Letras Perdidas En Esta Ciudad

Lo material pierde sentido

Sábado 9 de diciembre del 2023

Las vísperas navideñas hacían que la ciudad se moviera más, la algarabía y esa felicidad ya se sentía en el aire, y de la misma manera creaban una emoción entusiasta en las personas de que llegaran las festividades lo mas antes posible.
Pero, aunque sean fechas cargadas de euforia siempre recuerdas a los que ya no están, deseas muchas cosas como aquel niño que le escribe su carta a Santa, solo que pedimos que bajen un momento del cielo a los que amamos y nos acompañen por estos días.

Las luces alumbran de más la ciudad y siempre te guían de vuelta casa, aunque muchas veces te pierdes en las exóticas decoraciones, en la pista de hielo y en otras atracciones.

Guardé los retratos que había elaborado en aquella habitación y los aprecié con una sonrisa en el rostro. Han pasado los años y había hecho las paces con esta habitación, ya no la odiaba ni le tiraba la culpa, ya no la destrozaba ni me da pánico entrar en esta. Al contrario, le había tomado cierto aprecio porque de una u otra cosa este es el único lugar que me conoce completamente.

Tomé una hoja en blanco y empecé a escribir aquella receta de chocolate que tanto adoraba Marco, el legado tenía que continuar después de todo.

Ha pasado el tiempo y, aunque muchos no lo crean, la navidad pierde sentido cuando llegas a cierta etapa de tu vida, lo que te demuestra que ya nada lo vale a menos que sea una simple cosa, aquello que me esmeraba por conseguir todos los días y nunca lograría alcanzar. Pero sé que no todas las navidades que vendrán serán de la misma manera, hay que ir curando el presente para poder disfrutar el futuro.

Guardé aquellas hojas de papel que guardan más que pocas palabras, guardan sentimientos, moví los implementos para tenerlos más cerca de la puerta, uno nunca sabía últimamente.

Estaba por anochecer así que me dispuse a arreglar para salir con Pau y Stella, las compras navideñas no se harían solas y si existen personas más animadas por la navidad son ese par de mujeres..

El celular sonó y sonreí al visualizar aquella abreviatura.

—¿Extrañándome? —pregunté.

—Cada segundo de mi vida, no te imaginas lo agotado que me siento.

Javier estaba en aquel apogeo de estreno de película, las entrevistas lo absorbían últimamente y al mismo tiempo se encontraba grabando otro proyecto.

—Deberías tomarte un descanso cada que tengas tiempo libre, sé que es tu trabajo, pero no dejes que te consuma ¿Sí?

Aunque no lo pudiera ver sabía que sonreía—¿Ya te dije que me encantas?

—Hoy no.

—Me encantas, Odalys.

—Ya lo sé—reí—sabes, puedes venir mañana si deseas y estás libre.

—¿Es una invitación para tenerme solo?

—Sí, te voy a robar por unas horas—admití mientras guardaba en una cartera lo que llevaría por las próximas horas.

—Acepto, te veo mañana.

—No te apures en que llegue la hora de venir para acá—me burlé.

—Para nada, ya cumplí mi cometido de escuchar tu voz, voy a descansar.

—Te dejaré audios más seguido.

—Preferiría escucharte en persona, pero no me quejo.

—Descansa, mor.

La llamada culminó y salí del departamento sonriendo. El centro comercial estaba repleto debido a las festividades y era fácil encontrar a mis chicas rodeadas de unos pocos guardaespaldas que mantenían alejados a todos aquellos que deseaban acercarse de más.

Era inevitable que se dieran cuenta de mi presencia a pocos metros, los pocos reporteros se me acercaron y Gonza el guardaespaldas íntimo de Pau y amigo para las dos me sonrió desde lejos, sabía que odiaba las cámaras y me iba a dejar sufrir por unos segundos antes de empezar a acercarse hacia mí.

—Odalys ¿Cuándo tendremos nuevas obras?

Nunca.

—Odalys ¿Desde cuándo posees una relación con Javier Morya?

Dos meses y unos cuantos días.

Mi gran amigo quien parecía no quererme me rescató de aquel momento y me adentró al círculo seguro.

—Te odio, juro que te odio.

—Es para que te adaptes. Y no mientas Oda, sabes que me adoras—me abrió los brazos para que le diera un abrazo.

Gonzalo solo era cuatro años mayor, por esto la gran confianza que nos tenemos, somos buenos amigos. Al principio el marido de Paula poseía celos hacía él, pero entendió que Paula y él no tenían nada más que una gran amistad, y lo entendió, además cuidaba de las mujeres de su vida. Ahora incluso se llevan de maravilla, quien lo diría.

—¡Oda!

—Muñeca linda ¿Cómo estás?

Sus pequeños brazos me rodearon cuando lo tome en los míos.

—Ben, cocholate—me mostró su dulce en la mano.

Reí—Rico, vamos a saludar a tu mami.

Paula me abrazó como si nunca me hubiera visto, llevamos algunas semanas sin hablar.

—Te he extrañado mujer, ahora que tienes un sexy novio y famoso me has empezado a olvidar.

—No seas dramática Pau, sabes que te amo.

—Y yo a ti, que linda es la navidad. Me llena de mucha emoción.

Nos levantamos y empezamos a entrar a tienda por tienda. El propósito del día era comprar los regalos para todos, pero ambas sabíamos que íbamos a terminar comprando más cosas para nosotras que para el resto.

—¿Crees que le quede a Marco? —me mostró un conjunto navideño con un estampado de Santa Claus sexi.

No pude evitar reírme ante la idea de Marco con eso encima.

—Sí le queda, es de su talla. Hay que obligarlo a vestirse así en la cena.

—Mani.

Stella se llevó obligada a su mamá hacia algún lado y me quedé en el pasillo buscándole algo para regalarle a Marco, al final me decidí por unas camisas, le lucía cada que se ponía una y les encantaban usarlas para sus congresos.

Entré en un dilema al no saber que regalarle a Javier, seguramente lo tenía todo y si no podría comprárselo. Evité estresarme y me moví por la tienda a la sección de mujeres, encontré unos zapatos que le encantarían a Paula y un pijama de la princesa favorita de Stella, me apuré a pagarlos antes de que los vieran, además tenía otras cosas en mente para darles.




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