Legnas: la profecía 3

21. Muerte

JAZLYN:

Atravieso el portal junto a Alexander sintiendo cómo, una parte de mi corazón, se queda atrás.

La vida es una mierda.

Es injusto que mi hija deba morir por salvar el mundo, pero a estas alturas, no hay nada que podamos hacer, solo rezar para que las protecciones que le hemos puesto, puedan salvarla.

Puedo llorar, puedo maldecir a Dios y a todos los que estén involucrado en esta lucha por no permitirme disfrutar de ella, pero no lo haré. No es el momento.

Puede que una parte de mí se vaya con ella, pero no voy a permitir que su sacrificio sea en vano. Si ella va a dar su vida por este mundo, yo voy a hacer hasta lo imposible para que valga la pena, así que apenas atravesamos el portal, me lanzo contra el primer vampiro enemigo que me encuentro.

Miguel sacó al ejército de Lucifer del campo de acción para proteger a Alexa, para impedir que se unieran a Lucifer en su contra, pero no por eso ha terminado. Ellos están aquí, peleando contra los nuestros a muerte y no podemos permitirlo.

Alex no tarda en seguirme, uniéndose al baile mortal de cuerpos que solo termina con el deceso del adversario.

—Necesito ir con Vitae y Mors —dice Miguel, de repente, cuando le arranca el corazón a un hombre lobo.

Asiento como única respuesta y el emplumado insoportable se desvanece en el aire.

Uno mi pulso con el anillo formando la serta y esa corriente a la que me ido acostumbrando con el paso del tiempo, recorre mi cuerpo. Las agujas de la sortija se incrustan en mi piel y la sangre recorre las runas de la vara.

Sin perder tiempo, corro hacia la manada de lobos que pelea de manera sangrienta y, a diferencia de la última vez, soy consciente de que cuando encajo la punta de la serta en sus lomos, se trata de activos del ejército enemigo. Uno a uno va perdiendo su licantropía, quedando desnudos y totalmente vulnerables frente a sus contrincantes.

De lejos veo a Adams, en su forma de lobo, observando mis movimientos, intentando descifrar si sigo siendo su amiga. Le dedico una sonrisa corta y rápida, lo que parece suficiente pues vuelve a la batalla.

Diviso un grupo de vampiros y me lanzo contra ellos. Aquellos fieles a la Logia y a los Legnas que ya me han visto luchar en otras batallas, no dudan en alejarse de mí. Encajo la serta en el suelo y los encierro en un círculo formado por mi sangre. Una vez llego al punto de partida, hago una espiral y salto sobre el chupasangre más cerca de mi posición.

Sus ojos se abren desorbitados, aterrados ante su inminente muerte.

Seis reflejos míos aparecen dentro de la runa y, al mismo tiempo, enterramos nuestras sertas en el pecho de los vampiros que quedaron encerrados.

Mis ojos se ponen negros, lo sé porque el panorama ante mí se oscurece un poco. Es como ponerse unas gafas, puedo ver con claridad, pero más opaco.

«Nos volvemos a ver, preciosa» murmura mi parte Nefilim en mi interior e ignorándola, me uno a ella en la guerra.

Estar en paz con esta parte de mí, me alivia. Desde que ella y Alex llegaron a ese acuerdo en al pasado, ahora que sé que no atacará a mis amigos, no le temo a la serta y no dudo en usarla para hacer la batalla un poco más sencilla. Ya no lucho contra ella, sino que nos acoplamos como si fuéramos una sola y luchamos como un verdadero equipo.

No hemos vuelto a perder el control... Solo aquella vez cuando me rescataban de las garras de Lohan, cuando casi mato a Sam encerrándolo en la runa contra los vampiros; tal vez es por eso que me confío tanto, sin embargo, cuando nuestra visión comienza a tornarse rojiza, nos detenemos.

«¿Jazlyn?» murmura mi parte Nefilim a la que no he querido ponerle nombre.

Sacudo la cabeza con la esperanza de que mi visión regrese a la normalidad.

Mi corazón comienza a acelerarse cuando siento que mi cuerpo se mueve a pesar de las órdenes de mi cerebro de estarse quieto. Nuestra visión pasa a ser completamente roja y me veo atrapada junto a mi parte Nefilim en un pequeño rincón de nuestra mente.

Esa sensación de impotencia, enojo, frustración que sentía cada vez que mi Nefilim salía y no lo entendía, vuelve apoderarse de mí. Es jodido intentar tomar el control de tu propio cuerpo, pero sentirlo ajeno, como si alguien más lo estuviese moviendo a su antojo, como una marioneta.

Sin poder hacer nada, mi cuerpo se mueve entre el mar de sangre a nuestro alrededor buscando yo no sé qué cosa.

Una sensación de adormecimiento comienza a expandirse dentro de mí. La cabeza me duele, la boca se me reseca y la garganta me arde.

Ya he pasado antes por esto, pero por lo general, mi cuerpo está bien acurrucado dentro de su cama, calentito mientras duerme. Esto sucede cada vez que sueño con las runas o como me aterra pensar, cuando la serta me habla.

Ha sucedido con cada runa importante: la que uso contra los vampiros, los lobos, la de los brujos, la que le permite a Sam comer como un humano normal, así, que me dejo dominar por la sensación en espera de lo que sucederá.

La imagen de una triqueta dibujada con sangre, rodeada por un círculo viene a mi mente. No sé qué carajos significa, pero no me desespero, sé que, en cualquier momento, descubriré su significado.




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