Anya.
–¿Sabes que es lo más raro de esta situación? –preguntó Yazmin de repente, mientras esperábamos que pasará el transporte hacia su casa, en la parada cercana de la universidad.
–¿Qué cosa? –pregunté, frunciéndole el ceño, preparándome a sus extrañas preguntas que suele hacer.
–Que conozcas en persona a tu grupo favorito, que resulta ser demasiado conocido, y por supuesto, no olvidemos el hombre fornido que parece acompañarte a casi todas partes, es como tu sombra –contestó.
Me eché a reír ante su respuesta, escuchando el sonido característico de cuando te toman una fotografía, cosa que ha pasado los últimos dos días, desde que se dio a conocer mi identidad y todo eso. Es muy loco tener que dar autógrafos, fotos y sonrisas, pero es uno de los precios de la aparente fama que me han otorgado desde que decidí entrar en este proyecto.
–Locuras de la vida Yaz, locuras de la vida –suspiré, como si quisiera englobar toda la locura nueva de mi vida en esa simple frase.
–Ahora estas volviéndote famosa, aunque no sé si quieras meterte a ese mundo cuando parece que no hay privacidad y tú odias que se metan en tu vida.
–Lo sé muy bien Yaz, pero tengo muy buenas razones para arriesgarme esta vez.
–Ya me imagino cuáles son tus razones –murmuró, sonriéndome un poco –. Estoy orgullosa de que hayas recapacitado.
–Gracias, le daré tus felicitaciones.
–Está bien. Ya me voy, ya viene mi transporte te veré el viernes.
–Claro, cuídate –me despedí, observándola subir a su transporte, para luego, alejarse del lugar.
–¿Lista para irnos, señorita Anya? –me preguntó el guardaespaldas que me ha estado cuidando.
–Claro, podemos irnos, Jon –le contesté, caminando a su lado hacia la camioneta en donde estábamos movilizándonos, de ese modo, estaré más segura, según sus palabras.
Algunas ARMYS me saludaron y pidieron fotos, cosa que cumplí aun cuando estaba muy cansada, pero es parte de lo que viviré cada día, así que me tendré que acostumbrar Al llegar al hotel, observe a mas ARMYs en la entrada, así que las saludé de manera amable, entrando al interior para ir a la habitación donde estaban los chicos.
–¡Hola! ¡Ya llegué! –grité mientras dejaba mis cosas en el recibidor.
–¡Anya! ¡Qué bueno que llegas! ¡Ya estábamos a punto de llamarte! –me saludó Taehyung, dándome un muy entusiasta abrazo.
–¿Qué sucede? ¿Por qué soy tan requerida hoy?
–Debido a las muchas reproducciones que hemos tenido, queremos ir a algún lugar a bailar y festejar –me dijo Hoseok, que estaba comiendo ramen.
–Oh, aquí hay demasiados lugares, pero conozco uno bueno, solía ir de vez en cuando –sugerí, recordándolo al instante con una sonrisa.
–¿Podemos ir hoy? –preguntó Jimin, haciendo un puchero con sus bonitos labios.
–Bueno, mañana no tengo que ir al servicio ni a la escuela, supongo que puedo desvelarme.
–¡Sí! ¡Vamos a hablar con tu mamá ahora mismo! –exclamó Jin, levantándose del sofá.
–Llámala a su celular, ahora no está en casa –le avisé, sacando mi celular para que la llamará desde ahí –. ¿Dónde está JungKook?
–En su habitación –respondió Hoseok de manera distraída.
Asentí, aun cuando no podía verme, caminando hacia su habitación. En el camino escuché algunas voces que supongo eran Namjoon y Yoongi, ignorándolas hasta llegar a la habitación donde estaba JungKook, tocando la puerta para pedirle permiso de pasar.
–¡Esta abierto! –gritó, dándome el permiso que necesitaba para pasar y encontrarlo en pijama, descalzo y con una laptop encima de sus piernas, sentado sobre su cama.
–¿Qué estás haciendo? –pregunté, cerrando la puerta detrás de mí, dirigiéndome hacia donde estaba.
–Veía los comentarios de las ARMYs –contestó, cerrando la laptop y dejándola en una mesa de noche.
–¿Y qué tal?
–Son excelentes, nunca las vi tan emocionadas.
–Compréndelas, no es común que una chica latina este con ustedes colaborando –mencioné, intentando sentarse a un lado de la cama, pero él fue más rápido, tomándome de la cintura, para quedar casi sentada en su regazo –. ¿Y eso? –pregunté, colocando mis manos en su pecho, para poner algo de distancia.
–Me gusta tenerte cerca –murmuró en voz baja, acercándose más a mi rostro.
–¿Qué tan cerca?
–Lo más cerca que pueda –susurró, besándome de modo suave y lento.
Sus manos rodearon mejor mi cintura, ocasionando que la distancia fuera menor. Me besaba de manera lenta, pero esa lentitud no quitaba ni un poco de intensidad a sus movimientos. Mis manos subieron a su nuca, jugueteando con su cabello, sintiendo como mordía de manera juguetona y suave mi labio inferior, tomándome por sorpresa.
La mordida no dolía, sólo hacía que se encendiera un deseo dentro de mi bastante intenso, quería pedirle que jamás se detuviera, incluso que me mordiera más fuerte. Sus manos se movieron de manera perezosa por mi espalda, haciéndome estremecer por la calidez en ella, podía sentirla a pesar de la blusa que usaba, era algo que no sabía que podía emocionarme tanto.