaturita… —Sus dos corazones aceleran sus latidos ante el nombre con el que la he bautizado y un rayo de esperanza crece en mi interior—. Eres la única que nos puede ayudar. Sé que es mucho pedir, que es difícil, pero por favor, inténtalo.

Ella mira a su alrededor, no sé qué ve exactamente porque todos están detrás de mí, yo solo puedo vislumbrar la cara de culo de Gabriel y el ceño fruncido de Rafael.

Su mano aprieta la mía y cuando me centro en ella, algo en su mirada, no sabría explicar qué, me dice que la chica ante mí, no es Dios, sino la Criaturita, esa que ha hecho latir mi corazón.

«Puedo intentar buscar su alma.» dice, pero para mi sorpresa, su boca no se mueve. Su voz ha sonado directamente en mi cabeza. Asombrado y sí, asustado, me hecho hacia atrás y casi caigo de culo. «Tranquilo. No quiero que Sharon escuche, no sería bueno darle falsas esperanzas».

Asiento con la cabeza.

«Sé que te duele y que estás enojado, conmigo fundamentalmente; pero créeme cuando te digo que no hay mucho que yo pueda hacer. No tengo la fuerza que se requiere para sacar un alma de cualquiera de los tres lugares» Se rasca el cuello con la mano libre. «Puedo intentar buscarla. Si está en el Cielo, no habrá problema, yo la devuelvo a su cuerpo siempre y cuando Gab… No, él no lo hará… Si Rafael baja su alma, yo se la devuelvo a tu hermano. Si está en la Nada, tendrán que esperar a que esta guerra termine y rezar para que salgamos vivos y yo recupere mis fuerzas».

Sus ojos analizan los míos buscando algo. Noto la lucha interna en los suyos y algo me dice que lo que sigue, no me va a gustar mucho.

«Si está en el Infierno… Hay que esperar igual». Desvía la mirada y al ver que no tiene intenciones de seguir, la tomo de la barbilla, obligándola a mirarme.




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