Letras Perdidas En Esta Ciudad

Solo tú tienes el poder, disfruta.

Algunas veces por las tardes donde la mente se me iba a aquellos pensamientos que no sumaban salía a caminar al parque más cercano, tomaba mi cuaderno e iba con la finalidad de escribir todo aquello que me abrumaba en ese momento, era como dejarlo todo plasmado en letras y soltarlo para siempre, dejarlas que se pierdan entre la tina y cuando de verdad necesitaba soltar aquello que pesaba mucho las arrancaba y las dejaba por las bancas con el fin de que alguien la encuentre y le llegue un mensaje con lo escrito.  

Antes lo hacía con mayor frecuencia, pero estos últimos días después de mi salida con Morya los pensamientos y sentimientos me habían empezado a jugar en contra otra vez, sabía que necesitaba volver a mi psicólogo antes que venir a dejar tiradas historias por ahí como si alguna vez alguien les diera la importancia que merece. Antes me decía idiota, pero con el tiempo me dio igual, aquellos que llaman locos pueden ser los más cuerdos en este mundo que se hunde día a día.   

“Aquellos que no se controlan son los primeros locos en el mundo Odalys, pero no les digas eso que se alteran en su supuesto carácter fuerte” 

 Y cuánta razón tenía mi abuela ante aquello.  

Aunque los edificios no permitían la buena presencia del sol, no importaba, me senté en la banca frente al atardecer. Además, estaba cerca de la salida y por más que me guste este lugar no me atrevía a adentrarme tanto al parque sola, uno nunca sabe las maldades que aún existen en este mundo.  

“Siempre me ha dado miedo que las cosas se acaben, pierdan su brillo o se terminen. No importa que su deceso sea lento rápido simplemente me da miedo. ¿Alguna vez han tenido un libro nuevo entre sus manos?”    

Poco a poco dejé que aquello que no había dicho fluyera a travez de la pluma, no me importaba la caligrafía, el color e incluso la ortografia, simplemente escribía y ya. Como lo había hecho desde siempre.   

- ¿Te molesta si me siento aquí? Estoy un poco cansada de caminar –una señora mayor me sonreía esperando mi respuesta-.  

Me trasladé por unos instantes a la imagen de mi abuela, y no pude evitar entristecerme ante su recuerdo, cuanta falta me hacía. 

-Claro, no hay problema-. Moví mis cosas a un lado para darle espacio, al sentarse recibí un sincero “Gracias” de su parte, luego seguí con lo mío mientras pude, pero su mirada encima mía me hizo reír y prestarle atención.  

-Tienes una letra peculiar- comentó sonriente.  

-Lo sé, pero eso pasa a segundo plano cuando posee una mano que te permite escribir.  

Me sonrió-Tienes otra perspectiva de ver las cosas, niña. ¿Qué escribes? ¿Algún trabajo?  

-Gracias, y no, solo escribo para desahogarme. Es una buena terapia.  

-En mi juventud también escribía y mucho, pero poco a poco lo fui dejando.  

Sabía que había una historia detrás y no hay mejores historia o conversaciones que con aquellos que ya poseían mayores vivencias de la vida.  

- ¿Por qué? -dejé lo que tenía a un lado y le presté toda mi atención a ella.  

-A mi marido no le gustaba decía que debía enfocarme más en el hogar, ya sabes esa sociedad machista que persistía más hace años. Luego llegaron los hijos, les dediqué mi tiempo, paciencia y amor, con el pasar de los días el tiempo que tenía para mi despareció poco a poco-miró hacia el horizonte como si recordara aquellos días.  

-Lo siento- me disculpé sinceramente.  

-Yo no, lo hecho, hecho está. Ya no hay arrepentimientos, solo me queda disfrutar los pocos días que me quedan de vida mientras pueda. ¿Tú vives mientras puedes? 

Le sonreí- Lo intento y me esfuerzo, así que sí.  

-Eso es más que suficiente, mientras lo intentes y no te quedes con las ganas, ya has ganado en esta vida.  

Tenía una personalidad optimista y alegre ante la vida, actitudes que a muchos de nosotros los jóvenes nos hacía falta.  

- ¿Cómo se vive a su edad? -le pregunté y sonreí al escucharla reír como si le hubiera contado un chiste.  

-A mi edad en lo personal se la disfruta haciendo travesuras y ya no te echan la culpa a ti sino a tus enfermedades. Preocupas a los demás un rato, disfrutas, ríes y te acuestas a dormir sin saber si mañana despiertas. Ya está, el cuerpo no te permite para más-sonrió-además, dependes del resto, te cocinan, te cuidan, te miman tal cual un niño, es como si todo lo que alguna vez diste te lo devuelven. 

- ¿Se ha escapado usted de su casa señora...? 

-Mercy, me llamo Mercy. Y bueno yo no lo llamaría escape, simplemente salí por un poco de libertad y soledad.    

Reí-Pero me ha encontrado a mí y no a la soledad que ansiaba. 

-Lo sé, y no me arrepiento de quedarme aquí. La vida es así, las cosas nunca salen como las planeas.  

-Dígamelo a mi-sonreí y miré hacia al frente recordando lo que me atormenta. 

- ¿Que te preocupa niña? -cuestionó.  

- ¿Le cuento un secreto? - necesitaba soltarlo y que mejor que con un desconocido.   

-Los que quieras, igual dudo que nos volvamos a ver. Me los llevaré a la tumba.  

Reí y arranqué una hoja de mi cuaderno, me tomé el tiempo de escribir en pocas palabras todo y se lo extendí.  

-A esta edad la vista falla- me sentí inútil ante aquello.  

-Lo siento..., si desea lo leo por usted. 

-Es broma, aún leo-se burló de mí y yo me reí con ella, ya se había quedado con un pequeño trozo de mi corazón.          

 -No sé qué hacer- le fui sincera. 

Ella leyó atenta lo que escribí y me dio esa mirada que me daban los que se enteraban, lástima.  

-Mi niña, te doy un consejo. La vida es impredecible, pero tú ya tienes un destino y solo queda en tus manos elegir lo que desea para tu vida, vívela, eres joven. Solo tú tienes el poder de decidir en tu vida y que nadie te diga lo contrario, incluso aquella vocecita que te atormenta disfruta que la vida se nos va.   




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.