Les Routes

Capítulo 11: Deseos

Las personas en Odimor y alrededores cuidan con su vida a sus mascotas, son como hijos, uno más de la familia. Esto incluye a los prisioneros. La cárcel a las afueras de Odimor, en mitad del bosque tenía una perra mestiza, la cual tuvo cinco cachorros. Los prisioneros aborrecen a los oficiales, sin embargo, amaban al can. Era fresca e inocente, un ser de otro universo, sin maldad y los cachorros iluminaban el ambiente lúgubre. Un cruel día, la descubrieron muerta junto a cuatro de sus crías, fueron acuchillados de manera inhumana. Nadie perdonó ese crimen. Incluso los reclusos buscan al responsable para matarlo de igual modo. Hasta el momento no hay pistas ni sospechosos. El cachorro restante, único sobreviviente, pudo huir, lo hallaron aterrorizado en una celda. Para que el alma maligna que había originado tanto sufrimiento no volviera por él, lo enviaron a la veterinaria de Odimor para ser adoptado por una familia y no corriera ningún riesgo. Así llegó a la veterinaria Arias.

 

3 de Julio, 2021

15:00 PM - Veterinaria Arias 

 

Con los días frescos y despejados ideales para caminar, Connor habló con María y Sergio para regalarle un perro a Umi ya que ella le había confesado que anhelaba uno pero no había tenido la oportunidad de tener una mascota. Se vieron fascinados con la idea, completamente de acuerdo, por ello dejaron todo en sus manos. El jardín prominente tendría más vida. Las buenas acciones provenientes del corazón enriquecen el alma. La filantropía hace su aparición cuando menos lo pensamos. Queremos lo mejor para quienes amamos y cumplir aunque sea uno solo de sus deseos para que una sonrisa se dibuje en su rostro. Felicidad compartida. Sin que Umi se dé cuenta, compraron alimento, juguetes y una cucha, solo falta el perro.

 

La tarde del fin de semana comienza con el sol a pleno, en la cima iluminando Odimor, despejado sin una sola nube que oculte su inmensidad y belleza. Sin embargo, el calor auspiciado por los rayos solares no espanta el frío intenso del invierno. Los objetos poseen una temperatura más baja de lo normal con el aire seco frotando sobre ellos. Connor entra a la veterinaria junto con Lily, ambos quieren sorprender a Umi. En el lugar también se sitúa una tienda de accesorios y alimentos para mascotas, siendo esta una veterinaria completa. Dentro del lugar el aire acondicionado crea un clima placentero, cálido. Silencioso. Como una clínica, la pintura de las paredes y azulejos del piso son blancos. Un paraíso animal. El olor a mascota por las comidas, aserrín y piedras sanitarias aumentan el entusiasmo. Están inquietos. Los recibe una chica de corte carré negro, pequeña de altura, y delgada pero en excelso sonriente. Tiene un aura de bondad. No parece ser veterinaria, sino más bien empleada. Viste ropa suelta y cómoda, desabrigada, no como Connor y Lily, es porque dentro del lugar yace clima tropical, y su buen humor, seguro tiene algo que ver. Pese a que provenga una correntada de frío, quizás ella se vería poco afectada. Su voz relincha, como si estuviera hablando con niños. Es dulce, se nota paciente, a disponibilidad, y atenta como una devota empleada.

 

—Bienvenidos a la Veterinaria Arias, ¿en qué los puedo ayudar? Mi nombre es Micaela. 

 

—Hola —saludó Connor con alegría—, estoy buscando un lugar donde pueda adoptar un perro. Esta es la única veterinaria así que pensé que podrían orientarme.

 

—¿Es para ella? —señala a Lily—. Porque si es para la niña tengo que advertirte que los animales no son juguetes. 

 

—Es para su novia —susurró Lily entrometiéndose.

 

—¡Lily! —exclamó avergonzado.

 

—¡Oh! Ya veo, perdón la intromisión —ríe inocentemente—. Atrás tenemos un cachorro, es lo único que puedo ofrecerte, por suerte aquí y en alrededores no descuidan a sus animales.

 

—Está bien, lo llevaré. 

 

—¿No quieres verlo antes? 

 

—¿Es un perro, no? Con eso me basta.

 

—Bien, entonces, ya vuelvo y traigo al cachorro conmigo, tienes que firmar unos papeles de adopción —coloca los documentos sobre el mostrador, los completa con sencillez y velocidad—, y te haremos un seguimiento por unos meses, ¿eres mayor de edad?

 

—Sí.

 

—Necesito tu documentación, por favor, ¿qué dirección escribo, la tuya o la de tu novia?

 

—La mía y... no es mi novia.

 

Apenado, y un poco anhelando, Connor mencionó esas últimas palabras. Micaela se encarga de terminar de llenar los papeles y darles al cachorro en condiciones. Explica los cuidados básicos y vacunas. Adoctrinando a estos inexpertos. No es algo complicado. El cachorro tiene apenas tres meses, es grande de tamaño para su edad, su pelaje es marmolado pero casi negro, tiene mucho pelo, largo y esponjoso, orejas en punta como triángulos y es amistoso y juguetón, babea por doquier. Tan solo al verlo se percibe una improbable humanidad, lealtad plena a pesar de verse por primera vez. Ese toque mágico que generan las mascotas. Aunque no hablan, aunque lo conozcas hace unos minutos, sabes que ya tienes su amor. Es demasiado tierno con sus pupilas dilatadas. Micaela los provee de una correa, y aunque la lleva puesta, Lily prefiere cargarlo. Las virtudes de los hermanos destacan. Sobresale la eficacia, la generosidad. El altruismo es su pasatiempo. A punto de retirarse, Connor ve un pilón de afiches arrugados sobre un estante, solo alcanza a ver el de arriba, la foto de una chica y las grandes letras, 'FALTA MÓNICA'.




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