Les Routes

Capítulo 3: Brújula de estabilidad

12 de Mayo, 2021

10:00 AM - Les Routes

 

Suena la campana del primer receso. Connor ha mejorado en poco tiempo y en la mayoría de las materias. Ha pasado sus días y noches con la cabeza metida en libros, leyendo, memorizando, entendiendo y haciendo cálculos, realmente no es tan difícil, complicado es la palabra ideal. Correcto. Estaba atrasado en el camino hacia aprobar pero ahora lo recorre a velocidad considerable, avanza sin cesar constantemente. Este alentador y caluroso día está de su parte, en su rostro redondo se dibuja una sonrisa; exámenes y trabajos derrochan notas medianas. Rebosante de vibras indulgentes, cree oportuno aprovechar su racha de buena suerte. Es momento de poner en marcha su estrategia para conocer en profundidad a Umi, y para eso necesita hablar con la persona que más contacto tiene con ella, Ramiro.

 

Un mes sin mediar palabra con ellos tal vez sea suficiente, al poco tiempo de lo ocurrido en el gimnasio, los amigos de Connor volvieron a hablar con él sin mencionar el tema, pero él observa de lejos a Umi. Carlos, sin embargo, nunca se alejó de su amigo. La planta baja del edificio se armoniza ante su presencia positiva entre tantos estudiantes que ocupan el pasillo con caras largas y carácter preferible evitar, mientras, afuera del establecimiento los pájaros de plumaje naranja brillante con marrón opaco cantan haciendo sonar un coro agradable al oído. Connor se dirige al salón de clases de ellos y al llegar se encuentra con Ramiro sentado leyendo en uno de los últimos pupitres, no quiere interrumpirlo ya que no se conocen demasiado, ¿debería dejarlo para otra ocasión? Lo piensa un segundo, quizás luego se arrepentiría, quizás es tonto esperar, pero no ha venido para nada, es el momento, no es como si ella le gustara, solo siente curiosidad, ¿verdad? Más aún con el buen humor que lleva. Se arma de valor y se adentra al salón esquivando a pocos jóvenes que permanecen dentro, Ramiro levanta la cabeza al percibir a alguien acercándose, el resplandor sobre sus prominentes y anchos anteojos crean una onda de luz, ahora no hay vuelta atrás. Apoyando sus palmas sobre la mesa de Ramiro, le habla cómodamente sin que parezca extraño.

 

—Hola Ramiro, ¿cómo va todo? —intenta ser amigable.

 

—Hola Connor, bien estudiando un poco, ¿qué se te ofrece?

 

"¿Cómo sabe que se me ofrece algo?" Piensa. Inclina la cabeza para mirar de cerca a este hombrecito, su cabello cae hacia un lado dejando notar raíces negras pronunciadas en su cuero cabelludo. Contesta a Ramiro, el cual no aparta la mirada de su libro.

 

—Esperaba encontrarte para hablar.

 

—¿A mí? ¿De qué?

 

—Sé que te puede parecer confuso por el hecho que no somos amigos, pero... antes que nada vamos a un lugar donde nadie nos escuche, ¿te parece? —señala hacia atrás.

 

Cuando Ramiro se asoma por encima de Connor, unos alumnos los están viendo y escuchando, otros se reunían en la puerta, por lo que acepta salir de ese lugar espeluznante, sus miradas, las miradas de esos muchachos, petrificaría a cualquiera. Van al gimnasio que está vació en ese horario. Recorren un pequeño camino que pasa por el lado lateral del edificio, llega hasta el gimnasio que se ubica en la parte posterior. El enorme patio que se encontraba a la izquierda del gimnasio ahora es mítico, alguna vez allí hubo césped, un lugar vasto, sin embargo, ahora es tierra seca; y hermosos árboles donde los pájaros anidaban ahora son troncos huecos y despellejados, sin una sola hoja, un lugar muerto que fue vendido por el instituto luego de quedarse sin recursos, no como el patio delantero donde los árboles aún viven y son altos como una casa, una fachada, una máscara, por fuera podía verse bonito pero el interior está marchito. Una mariposa naranja yacía posada sobre una planta de aloe vera cuando vio pasar a los jóvenes por el patio. Abandonando las espinas, prende vuelo, sigue las voces y entra al gimnasio por la ventana rota que conoce, observa desde lo alto. Dentro del gimnasio, una vez a solas, la plática entre los chicos da inicio.

 

—Connor, el primer receso tiene veinte minutos y ya desperdiciamos siete así que espero que sea rápido.

 

—Sí, claro, tienes diez en todo, ¿no? —se sienta en el suelo cruzado de piernas—. No te preocupes tanto por llegar un poco tarde a clase, ven, siéntate.

 

Resignado, Ramiro se sienta a su lado un poco más suelto que de costumbre, Connor le genera confianza por algún motivo que no puede explicar, simplemente lo siente. Escucha atentamente lo que tiene para decir, hasta la última palabra que emerge de su boca suena clara, transparente como una copa, hace mucho no ha escuchado hablar así a alguien, curiosamente cuidadoso y sincero.

 

—Estuve pensando mucho en Umi, me parece interesante además de bella, y me gustaría conocerla más pero parece una chica muy cerrada y nada fácil de tratar, ¿puedes decirme algo de ella? Para acercarme un poco sin molestarla o algo parecido.

 

—¿Quieres que te de información de ella? No tengo mucho para decir —respondió con tímido fervor—, es mi mejor amiga, creo que la única. Siempre me maltrataron por ser un cerebrito, pero ella es diferente, quiero que tenga lo que se merece, y eso solo es lo mejor, así que si me prometes que lo que te diga ahora lo usarás para acercarte a ella y no para lastimarla, lo haré.




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