Letras Perdidas En Esta Ciudad

Lo blanco de la nieve y lo oscuro de la vida

Hoy ha nevado por primera vez en invierno y no he podido resistirme a salir a dar una vuelta por la ciudad, no podría decir que es mi estación del año favorita porque me limita en muchas cosas, pero puedo destacar dos cosas, la víspera navideña y la nieve.  

Es que juntas dan una sensación de calma, tranquilidad y felicidad, que hacen que te olvides un poco de la vida real, como si la nieve se encargara de tapar todo lo malos por días y te cura un poco, lo frío también cura y muchas veces quema más que lo caliente. 

Me adentré al centro comercial en busca de la decoración navideña para mi departamento, siempre me gustaba adelantarme al decorar mi espacio, aliviaba un poco más los días y te recordaba de que vienen días buenos. 

-Marco ¿Estás en casa? - pregunté al otro lado de la línea.  

-Sí, ¿Qué ha sucedido? Ya bajo.  

Reí-No, no es nada. Tómatelo con calma.  

-Te juro que he sentido mi cuerpo desvanecerse.  

-Lo siente, no era mi intención preocuparte. Solo quería saber si quieres ayudarme a decorar mi departamento.  

Lo escuché reírse-Pero si falta mucho para navidad.  

-Ya lo sé, solo hazme feliz.  

-Está bien, ya bajo.  

Reí-Aún no estoy en casa, yo te aviso.  

-Está bien, cuídate.  

-Adiós.  

Cuando terminé las compras pasé por comida para llevar, chocolate caliente y unos croissants que nos encantaba a todos. Le había escrito a Paula para que también vaya, aún no le contaba lo de Javier y ya la extrañaba. Dijo que iba a tardar, pero llegaría que era lo importante. 

Y aunque todo marche de maravilla la mente traiciona y te trae recuerdos o pensamientos que te hacen decaer por momentos. Extrañaba a mi abuela, su risa, su voz, sus consejos. Extrañaba aquella vida donde todo marchaba bien, pero de recuerdos no se vivía tenías que sonreír y seguir, porque la vida no se acaba cuando la esperas, más bien cuando crees que estás lejos de que tu vida termine.    

Lo blanco de la nieve funcionaba para cubrir lo oscuro de la carretera, pero les daba decoración a los árboles, lo oscuro de la vida te recuerda que no todo es perfecto, pero te enseña a vivir y seguir adelante.  

Llegué al departamento, me coloqué ropa cómoda y abrigada, preparé la mesa y recibí a Marco con los brazos abiertos.  

- ¿Extrañándome? -preguntó.  

-Desde que me despierto.  

-Y eso que solo vivo arriba, imagina si estuviera en otra ciudad.  

-Créeme que me mudaría hasta allá.  

Cerré la puerta detrás de nosotros y se dirigió hasta esa habitación, me quedé en el marco de la puerta viendo como guardaba lo necesario en un cajón y evité mirarlo cuando me dio aquella mirada de reproche profesional.  

-No deberías guardarlo aquí, peor cuando enllavas la habitación. Sabes que podrías necesitarlo.  

-La puerta siempre permanece abierta y la enllavo cuando viene Paula.  

-Odalys, esto- Marco se acercó señalando la habitación-esto, forma parte de tu vida. Entiendo la negativa que le das, pero no puedes encerrarla en una habitación y fingir que nada pasa. Debes abrirte, será mejor.  

- ¿Por qué después de tantos años me dices esto sabiendo que ha sido así desde un principio? -no me dijo nada y sonreí al saber por qué-por ellos, poa Paula, Javier, por quienes me rodean ¿verdad? Les afectará cuando llegue la hora de que se enteren.  

-El apoyo de ellos podrías ser mejor para tu vida.  

-Marco, mi vida está bien mientras encierre todo aquello en esta habitación y salga a vivir todo lo que pueda, necesitas entenderlo porque yo ya lo entendí.  

-No puedo-comentó decaído.  

Le sonreí- Sí que puedes, ahora vamos a almorzar que Paula se nos une más tarde. 

Nos acomodamos en el mueble y almorzamos mientras veíamos aquel programa que tanto nos gustaba, incluso cuando aún no salían nuevos episodios los repetíamos y de muchos nos acordábamos los diálogos. 

-Creo que es mejor ponernos a decorar que estoy a nada de dormirme-comenté.  

- ¿Segura que es solo sueño? -me tocó la frente buscando algún nivel elevado de mi temperatura.  

-Estoy segura, vamos.  

Me dio una mirada de advertencia y al verse rendido ante mi seguridad empezó a abrir lo que había comprado, luces, decoraciones y adornos para el árbol.  

- ¿Recuerdas cuando decoramos mal el árbol de la abuela y tuve que quitar todo y volverlo a poner a su manera?    

Reí- Como no olvidarlo, aquella noche fue cansada. 

-Y también fue su última navidad. La extraño para estas fechas.  

Marco había amado tanto a mi abuela de la misma manera que ella lo amó, nos cuidaba a las dos y ambas le debemos la vida por siempre.  

-Yo también la extraño, sus chocolates y la cena. Qué maravilla.  

-Nunca me dio la receta de su chocolate. 

Sonreí-Yo la tengo-vi como su rostro se alumbró ante aquello-pero no te la voy a entregar es una receta familiar.    

-Vamos Oda, no puedes ser así de mala conmigo.  

Reí-Sí que puedo.  

-No puedes, te lo demostraré- tomó una rama del árbol y empezó a perseguirme con aquel, odiaba esa picadura que causaba y Marco lo sabía, por esto cada año solo él se encargaba de armar el árbol, y yo lo guiaba.    

 -Aléjame eso Marco, juro que voy a matarte-exclamaba mientras correteaba por la mi habitación y volvía a salir.  

Cuando vi a Paula en el medio de la sala no dudé en usarla como escudo ante Marco y su arma. 

- ¿Qué pasa aquí? 

-Quiere atacarme, defiéndeme- comentaba mientras inhalaba profundas bocanadas de aire para controlar a mi corazón que estaba a nada de salirse del pecho.  

-Ella comenzó.  

- ¡¿Qué?! No mientas.  

Marco le temía más a Paula que intervenir en una cirugía y eso se los podía jurar.     

-Deja en paz a Oda, ya hablé.  

Por encima de su hombro miré como se rendía y le extendía los brazos a ella en para que lo abrazara.  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.