Les Routes

Capítulo 6: Lo que siento

18:23 PM - Casa de Connor

 

El cielo naranja se torna rojo y gradualmente se difumina con el espacio negro, azul, morado, violeta. Los colores conformando una galaxia con pequeños puntos blancos destellantes como polvo estelar de diamantes se asoman atrayendo la noche. Connor abre la puerta y cede el paso a Umi, es una casa pequeña, de una planta pero cómoda. Apenas al entrar se encuentra la cocina, y al lado, un salón amplio pintado de tono verdoso vivo sobre suelo reluciente de azulejos blancos, allí están reunidos la familia de Connor, y Carlos, en sillones de forma rectangular con tapiz de cuerina negra y muebles modernos de cristal que en Odimor son imposibles de conseguir, difícilmente Umi vería uno de esos si no fuera en revistas. Todos visten casualmente, a excepción de Carlos, con una camisa manga larga azul marino del color de su cabello. Es el primero en acercarse a Connor, lo recibe con un violento abrazo seguido de un reproche.

 

—Me dijiste que este puntual a las seis de la tarde y tú te atrasaste en tu propio cumpleaños. 

 

Simplemente él no posee la virtud de disposición para producir un efecto negativo, se disculpa con su amigo entre risas. La expresión jovial en el rostro de Carlos se convierte en desagradable tras notar la presencia de Umi. ¿Qué hace ella aquí? Connor camina hacia sus familiares, toma de la mano a Umi pidiendo que lo siga para presentarla. Luego de una mirada agria entre ambos, el saludo no fue posible, pero de no haber intervenido Connor, lo más probable es que un silencio incómodo los separe. Es tan ambiguo. Ella solo lo ignora, es la costumbre. Es su presencia.

La primera en saludar a Umi es la pequeña Lily, hermana menor de Connor, le llega hasta la cadera, el cabello blondo largo y liso de la niña es brillante y sedoso, a sus seis años, es una niña por demás carismática. En primero de primaria todos son sus amigos, es una estupenda estudiante, hija obediente y hermana traviesa. Lleva puesto un vestido blanco y rosa, y una cinta en el cabello que hace juego.

 

—¡Qué linda es! —exclamó Umi, al mismo tiempo que la niña le dedica una adulación.

 

—Tú también eres linda. 

 

El padre se acerca luego, un hombre mayor de unos cincuenta años, alto, aunque Connor lo es más, seguro la altura lo sacó de él y con el paso del tiempo este fue volviéndose unos centímetros encorvado, su cabello era negro, o en algún momento lo fue, ahora es difícil saberlo por las incontables canas. Mientras saluda a Umi expresa sus pensamientos. 

 

—Es hermosa igual que su madre, no como este chico que salió feo como yo. 

 

Las risas no tardan en llegar a excepción de la de Carlos.

 

—¡Papá! —gritó Connor avergonzado. 

 

Los padres por alguna razón siempre tienen algo que decir, unas veces más graciosas que otras. Tienden a encapsular la vida como un recuerdo, sus años les han enseñado y otorgado conocimientos, la esperanza y amor por sus hijos es eterna y está a la vista, que los criaron fuertes y felices. Entre risas se acerca la madre de Connor, una mujer de la misma edad del padre, su altura es mayor a la de Umi, el cabello, igual al de su hija pero corto, ofrece un abrazo exclama con goce.

 

—Bienvenida, y no les prestes atención a estos desalineados —objetivamente, son tan revoltosos como siempre, luego exclama mirándola de arriba a abajo—, es la primera vez que Connor trae a casa una chica, y además es bella. 

 

Los nervios de Umi colapsan de manera abrupta, siente un nudo en la garganta y el estómago, como un volcán en erupción. No esperaba que fuera a decir eso. Esconde su rostro sonrojado con sus manos mientras Connor vuelve a gritar.

 

—¡Mamá! 

 

¿Podrían volverse más cercanos? Está sucediendo. Umi se ríe con sus manos ocultando su boca. Hoy no es como otros días. El corazón de Connor parece que fuera a estallar entre las frases graciosamente vergonzosas de sus padres y ella, sobre todo ella, está tan transparente. ¿Acaso los tipos más duros alguna vez se han sentido así? Cualquier persona que oculte lo que siente no podrá fingir para siempre.

Suena el timbre de la casa, Carlos abre la puerta. No se movió de ahí desde que Umi entró. Observando detenidamente la escena enternecedora perdido en sus pensamientos, solo siente repulsión y su cara lo refleja. Al abrir se encuentra con Ramiro, Liz, el profesor Quinquela y su esposa. Llegan oportunamente al mismo tiempo, arreglados como para una reunión familiar. Carlos deja pasar a todos haciendo un saludo general con la mano. Cierra la puerta y se acerca a Connor para susurrar una pregunta al oído mientras este es saludado y felicitado por su cumpleaños. Tan pronto recibieron la propuesta de la fiesta marcharon rumbo a la casa de Connor. Eso hizo que lleguen antes de lo previsto.

 

—¿Qué hacen todos aquí, hermano?

 




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