Legnas: la profecía I

40. Discusión

Sam:

—Estará bien, Emily. —Ruedo los ojos por no sé qué vez.

Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que Adams le ha repetido a la mamá de Jazlyn que tanto su hija como su esposo, estarán bien.

Estamos en el hospital desde hace dos horas y la impaciencia está haciendo estragos conmigo. Quiero salir, arrancarle la cabeza a alguien solo para encontrar a Jaz, pero, aunque odio admitirlo y nunca lo diré en voz alta, Adams tiene razón.

Enfrentarme a mi padre, aunque él me acompañe, es un suicidio. Cristopher sabe que estoy dispuesto a protegerla aunque lo tenga que matar y me estará esperando con todo su ejército que no incluye solo a vampiros, sino también a lobos, demonios, brujos y muchas otras criaturas que forman parte del Submundo, aquellos que no se acogen a las leyes de la Logia, mucho menos a la de los Legnas.

Por eso, en su lugar, estamos en este insípido y repugnante lugar dándole apoyo moral a la familia Lautner, esperando a que Sharon pueda hacer algo por el padre de Jazlyn y a que Alexander se le ocurra aparecer. Mientras yo, aparte de la impotencia por no poder hacer nada, lucho contra las ganas de morder a alguien porque este lugar, aparte de a desinfectante, huele a sangre, caliente y deliciosa sangre. Otra cosa, la hermana de Jazlyn no deja de mirarme como si pensara que en cualquier momento saltaré a ella, no sé si a matarla o a qué.

—Adams, ¿ese chico es amigo de mi hija? —murmura la señora que horas antes me presentaron como Emily. Está a unos cuantos metros de mí y a pesar de que su voz es apenas un susurro, no tengo problemas para escucharla.

—Algo así.

—Luce peligroso, ¿por qué sería amigo de Jazlyn? Nunca antes lo he visto.

A pesar de que quiero verles la cara, mantengo la cabeza gacha concentrando la mirada en la punta de mis zapatos, la espalda apoyada en la pared y las manos en mis bolsillos.

—No te preocupes, Emily. Él… él es mi hermano.

Esa respuesta no me la esperaba así que levanto la cabeza con el ceño fruncido mientras ese sentimiento tan arraigado en mi interior, pugna por salir. Joder, odio a este hombre, ¿cómo es capaz de llamarme así después de lo que me hizo?

—¿Tu hermano? No sabía que tenías un hermano.

—Sí, bueno, es complicado —murmura sin apartar los ojos de los míos—. No tenemos muy buena relación.

¿No muy buena? Eso es un eufemismo.

—Pero no te preocupes, no es un mal chico. —Sus palabras provocan en mí unas ganas de reírme a carcajada casi imposible de resistir, pero la llegada de Sharon impide que me vea como un lunático.

Hace una hora más o menos, Adams la llamó a petición de Alexander para que atendiera al señor Lautner y desde que llegó haciéndose pasar por una doctora, ha estado con él.

—Doctora, ¿cómo está mi esposo? —pregunta la mujer afligida y su otra hija, Olivia creo que se llama, se le acerca.

Fue divertido ver a la princesa intentando explicarle a la chica cuando llegó, que era doctora en este hospital, al parecer se conocen de antes. Olivia no parecía muy convencida, pero no dijo nada.

—El señor Lautner ya está bien, no se preocupe. —Emily suspira aliviada—. El golpe no fue tan grave como pensábamos en un inicio. Hace unos minutos despertó y lo están trasladando a otra habitación, podrán verlo en un rato. Deberá quedarse unas horas más para asegurarnos de que no haya complicaciones, pero si todo sigue como imagino, en la tarde estarán en casa.

—Oh, Dios, muchas gracias, doctora.

—No hay de qué. No se preocupe. —Sharon le muestra una sonrisa tranquilizadora.

—Muchas gracias, Sharon.

—De nada, Olivia y no se preocupen, estoy segura de que Jazlyn aparecerá. La policía la encontrará.

Ambas asienten con la cabeza.

—Bueno, Emily, nosotros debemos marcharnos, cualquier cosa que necesiten, no dudes en llamarme.

—Gracias, Adams —dice y luego lo abraza de una forma tan maternal que me da envidia.

El hijo de puta mata a mi madre, una mujer que lo trató como si fuera su propio hijo, quitándome la posibilidad de tener algo así y viene él y lo encuentra en otro lugar. La vida es injusta.

Salimos caminando pues los tres sabemos que tenemos que planear algo para rescatar a Jazlyn, pero Emily se acerca a nosotros.

—Adams. Tú encontrarás a mi hija, ¿verdad? —El mencionado abre los ojos ligeramente sorprendido ante tal petición—. No soy tonta, algo está pasando aquí. Desde que Jazlyn descubrió sobre sus padres biológicos, ha estado actuando un poco extraña y sé que Nick y América estaban metidos en algo raro. Tengo la sensación de que tú sabes de qué se trata, a fin de cuentas, tu nombre estaba en esa carta.

—Emily…

—No necesito que me digas nada. Solo… encuentra a mi hija, tráela a casa a salvo, por favor.

Adams le sostiene la mirada por unos segundos.

—Lo haremos, no importa lo que tengamos que hacer, traeremos a Jazlyn de regreso sana y salva. Te lo prometo.

—Gracias, me quedo más tranquila ahora.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.