Lele en el colegio

2 La tortuga y la bruja


A raíz de un incidente en el que accidentalmente le saqué un diente a otro chico de un codazo, me volví repentinamente acosada. Les explicaré. 

Que Ema estaba siendo acosado no era un secreto para nadie, aveces incluso los mismos profesores se sumaban a las bromas, Despreciable. Para esa época yo no era muy considerada o muy amiga de nadie, asique no me sorprende que haya tardado tanto en darme cuenta. Sucedió que un día, a la salida de la escuela, recordé que olvidé algo en el salón y me tocó volver lo más rápido posible con la esperanza de que aquello todavía estuviera en mi pupitre. Grande fue mi sorpresa al encontrarme con Ema, ya no quedaba nadie más e incluso las luces estaban apagadas. No pude evitar meter la nariz en sus asuntos ajenos por que nací para los problemas. 

— ¿Qué haces acá? 

— nada, no me prestes atención. 

Entonces noté que estaba escribiendo algo, no, estaba copiando. Miraba el pizarrón intensamente intentando descifrar lo que decía con la luz apagada. Rapidamente prendí la luz y me acerqué a él. Apenas iba por la mitad del texto. Es por esto que le decían manuelita, ya todo el mundo se había ido y él seguía copiando la tarea para mañana. 

— sos muy lento. 

Le dije, imaginé que se enojaría o se achicaría como hacía con todos pero me respondió sin mover los ojos de su labor. 

— ya sé. 

Por un momento me pareció admirable. Honestamente soy inteligente, esa es la única manera que encontré para explicar como una persona tan poco conprometida con el estudio logra pasar de año. A mi no me cuesta y no le presto atención, si fuera él, si me costara tanto seguir el ritmo a los demás, ya hubiera dejado la escuela hace tiempo. Pero él no era como yo, seguía y seguía intentando. Aparecía cada día aunque fuera maltratado y ridiculizado. Se quedaba después de hora para lograrlo, era el primero en levantar la mano cuando el profesor preguntaba si no habiamos entendido y siempre era amable con todos, sin importar si le devolvían el gesto. 

Tal vez yo tuviera la cabeza podrida por tantas películas de super héroes, no sé, me molestaba inmensamente que lo trataran así, pero como fuera, decidí gastar parte de mí energía en acompañarlo y en ciertos casos defenderlo. Es de esta manera como nos volvimos mejores amigos, él se quedaba copiando y yo le hacía compañía para que no se sintiera solo. Aveces incluso le hablaba de algunas cosas mientras él escribía. Debería haberse enojado conmigo, después de todo lo desconcentraba y eso lo haría tardar más, pero al contrario, siempre me respondía amablemente. Siempre tenía algo bueno que decir. 

Me recosté sobre un pupitre totalmente aburrida, mientras comía una bolsa de papas fritas y seguía contandole mi vil chisme. 

— y bueno, ¿Te enteraste? Resulta que escuché de las otras chicas que Aldana estaba presumiendo que se encuentra a escondidas con el novio de Agustina ¿No te parece pésimo? Las mismas amigas de Agustina lo saben y no le dicen nada. 

Ema miraba el pizarrón atentamente, pero aún así respondió. 

— Me da pena.

Escucharlo responder me puso en alerta y seguí la conversación. Por lo general nadie me prestaba atención, resulta que hablo demasiado y eso a la gente le molesta. Dicen que simpre que tomo aire antes de hablar, se derrumban casas en chile, como si mi voz fuera tan molesta que es capaz de  provocar temblores. Pero afortunadamente, Ema nunca me pidió que me callara, por lo que con elt era capaz de hablar hasta quedarme sin temas... Lo que es rsro, por que yo JAMÁS me quedo sin temas. 

Seguí dando vueltas en el tema, sin poder soltarlo del todo. 

— ¿Debería decirle? 

— ¿A quien? — respondió sin más. 

— A agustina, nadie le dice. Ella está super enamorada y nadie le dice. Es horrible. 

Entonces Ema soltó su lápiz y me miró muy seriamente. 

— no le digas nada, te vas a meter en problemas. 

Suspiré y me recoste dramáticamente sobre su propio pupitre, impodiendole escribir. 

— ¿No me conoces? Yo siempre me meto en problemas, ese es mi talento... — él iba a decirme algo pero lo corté en seco — además, no me gusta lo que hace ese tipo, es desagradable. 

Ema negó con la cabeza y su mano quedó dubitativa en el aire, analizando que parte de mi cuerpo podia tocar para correrme y no ofenderme a la vez. Le sonreí y le saqué el lapiz de la mano a lo que él rechistó. 

— también es nuestro compañero, no deberíamos tratarlo mal. Además, la gente nunca escucha lo que no quiere creer. Si ella quisiera enfrentar que su novio la engaña, seguramente lo haría, no creo que no lo sepa ya, solo no quiere que la abandonen. 

Sus ojitos verdes miraron a la nada por un momento, como si estuviera dicoendo esas últimas palabras mas para si mismo... ¿Pero quién quería abandonarlo?


Ema no es muy hablador, no con todo el mundo, pero conmigo se abre un poco más, supongo que es por todo el tiempo que pasamos juntos. Tal vez no me tiene miedo, imagino que debe ser difícil tenerle miedo a alguien que te cuenta hasta lo que cenó. 

Hablabamos en la fila del patio, durante los recreos y en las actividades mixtas de deportes. A él siempre lo eligen último en todo y lo atacan cada vez que pueden. He visto pelotas de todos los deportes volando hacia su cabeza, una vez casi oe dan con una de hockey, ese fue mí límite antes de pegarle a una tonto violenta con el palo de hockey en las piernas. Tal vez para este punto tenían más amonestaciones que faltas a la escuela. Las iba acumilando y la amenaza de ser expulsada se iba transformando progresivamente en una realidad. 

Por fin entendí por que Ema era tan lento, no es que fuera tonto como todo el mundo decía, incluso lo acusaban de tener un retraso mental,¡Como si eso fuera malo o vergonzoso!. No, el escribe lento por su mano, es que tiene calambres en la muñeca. Lo mismo para su lectura o como copiaba, la verdad es que estaba sentado demasiado atrás como para ver gran cosa con esos ojos miopes que tiene. Le costaba el doble de tiempo distingir las letras y aún más hablar de su problema, sus anteojos son gruesos por lo que no es un secreto para nadie que su vista no es buena, pero un día le quite los anteojos y vi a través de ellos, todo parecía una espesa niebla uniforme de colores. 

— ¡dios, no vez nada! 

— tengo otro turno con el oculista, dicen que en un par de años podrían hacerme una cirugía. 

— no podés vivir la vida esperando, este es un problema ahora. 

Una vez que fui más consiente de sus ojos, nos apoderamos de los primeros pupitres, antes se sentaban ahí otras chicas, pero no fue muy difícil echarlas. Me bastó con tomar sus cosas y moverlas a otro lugar. 

— ¿pe-pero que va-van a decir cuando...? — puse un dedo sobre sus labios, eran delgados y tibios. 

— shh, que se aguanten. — sonreí por mis ocurrencias — quiero ver como levantan mi culo de esta silla. 

Efectivamente ellas se quejaron pero no pudieron hacer nada más. Nuestra amistad parecia empezar a molestarle a los demás. De por sí yo no era muy querida y siendo amiga del acosado numero uno, mucho menos. Para divertirse a nuestras costillas, viajó el rumor de qué eramos pareja y a todos les pareció una gran idea. 

«La tortuga tiene novia» 

Recitaban y aveces me daba ganas de decirles «si la tiene y antes que vos» pero eso sería mentira y las mentiras van en contra de mí código moral, además a Ema lo hubiera puesto mas nervioso. Opté por decirle a mi amigo que solo era una molestia más de la que ya teníamos por naturaleza y que no valia la pena dejar de ser amigos solo por eso. A lo que él me contestó que nunca iba a dejar de ser mi amigo, eso es tan tierno. 

Fue tal vez una vez en la que nos quedamos tras hora, yo charlaba con mi buen amigo, mientras él copiaba como siempre. Es entonces cuando llegó este tipo realmente molesto, su nombre era Sergio, ese era el susodicho que era novio de Agustina y que a escondidas salía con Aldana, la nieta de la directora... La perra roba stickers. 

A este tipo molesto le gustaba ponerme de los nervios y más cuando yo estaba tranquila. Se acercó a nosotros lanzando un montón de mierda, cuestionando cuando ibamos a oficializar la relación y que Ema estaba obviamente muerto de amor por mí. Todo eso sonaba como un montón de mierda para mí. El tipo hubiera seguido diciendo un monton de cosas de no ser por que por primera vez Ema decidió medio defenderse. 

— ¿y si ella me gusta, qué? 

Sergio quedó de piedra y honestamente yo también, pero imaginé que esa fue una respuesta natural al estilo de "¿Y que mierda te importa lo que hacemos?" No una confesión de amor involuntaria. Esta es la cosa con la gente tonta, se toma todo literalmente, jamás leen entre lineas. 

— ¡asique si te gusta! — graznó el infeliz y tomó por el hombro a Ema, incluso lo sacudió emocionado — mirá nada más, la tortuga y la bruja. Que linda parejita hacen. 

¿Bruja? ¡¿Me dijo bruja?! Ese fue mi primer encuentro con el limbo, ese tipo de lugar cósmico en el que nos instalamos cuando nuestro entorno no tiene explicación. 

— ¿Por qué bruja? — cuestioné sin más. Yo era conocida por rebelde, anarquista, problemática... Incluso hasta diría que loca, pero jamás tuve ninguna relación con lo espiritista o lo arcano. ¿De donde provenia semejante apodo? 

El imberbe me se rió burlonamente y me sacó la lengua como un completo idiota. 

— por tus pelos, esa escoba de paja que tenes en la cabeza solo puede ser de una bruja. 

Mi pelo, el que hasta entonces había dejado crecer a sus anchas como símbolo de libertad, al cual me negaba a desenredar mínimamente, por que la sola idea de pasarle el peine me agotaba y prefería dejarlo tan enredado como le gustaba estar. Era el tipo de pelo que solo una trenza puede controlar. Era más como una extensión de mi sangre y mi personalidad, no era un mero adorno. Mi pelo era una clara carta de amor a la naturaleza y la libertad... Mi pelito tal vez estaba un poco quemado, pajoso y reseco, con frizz y las puntas florecidas. Pero no tenía derecho a decirme bruja. 

— no le digas bru... — empezó a decir Ema, pero no pudo terminar la frase, por qué justo como aquella vez con el caso de mis preciados stickers. Sin siquiera plantearmelo, me lancé contra Sérgio. Caímos dolorosamente al suelo y entre el forcejeo y los miembros volando a mi alrededor, no sé exactamente como pero mi codo impactó contra su boca, haciéndolo sangrar esquisitamente. Éxito. 

Para el día siguiente había dos estúpidas enojadas conmigo y no con el miserable que jugaba con ambas. Dos mujeres que pusieron a las otras en mi contra, acusándome de violenta, y un estúpido Sérgio al que le faltaba un diente delantero, acompañado de sus mejores amiguitos, enviandome vibras no muy amistosas debajo de su nariz amoratada y el cardenal amarillento alrededor de su ojo derecho. Era probable que tuviera a todo el curso en mi contra, pero como aquella vez que me gané el desprecio de la directora... Ciertamente, no me arrepentía de nada. 

No, bueno, tal vez de algo sí. Por que en ese mismo paisaje terrible, me esperaba Ema con ojos enamorados, su pelo bien peinado para atrás con gel y un ramo de rosas. 

¡MIERDA!



#13116 en Novela romántica

En el texto hay: trianglo amoroso, romance

Editado: 01.02.2023

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