Les Routes

Capítulo 5: Acercamiento

16 de Mayo, 2021

14:00 PM - Puente Georinku

 

Las hojas secas de los árboles caen con una lentitud similar a una pluma desprendida de un ave. Recorren pocos centímetros hasta llegar al suelo donde yacen un montón de ellas apiladas en torres a la espera de ser remolcadas o por alguna alma que goce derribarlas y poder deleitarse al escuchar su crujido. El sol ilumina las calles poco transitadas del sur de Odimor calentando la acera como un día de verano en pleno otoño. Las estaciones se mezclan sin respeto. Unas pocas nubes se presentan solo para desaparecer en la distancia mientras son arrastradas por el pesado y tibio viento. Un río de agua cristalina corre debajo del pequeño puente, no es profundo, pero en él es posible ver nadando peces naranjas con enormes y hermosas aletas, siendo estas más grandes que sus pequeños cuerpos cubiertos de escamas tornasoladas. Los patos amarillos con pico anaranjado nadan junto a ellos en completa armonía. Connor se aproxima al puente vestido casual para su cita y los nervios que preceden. En la distancia ve a Umi con los brazos cruzados sobre el barandal de metal pintado de rojo carmín haciendo juego con sus labios, mira hacia abajo del puente donde el agua fluye. Es puntual. Lleva puesto un vestido ajustado por encima de las rodillas, con mangas, color violeta y zapatos negros de taco bajo. Muy elegante. Espléndida como siempre para su rostro desinteresado. De repente, Connor siente que fue un error no vestirse formal. Pero es tarde para pensar en eso. Se encuentra frente a ella.

 

—Hola —saludó a Umi con un beso en la mejilla y agrega sonriendo mirándola a los ojos—, estás muy hermosa.

 

Un cosquilleo recorre la nuca de Umi y sus latidos se sienten con mayor potencia e intensidad. Gira la cabeza abruptamente para el lado contrario y contesta fría.

 

—Hola, tú también... estás guapo. 

 

Quizás ese comentario la había molestado, pensó Connor sin saber qué hacer para remediarlo. En realidad, Umi se sonrojó por completo y no quería ser vista. No habitúa siquiera a mirar a alguien a los ojos cuando es con cariño. ¿Podremos ponernos en los zapatos de alguien más? Visualizar en nuestras mentes cómo es ser una persona de gran confianza y carisma. Cómo habla y cómo actúa, así es él. Ahora, lo contrario, una persona insegura y callada, así es ella. El alivio de encontrar un ser humano con ese don de ignorar los pecados capitales sería glorioso y enseñaría su estrategia para no ser tentado. Con timidez, Umi lo observa de reojo, su cabello ondulado y largo esconde parte de su rostro. El estilo de Connor sale de lo común en Odimor donde la mayoría viste ropa holgada, trae puesto un jean gris, una remera negra con diseños en blanco manga corta que le queda ajustada marcando su torso y brazos. Espero que no haya visto que lo estoy mirando. Umi tratará de ser lo menos pesimista posible este día. Entiende que su comportamiento no es adecuado, al menos con una persona que no apartó la mirada al ver una injusticia. Pero no está segura de expresar lo que siente, ni cómo. Para variar pone su cara escéptica deseando que mágicamente Connor entienda que le agrada y su compañía no genera ninguna molestia. Estira el brazo hacia él, sostiene una bolsa pequeña en su mano.

 

—Toma, feliz cumpleaños, no sabía qué traerte pero espero que te guste, también es un agradecimiento por defenderme el otro día. 

 

Después de todo, Connor logra comprenderla. Tal vez es su forma de ser. Si aceptó esta salida y trajo un obsequio, es porque un poco de bien le provoca. Agradece, e intrigado, toma el regalo apresurándose a saber de qué se trata. Al abrir la pequeña bolsa plástica no más grande que la palma de su mano, extrae un brazalete masculino de cadena gruesa totalmente de acero inoxidable. En ese mismo momento lo coloca en su muñeca.

 

—¿Ves? Me gusta mucho, te agradezco. 

 

Una pancarta vuela a gran velocidad frente a él pero no le presta atención, era la foto de una chica con palabras en mayúscula, 'FALTA MARÍA CLAUDIA'. Connor sonríe sin descanso desde que llegó al lugar. Umi se enternece por el comentario e intenta sonreír forzadamente. Su frente se arruga y sus grandes mejillas se deforman de manera divertida, se ve graciosa, pero Connor la ve idiotizado pensando que luce preciosa, siente de una manera formidable y convincente. Se percata que ella también trae un brazalete.

 

—Tú también tienes uno —exclamó curioso. 

 

Dice todo lo que piensa, aunque a veces sin pensarlo. El brazalete de Umi es diferente, de cadena fina, plata, y un dije que tiene grabado -Hermanos-. Enseña orgullosa este delicado accesorio.

 

—Es lo único de joyería que uso, significa mucho para mí, siempre lo tengo puesto, me lo regaló Ramiro en mi cumpleaños, él tiene uno igual. 

 

Debido al incesante calor, Connor propone seguir hablando en un lugar donde puedan estar más cómodos, sentarse y hablar sin estar sudando. El caluroso día hace que vayan a una heladería.

 

Inician una caminata de pocas cuadras. No hablan entre ellos hasta llegar. Ideas rondan sus mentes de cómo romper el silencio, sin éxito. Es algo embarazoso. En las calles hay paz. Hojas secas y concordia. La mayoría de las casas están en venta y los lugareños salen de vez en cuando. No hay ruidos. Connor recuerda la primera vez que llegó a Odimor junto a su familia. Abandonando la gran ciudad, el automóvil recorrió cientos de kilómetros. Los edificios cada vez se volvían más pequeños mientras se alejaban, las avenidas desaparecieron. Dejando atrás la selva de concreto, vio pasar animales y grandes plantaciones. Y el ruido, al fin dejaba atrás ese insoportable ruido. Al llegar a Odimor donde las casas rara vez superan el primer piso, son pequeñas y de aspecto colonial. Coloridas y llamativas como en un cuento de hadas. Lo que hay detrás de la ventana es maravilloso. Connor nunca miró hacia atrás. No dejaba absolutamente nada en la ciudad de Ipagnam. Tenía la certeza que este sería un nuevo comienzo y oportunidades. No fue así. No conectaba con los lugareños, son tan reservados, lo hacen sentir como un bicho raro. Sin extrañar su antiguo hogar, tampoco pertenece aquí. Da gracias de haber conocido a Carlos y ahora a ella. Poseen un aura diferente.




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