Alexander:
Otra pesadilla… Otra batalla… Más heridas en mi cuerpo que, si bien ahora que estoy despierto no se ven, el dolor permanece.
Paso mis manos por mi rostro preguntándome por enésima vez en la última semana, ¿qué carajos está pasando conmigo? ¿Por qué estoy teniendo estos sueños? ¿Por qué son tan intensos?
No quiero admitirlo y mucho menos delante de mi hermana, pero comienzo a tener miedo, miedo de verdad y si Sharon no encuentra rápido una cura a lo que sea que me esté pasando, no tendré más remedio que informarle a mis padres y estoy convencido de que eso no sería una buena idea.
La puerta de mi habitación se abre bruscamente y Sharon entra como una exhalación.
—¿En la cama aún? —pregunta cuando me ve envuelto en el edredón. Miro mi reloj de noche: siete y cuarenta de la mañana. Al menos no son las ocho—. Mañana pondré mi despertador media hora antes solo para quemarte el móvil hasta que te despiertes. El rey te va a matar, apúrate.
—Buenos días a ti también.
—Buenos días ni leches. Espabila que no me quiero meter en problemas por tu culpa.
Agotado, adolorido y soñoliento, salgo de la cama y una vez en el baño, me doy una ducha rápida y me cepillo los dientes. Quince minutos después, estoy listo.
—Tenemos solo cinco minutos para llegar al salón del Trono, hay que correr.
Convencidos de que el gran Lohan no me permitirá otra llegada tarde, salimos corriendo por todo el palacio, llamando la atención de los Legnas que nos encontramos a nuestro paso. Llevo tantos días haciendo este recorrido a carreras que ya deben pensar que ocurre algo malo.
Faltan solo dos minutos para las ocho cuando nos detenemos frente a la puerta para tomar aire y calmar nuestras respiraciones erráticas. Sharon anuncia nuestra llegada con tres toques y entramos.
—Buenos días, alteza —saluda ella y él la ignora estrepitosamente.
—Me alegra ver que por fin te estás adaptando, Alexander.
—Sí, alteza, solo necesitaba unos días, pero ya estoy listo para iniciar mis labores.
—Perfecto, porque tengo tarea para los dos… Edward —llama a mi padre quien se acerca con una carpeta roja y me la entrega.
—La Logia ha solicitado nuestra ayuda —anuncia con voz autoritaria—. Hace dos días se hizo una petición de membresía...
—¿Y eso que tiene que ver con nosotros? —Le interrumpe Sharon—. A diario reciben ese tipo de solicitudes, ellos... —Se detiene ante la mirada a modo de reprimenda de mi padre. Este hombre odia que lo interrumpan.
—Esta solicitud es especial y por eso requieren una representación de la realeza. Nosotros tenemos cosas más importantes que hacer, por lo que irán ustedes.
Genial, como si nosotros no tuviéramos cosas que hacer también.
—¿De qué se trata? —pregunto.
—Una joven fue atacada por un vampiro hace unas noches; fue salvada por otro vampiro que llevaba una máscara, ¿les suena?
—El Justiciero.
Bueno, tal vez no sea mala idea ir a ese interrogatorio; estoy loco por atrapar a ese maldito vampiro, pero el imbécil es escurridizo. A lo mejor consigo alguna pista en todo esto.
La Sociedad Sobrenatural lo ha catalogado como el Justiciero, pues entrega en la puerta de la Logia a todo aquel que infrinja las normas de esta y, por supuesto, de los Legnas. Lo que más lo caracteriza a pesar de su ropa, claro, pues siempre usa la misma, es la nota que deja junto al infractor donde narra sus delitos.
A pesar de que hace cosas que podrían considerarse buenas, lo hace a su forma, violando cuanta ley existe sin importarle las consecuencias y, por tanto, está siendo buscado por la justicia sobrenatural.
—El nombre de la chica —dice mi padre mientras ojeo el contenido de la carpeta—, Jazlyn Lautner.
Como si de un resorte se tratara, todo mi cuerpo se yergue. Observo a mi hermana que, con los ojos desorbitados, me devuelve la mirada y yo rezo para que nadie se haya dado cuenta de ese acto reflejo
¿Jazlyn atacada por un vampiro? No puede ser, o sea, Sharon me comentó que eso le había dicho cuando le preguntó su razón para entrar a la Logia, pero no lo creía. Solo con ver su reacción confundida y temerosa ante la presencia de Sam es suficiente para saber que mentía. ¿Por qué poner esto en su solicitud?
¿Cómo una humana común y corriente sabe de la existencia del Justiciero?
El tema de Jazlyn pasa a segundo plano cuando Sharon comienza a informar sobre el veneno con el que han estado atacando a nuestros guerreros, pero, desgraciadamente, no hay avances. Y por más que intento prestarle atención al resto de la reunión, mi cabeza solo puede pensar en que Jazlyn fue atacada por un vampiro y salvada por el Justiciero. Esto es una locura.
Desconcertado aún, salgo del Salón del Trono. Escucho los pasos de mi hermana tras de mí, pero no dice nada, simplemente me sigue hasta la cocina donde caigo desplomado en una silla. Apoyo los brazos en la isla y hundo mi cabeza en mis manos mientras intento encontrar una explicación a todo esto.