Sábado 21 de octubre del 2023
Pensaba ver a Morya el día de mañana, pero ese hombre iba dos pasos por delante y me había escrito para recogerme hoy día en la próxima hora para llevarme a una galería, su idea era que “alguien profesional” le diera un buen punto de vistas a esas obras.
No me consideraba una artista profesional, me falta estudio para llegar a ese título.
Elegí un vestido elegante, arreglé mi cabello, me apliqué un poco de maquillaje y antes de que el timbre sonara dejé mi departamento sin ningún desorden..
—Te luce el negro, te hace ver más serio—comenté al abrir la puerta y encontrarlo mirando su celular.
—Y a ti el rojo—Dejó el móvil a un lado, me dio un beso en la mejilla y cerró la puerta por mí extendiéndome su brazo—¿Nos vamos? Que la noche es joven y nos espera mucho arte.
—¿Me dirás de quién es la galería?
—No, es una sorpresa.
Al bajar del edificio nos subimos en su auto, era cómodo y confortable que podría dormir aquí toda la noche y no me quejaría. Olía a él, su perfume era delicioso y atractivo. Ante esto recordé los primero días donde Paula me mostraba fotos de él a cada hora "Tiene rostro de que huele a hombre dominante"
—¿Esa sonrisa es por un momento o por un recuerdo? —me preguntó aún concentrado en la carretera.
—Un recuerdo— sonreí y me giré para observarlo— Tienes dos opciones ¿Playa o montaña?
Me miró cuando el semáforo frente a nosotros se puso rojo—¿Mi respuesta influye de gran manera en algo?
Reí—Sí, en mucho. Ahora elige.
Se tomó su tiempo en pensar bien la respuesta mientras me miraba.
—Montaña—terminó eligiendo.
No pude evitar reírme ante su respuesta, no creo que haya sido la mejor opción.
—Escogiste la peor—le dije aun riéndome.
—¿Por qué? Me fascina más la montaña que la playa.
Sonreí—Pero es el peor lugar para ir a trotar.
Volvió a conducir cuando el semáforo se puso en verde.
—Me hubieras avisado eso primero y elegía la opción más fácil.
—Muy tarde, ahora iremos a la montaña.
—Que maldad—su celular empezó a sonar y se estacionó a un lado de la carretera para contestar—Mande—contestó mirándome.
Saqué mi celular y le escribí a Marco para que no se preocupara por si me iba a buscar a mi departamento y no me encontraba, no le avisé con anterioridad que iba a salir.
Marquito: "Tenemos que hablar"
Aquel mensaje era lo suficientemente claro para saber de lo que trataba.
¿Antes del viaje o después?
Marquito: Durante este.
Está bien.
Lo sabía, sabía que habían llegado.
—¿Una reunión a las nueve de la noche?—conversaba mirándome con un tono de voz ligeramente molesto— Carol no voy a ... mierda.
La chica con la que hablaba ya le había cortado la llamada, se estacionó a un lado de la carretera y me miró, ya no habría galería de arte.
—Deberías ir, puede ser importante—comenté.
—Odio cuando me arruinan los planes.
Su frustración era evidente, miraba hacia la carretera mientras se cuestionaba por dentro la decisión que deseaba tomar. Extendí mi mano hasta llegar a a suya, aquel acto lo sorpendiò y le sonreì.
—Ve a esa reunión, puede ser importante. Yo tomo un taxi de regreso.
Negó con la cabeza riendo—No pienso dejarte ir sola, yo te recogí yo debo llevarte sana y salva.
—Estaré bien.
—No Odalys, no te dejaré ir sola—acarició mi mano y luego me miró sonriendo— Pero, si deseas podrías acompañarme a la reunión, estará el elenco y unos amigos.
No creo que esa sea una buena idea, me sentiría extraña entre tanta gente famosa y ningún conocido.
—No creo que yo deba estar ahí.
—No te preocupes son buenos amigos ¿Deseas acompañarme?
Empezaba a sentir un malestar en el cuerpo, pero sabía que no era nada que no podía controlar. Además, me había arreglado y era pronto para volver a mi departamento.
—Está bien.
Vamos a socializar con el mundo un poco.
Me sonrió—Prometo recompensar lo de esta noche.
—No me debes nada Javier.
—Lo sé, pero créeme que voy a hacer otros planes para nosotros donde nadie nos moleste.
Reí y él empezó a conducir de regreso en silencio, creo que en el fondo ninguno de los quería ir a aquella reunión. Al llegar y estacionarse nos esperaba una maravillosa casa, poseía un jardín precioso en la entrada y lleno de flores de esos que ves en televisión y que parecen irreales.
—Hemos llegado.
Me baje apreciando la casa desde afuera, era de admitir que me encantaba. Tal vez en otra vida me compraría una de estas para que existan niños disfrutando de ella
—¿Bonita verdad? —preguntó mirándome.
—Mucho.
Sonrió—Claro que sí.
Nos encaminamos hacia la puerta principal esperando que alguien nos abriera, he de admitir que me ponía nerviosa conocer gente nueva y exponer mi vida ante ellos, era demostrarles un poco de lo que era, y no quería que mucha gente me conociera.
—Buenas noches, pasen—una señora de no tan avanzada edad nos abrió la puerta—todos se encuentran arriba, en la terraza—avisó.
—Muchas gracias.
Me detuve a apreciar la casa, tenía una sala inmensa, con un desnivel hacia la chimenea. Parecía de película navideña donde todos se sentaban alrededor a abrir los regalos, estaba absorta en mis pensamientos hasta que sentí como Javier se detenía detrás de mí, y acarició mi espalda al descubierto.
—Linda espalda—el vestido que cargaba poseía un escote en la parte de atrás grande y profundo pero sin verse vulgar—Lindos tatuajes.
Sentí como sus dedos tocaron uno en particular, mi favorito.
—¿Tiene historia? —preguntó.
—Sí, un poco—me giré para observarlo—algún día lo has de descubrir.
Sonrió—¿Tienes más?
Editado: 09.10.2024