Letra & Música

Capítulo 33. Debilidad.

Anya.

–Anya, te ves muy mal, ¿te encuentras bien? –me preguntó Lorena, sentándose a mi lado en la jardinera donde me encontraba, tratando de calmar mis sentimientos.

–Sí, es que no dormí muy bien anoche –mentí.

Estaba segura de que no podía decirles que estaba así porque JungKook terminó conmigo. Eran mis amigas y las apreciaba, pero esto podría volverse un chisme, no podría lidiar con algo así cuando ni yo misma se cómo reaccionar, así que fingir que no he dormido bien es buena idea, aunque no es del todo una mentira.

Han pasado sólo cinco días desde que todo sucedió. Los chicos han hablado conmigo, tratando de que consolarme, pero notó en sus palabras que quieren que haga algo para arreglarlo. ¿Cómo puedo hacer algo? Fue JungKook quien tomó esta decisión, y a pesar de que me duele, no voy a rebajarme otra vez a rogar por amor. Nunca más.

–Ven con nosotras a tomar algo, tal vez así te despejes un rato –sugirió Cintia.

–No tengo muchos ánimos.

–¡Vamos, Anya! Parece que hoy no vendrá tu novio, ven con nosotras y bebe, aunque sea una cerveza –trató de convencerme Diana.

–Creo que puedo ir por un rato –murmuré de manera dudosa.

–¡Genial! Vamos entonces –exclamó emocionada, tomándome del brazo y llevándome casi a rastras.

La verdad, ahora no me importa lo que estaba haciendo, no me sentía completamente consiente, sólo quería ignorar este dolor que estaba sintiendo. Tal vez no era lo correcto, tal vez mañana me arrepentiría, pero sólo Dios sabe cuan entumecida me siento ahora. Es como si tuviera alguna especie de piloto automático que me dice cuando hacer las cosas.

Cuando me di cuenta, ya habíamos llegado al bar donde había muchos chicos bebiendo, platicando y bailando. El olor a cigarrillo me mareó un poco, pero lo ignoré hasta que llegamos a una mesa, donde había más compañeros.

–Anya, es un milagro verte por aquí –comentó Erika al verme.

–Vine por un rato, no se emocionen tanto –aseguré, sentándome en una de las sillas vacías.

–Pero al menos tómate una con nosotros, así te relajas un poco –sugirió Laura, acercándome un tarro de cerveza.

Miré con atención el tarro frente a mí, debatiéndome en los pros y contras de beberlo. Creo haber dicho que no soy fan de tomar alcohol, que no me gusta esa sensación de no tener el control de ti mismo, de perderte en sentimientos y pensamientos vacíos, pero ahora, tenía otra perspectiva, porque estaba de ese modo sin una gota de ese líquido frente a mí.

El pensamiento de olvidar por un momento esta sensación de confusión y vacío, de tener paz en mis pensamientos, de no estar constantemente imaginando una y mil situaciones negativas, todas parecían buenas opciones para dejarme llevar.

–Si no estás segura, no lo hagas, nadie te obliga a hacerlo –murmuró Yazmin en mi oído.

Volví la vista al tarro y lo tomé. Tal vez merecía esto, tal vez merecía un momento de amnesia en mi cabeza, en mis sensaciones, en mi pensar, merecía perderme en una nube imaginaria de felicidad. Ahora mismo, era la mejor opción que tenía para no caer en la locura que amenazaba con destruirme.

♫♫♫♫♫

JungKook.

–¿Qué pasa? ¿Por qué dejas de jugar? –le pregunté a Jimin confundido, observándolo dejar el mando del videojuego en la mesita de centro.

–¿Para qué seguir jugando cuando ni siquiera pones atención? Te he ganado cuatro veces y no has dicho nada –fue su repuesta, cruzándose de brazos.

–Lo siento, estoy un poco distraído.

–Estás distraído pensando en Anya.

–No es cierto.

–Te conozco, Jeon JungKook, no te atrevas a mentirme –me regañó, mirándome con atención –. ¿Por qué no vas a buscarla?

–No voy a hacerlo.

–¿Por qué?

–Tengo mis razones –respondí, tratando de no seguir con el tema.

–¿Sí? ¿Y cuáles son esas razones? –me cuestionó insistente.

No dije absolutamente nada, no pensaba hacerlo, pero su celular sonando nos interrumpió, lo que me hizo agradecer en silencio, antes de hacer una cosa estúpida como decirle que no se meta en mis asuntos.

–¿Hola? Ah, hola Yazmin. Estoy en el Hotel jugando un poco. ¿Qué? ¿Anya esta dónde? –preguntó confundido, llamando mi atención –¿Por qué fue? No te preocupes, ahora mismo iré a buscarla. Sí, yo te aviso cuando este con ella. Nos vemos y gracias por avisarme –se despidió, colgando la llamada.

–¿Qué pasa con Anya? –pregunté preocupado.

–Ah, ¿ahora si te preocupas por ella? –preguntó con intriga.

–Nunca dije que no me importará.

–Pues tus acciones dicen lo contrario.

–Jimin… –siseé.

–Ya entendí –me cortó, suspirando un poco –. Anya fue a beber con sus compañeras, y por lo que Yazmin me dijo, estaba muy dispuesta a hacerlo.

–¿Qué? Eso no es posible, a ella no le gusta beber –murmuré, alarmado de su comportamiento tan errático.




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