Letras Perdidas En Esta Ciudad

Ángeles en el cielo y en la tierra

Lunes 18 de diciembre del 2024

El timbre de esta tarde sonó y me apresuré a abrirle la puerta, me regaló una sonrisa y me abrazó adentrándonos al departamento.

—Aunque Paula me explicó de las semanas en las que te desapareces, no pude evitar preocuparme por ti.

Le sonreí—Soy impredecible, pero no deberías preocuparte.

—Es imposible no preocuparme.

Ha sido una semana de muchas emociones y sucesos, sin comunicación, él preocupado y yo relajada, buscando una calma en mi mente y cuerpo. Además, viajar con Marco es asegurar más risas de las de siempre. Esta semana me comuniqué solo con una persona externamente, la misma que estuvo a nada de quedarse todos estos días conmigo según para “alegrar mi vida como lo ha hecho desde que llegó a esta”

—Me he unido al juego de adivinar el lugar donde vas de Paula—comentó mientras se adentraba al departamento.

Reí—No puede ser, ahora van a conspirar juntos.

—Apuesto mil dólares a que viajas al Polo Norte.

Una carcajada se escapó de mi ante esa idea—¿Polo Norte? ¿Es en serio? Ahora mi cuenta bancaria ansía ese dinero.

—Ni a mí me resta ni a ti te suma, pero, sin ánimos de ofender siempre regresas con poco color en tu rostro.

Ya lo sabía, y al igual que él Paula también trataba de ignorar ese aspecto. Se que en el fondo más que un juego para ella es una preocupación e incertidumbre que posee desde hace años.

—Buena hipótesis, lugar incorrecto.

—Dime que al menos me acerqué.

Reí—Al contrario, te alejaste.

Su risa me hizo sonreír, lo había extrañado a pesar de todo.

—Antes de irme fui a hacer una compras y te he comprado algo—lo tomé del brazo y nos adentramos a mi habitación, busqué en mi escritorio aquel libro que me había encantado justo para él.

—Maneras de quitarte el estrés por el trabajo, te encantará.

Al girarme lo encontré mirándome con una admiración tan inmensa que me sentí diminuta en estas cuatro paredes, lo único que hice fue sonreír tímidamente ante aquello

—¿Qué sucede? —pregunté.

—No sabes cuanto me encanta cada que lo miro, me fascina.

La verdad no pensé que se iba a dar cuenta del techo la primera vez que entró a mi habitación, peor aún que se fijara el pequeño fragmento pintado que representa al cuadro que tiene en su departamento, este diseño era mucho más grande y con algunas modificaciones, el cuadro de él solo era un fragmento de este, uno muy pequeño que lo simboliza todo.

—No sabes cuánto me costó y los dolores que tuve que soportar para obtener este resultado.

—Eres una gran artista, Odalys. Mi favorita para ser sincero.

—Dices eso porque soy tu novia.

—Digo eso desde que te conocí, y ahora lo reafirmo.

Le extendí el libro sonriendo y empezó a ojear las primeras páginas, me reí al observar cómo una sonrisa divertida se plasmaba en su rostro.

—Admito que pensé que iba a ser más psicológico.

—Cantar algo bobo, en voz alta te hará reírte de ti mismo y olvidarte por un momento tu alrededor—leí una de las recomendaciones.

—Creo que empezaré a poner en práctica muchos de estos.

Se movió por mi habitación prestándole atención a cada uno de los detalles que podría encontrar, le fascinaba mi habitación según él “expone lo que le escondo al mundo”. Era mi closet extravagante, las paredes blancas, el techo con toda una obra de arte, el atrapasueños encima de la cabecera de mi cama, la torre Eiffel en la esquina, el televisor sin usar, las fotos, los dibujos y los instrumentos que había aprendido a tocar.

Mi habitación me representaba totalmente, hasta aquello que ocultaba de los demás se escondía entre las esquinas de este cuarto. Era yo misma en objetos, en música y en arte. Era todos esos libros en la estantería que alguna vez recorrí una por una sus páginas.

—No es para nada tu estilo—mencioné.

—Aquel estilo minimalista que me encanta no se compara con esto, es único—se recostó en mi cama flexionando sus brazos para usarlos como almohada—Podría quedarme a dormir aquí y sentiría que esos mismos ángeles me arrullarían un cántico para hacerme dormir.

—A veces dan miedo, toman vida y se mueven.

Se burló de aquello—Si tomaran vida, no creo que den miedo.

Me recosté a su lado apreciando el techo.

—Mira a ese—señalé a aquel ángel que emprendía su vuelo hacia el cielo—ese podría ser yo, ahora te toca, elije uno.

—Déjame pensar—pasaron pocos segundos cuando sonrió y señaló aquel que se encontraba apoyado en una nube observando al que ascendía—soy yo, apreciándote.

—Admito que cuando empecé a conocerte y a indagar por redes no pensé que ibas a ser así de romántico.

—Mi reputación de chico malo por mis protagónico es horrible.

—Y el de mujeriego también.

Sonrió—Sin duda alguna.

Reí volviendo a mirar mi techo y perderme en los detalles.

—Creo firmemente que existen ángeles aquí en la tierra, así como en el cielo.

—Totalmente de acuerdo, tú eres uno de aquellos que se encuentran en la tierra.

—Y algún día todos nos convertiremos en ángeles de cielo.

—Yo prefiero ser uno de techo.

Lo miré y reí ante aquello no podíamos tener una conversación tranquila sin que uno de sus comentarios me haga reír.

—También sería una muy buena opción—me levanté buscando el control del televisor y se lo aventé—Resulta que deseo ver aquella nueva película que te ha tenido estresado.

—Ni yo he tenido tiempo de verla, me parece una buena idea.

—¿Es en serio? ¿No has visto ni el tráiler?

—El tráiler sí, pero no la película, incluso no tuve la oportunidad de verlo ni en la premiere, Carla y yo hemos estado con una agenda terrible con esto del protagónico.

—¿Mas estrés a tu vida?

—Totalmente, pero dormir abrazado a ti me va a recomponer totalmente.

Me senté a horcajadas de él y reí ante aquello—Primero la película, luego duermes. No puedo creer que no te agraden las películas, peor cuando las haces.




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