Letras Perdidas En Esta Ciudad

LA VIDA ES BELLA

Hay circunstancias en la vida que nos lleva a tomar diversas decisiones, muchas de estas buenas, muy buenas para ser verdad que muchas veces ni nos damos cuenta de estas, pero otras, bueno otras no tanto. Y estaba bien, porque todo lo que hemos aprendido desde el día en que nacemos no lo hemos hecho de la forma más fácil posible, nos hemos equivocado, hemos errado y llevamos con nosotros golpes que las personas no notan porque después de todo las peores heridas son las que llevamos allí adentro donde nadie ve.

La muerte, aunque duela, muchas veces nos sirve para darnos enseñanzas en nuestra vida, he aprendido a disfrutar de la vida después del fallecimiento de mi abuela, era una adolescente que aún no entendía muchas cosas que ocurrían a mi alrededor y quería echarle la culpa a todos los que me rodeaban por lo que pasaba sin darme cuenta de que la vida era así con buenos, malos y peores, con negros, blancos y colores.

Y aunque me costó mucho aprendí a compartir conmigo misma, aprendí a aceptar los dolores y las risas que llegaban a mi vida y dejar ir todo lo que llega para darle paso a otras cosas. No quedarme estancada en nada y nadie.

A veces era bueno perderse del bullicio de la ciudad, así que tomaba mi bolso y salía en mi motocicleta hasta acá, un río poco concurrido a las afueras de la ciudad. Era mi lugar seguro y nadaba hasta cansarme en este o hasta que el sol empezara a ocultarse, como hoy día.

Le di una última mirada a mi alrededor, sonreí agradecida de este día y conduje de regreso al centro de la ciudad, la noche hizo presencia y la cantidad de personas en las calles junto a la algarabía dio aviso al fin de semana.

-Buenas noches doctor Marco- le sonreí abiertamente y el hizo lo mismo.

-Buenas noches Odalys ¿Cómo te encuentras?

No había ser en este edificio con más hospitalidad que él, a pesar de su edad podía considerarlo el mejor doctor que yo había conocido.

-De maravilla- Me dio una sonrisa confiada de mi respuesta, se despidió y entré a mi departamento.

Dejé todo en su lugar, encendí mis velas favoritas y empecé a preparar mi merienda mientras me preocupaba por la próxima exhibición en mi galería, se me era imposible quedarme tranquila en ls día previos a este evento. La señora Rocío quien me ayuda a organizarlo todo se encontraba delicada de salud y poseía de poco tiempo para ultimar detalles por mí misma.

El celular sonó y tomé la llamada con una sonrisa en la cara al divisar el nombre en la pantalla.

- ¿Acordándote de la mujer que más amas? - pregunté.

- La segunda mujer de mi vida siempre estará en mi corazón.

Escuché su risa al otro lado y no pude evitar reírme.

-Ya sé que no puedo competir con esa pequeña niña.

-Nunca, Oda Oda.

-Deja de decirme así o te cuelgo.

-Uy que miedo.

Llevé mis platos hasta el balcón, mi lugar favorito de este departamento y lo suficientemente grande para quedarme a vivir aquí si lo deseara.

- ¿A qué debo este milagro de llamada?

- ¿Vamos mañana a esa premiere juntas? No tengo compañía, mi querido esposo tiene guardia en el hospital. Di que sí.

Podría jurar que estaba con un puchero en los labios donde sea que esté esperando una confirmación de mi parte.

-No lo sé, sabes que me da pánico pasar por esa alfombra.

-Nos metemos por donde entra el personal de servicio.

No pude evitar reír ante esa idea, una muy buena idea para ser sincera.

-Si entramos por ahí me lo podría estar pensando.

-Vamos Odalys, las cámaras te aman.

-Pero yo no a ellas.

-Lo sé, solo quería ver si podía convencerte esta vez.

No es que no quiera ir, si no que prefiero alejarme de todos los medios posibles. Odio sentirme abrumada cuando salga, desearía que no me reconocieran por la calle, pero son privilegios que mi arte no me permite.

Mientras menos me recuerden, mejor.

-No tengo vestido- me excusé.

-Sabes que puedes conseguirlo con solo cerrar los ojos si te lo propones.

Suspiré y me lo pensé por varios minutos mientras comía y ella no colgaba esperando mi respuesta. Llevaba meses sin asistir a un evento público y creo que hacía falta una pequeña aparición. Estoy segura de que me escaparé de esta mujer a medio evento.

-Nos vemos mañana en tu apartamento.

Reí ante su grito de emoción y sus continuos "gracias"

- ¿Sabes que te amo? ¿Verdad?

-Sí, ya lo se Pau.

-No traigas a tu equipo, el mío estará temprano.

-Está bien, te amo.

-Y yo a ti, cuídate.

Dejé la cocina en orden, me di una ducha y me senté a leer sobre los poemas que iban junto a mis cuadros, no había pintura sin letras. Y es que mantenía una idea de que todo arte se complementa entre sí, creo que sin uno no existiera el otro. Entendía que el arte se podría interpretar de diferentes maneras, pero al crearles un poema a mis obras podía transmitir de mejor manera mi mensaje.

Dejé todo de lado al sentir como el sueño se apoderaba de mi cuerpo, miré el techo que me hacía sonreír, este tenía una particular característica. Lo había pintado hace años, con nubes y ángeles ese arte que surgió por el renacimiento.

Fue un impulso del cual nunca me he arrepentido, sentir que estoy en ese ambiente celestial y de tranquilidad, en calma y entre ángeles mirando todo desde arriba, quiero creer que así es después de la muerte.

******

-¡Oda! ¡Oda!

Una pequeña niña corrió por el pasillo al escucharme y gritaba mi apodo tal cual ritual de aquellas tribus que existían.

-Mi pequeña Stela- la tomé entre mis brazos- ¿cómo has estado?

-Bien, mi mami está en el salón de belleza.

-Vamos para allá entonces.

La casa de Paula era extremadamente grande, y no exageraba. Le encantaba tener todo lo necesario en su hogar para su pequeña, un lugar donde podía disfrutar sin las cámaras encima de ella. Y aunque no lo diga en voz alta ambas aman salir a la calle juntas.




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