Letras Perdidas En Esta Ciudad

Más de lo que pedí

Pasando las fiestas, los días vuelven a la normalidad con cierta ilusión en el ambiente, esas ganas de empezar de cero que contagia todo el mundo en enero.

Marco regresó el día de ayer y se propuso pasar hoy día a mi lado como si fuera nuestra fiesta de año nuevo, a pesar de que habían pasado ya tres días del nuevo año, se ha ingeniado para pedir permiso en el hospital estos días próximos ya que desea “Compartir con el no amor de su vida”

- ¿Entonces llegando a los treinta prefieres juegos de mesa que ir a fiestas? -me burlé de todos los juegos que había traído e invadían mi mesa.

-No entras ni a los veinte Oda, y eres más aburrida. No eres nadie para juzgarme.

Me tiré al piso de la sala fingiendo que sus palabras me habían herido. Era con el único con quien podría portarme infantil sin ser juzgada, y él haciéndome feliz me seguía en todos mis juegos haciendo que ahora termine con todos los cojines atacándome.

Entre risas me levantó quedando, guindando de él cual niño pequeño y me tiró al sofá haciéndome reír.

-Mira-mostré una caja de cartón sin forma alguna-para acompañarte he creado un juego, ya sabes, ser original me hace asombrosa.

Le extendí el juego y se burló de este-No tienes nada que hacer en tu tiempo libre ¿Verdad?

-No, pero este lo jugaremos después. Necesito ganarte en ese ajedrez como lo he hecho en años.

-Ni lo sueñes, he estado entrenando estos últimos días.

Empezamos a colocar las piezas en el tablero y acomodé a un lado las galletas que me había traido gracias a la estupenda madre que él tenía, tengo que visitarla uno de estos días para agradecerle en persona.

-Estoy tan seguro de que voy a ganarte, que deseo apostar algo el día de hoy.

Reí-¿Estás seguro?

-Totalmente, piensa en algo por si ganas.

Analicé todas las opciones que poseía terminé eligiendo la menos malvada-Si yo gano, debes adelantar tu cumpleaños con una fiesta a lo grande y el día que sea tu cumpleaños deberás contestarles a todos que no es tu cumpleaños y que están locos.

Su carcajada resonó en la habitación y me reí junto a él-Es lo peor que he escuchado, pero está bien, lo acepto-comentó-pero, teniendo en cuenta que tu cumpleaños está más cerca, y como voy a ganar tú deberás hacer lo mismo si pierdes.

Claro, faltaba medio año para su cumpleaños, mientras que para el mío poca más de un mes.

-Está bien.

Nos dimos un apretón de manos tal como lo jugadores profesionales y ambos sin ganas de perder empezamos a pensar desde el primer y último movimiento. Con los minutos y risas nerviosas por ambas partes empecé a ver que había mejorado bastante en el juego haciendo que empezara a asustarme.

Cuando las piezas eran menos y los jaques más seguidos dejé de reír, esto se me estaba complicando solo por el simple hecho de confiarme. Y cuando menos lo esperé un mal movimiento por mi parte me hizo perder el juego dejándome con la boca abierta mientras celebraba por todo mi departamento.

Había perdido ante él, por primera vez en mi vida y lo celebraba como nunca.

-Eso ha sido trampa seguramente, no me he dado cuenta.

-No seas orgullosa y admite que perdiste de una manera limpia.

-Nunca.

Me tomó del tobillo y haciéndome reír me arrastró por mi departamento hasta la habitación y mientras me moría de la risa rebuscó entre los cajones y me extendió la medicina que me tocaba, ni yo me había fijado en la hora.

-Debería vivir contigo-comentó.

-Ya sé que me amas y no puedes vivir lejos de mí, admítelo.

-Me has descubierto-me guiñó un ojo y me arrastró devuelta a la sala.

- ¿Jugamos otra? -preguntó con ganas de fastidiarme.

-Cambiemos de juego, mejor.

Odiaba perder y él lo sabía, se aprovecharía de mí por el resto de mi vida con su victoria.

El jenga era uno de los juegos donde en vez de preocuparnos de que se caiga la torre por cuenta propia era estar atento a que e otro no la tumbe a propósito. Lo que más compartía con Marco era ese espíritu competitivo.

Claro, que luego de varias rondas terminé ganándole de una manera limpia.

Descansamos para el almuerzo y mientras él lavaba los platos me entretuve revisando las redes, no les dedicaba tiempo por muchas razones y cuando lo hacía salía decepcionada. Pero fue lo de menos cuando entre comentarios y mensajes me pedían obras nuevas.

No creo que habría obras nuevas hasta en algunos meses, tengo algunas ideas, pero no ganas de ejecutarlas. No me he obligado a hacer arte por muchos años, solo dejo que las cosas fluyan. Y estos meses nada fluye como debe de hacerlo.

Marcó se acostó a mi lado en el diminuto mueble con ganas de fastidiarme y me empezó a mostrar ideas para la temática de mi cumpleaños.

-Opino que una fiesta de unicornio sería asombrosa.

Reí-No tengo nada en contra de los unicornios, pero si me haces una fiesta con temática no entre a mi departamento ese día.

-¿Por qué eres así de aburrida?-murmuró-¿Este sábado estaría bien?

La sorpresa en mi rostro lo hizo reírse.

¿Este sábado? Estaba loco, totalmente

- ¿No es muy pronto?

-Nunca especificamos fecha, así que como yo gané digo que este sábado sea tu no cumpleaños.

-Acepto, solo si te encargas de todo.

-Te aprovechas de este humilde servidor.

Lo tiré del mueble haciéndolo caer y me acomodé sin darle lugar-Y luego el inmaduro soy yo, Odalys.

-Deja de quejarte, Marco.

Me tomó del brazo y me arrastró junto a él al piso y riendo me abrazó- ¿El sábado será?

-Solo si te encargas de arreglar todo.

Aceptó gustoso y empezó a crear las invitaciones sin unicornios gracias a mis súplicas y ruegos.

Todo ese día la pasamos jugando donde salí victoriosa en todos los juegos, incluso en el mío. Esto fue divertido porque se la pasó quejándose de que era injusta mi victoria porque yo había elaborado el juego.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.