Adiós casita blanca,
adiós mi dulce tierra,
colocada en la sierra
cual copo de algodón;
en el alero pobre,
la inquieta golondrina
tal vez alegre trina
su plácida canción.
Tal vez por la vereda
del empinado monte,
alegre va el sinsonte
cansado de cantar,
en el tupido mango
el turpial en la rama
tal vez aún proclama
las dichas de su hogar.
Y yo tan triste y solo,
voy por mi cruz cargado
llevando del pasado
la herencia que quedó;
llevando la memoria
de mi blanca casita
y de mi madrecita
que triste se murió.
Tal vez por la vereda
del empinado monte,
alegre va el sinsonte
cansado de cantar,
en el tupido mango
el turpial en la rama
tal vez aún proclama
las dichas de su hogar.
Letra: Tomás Villarraga
Música: Carlos Vieco Ortiz
Ritmo: Pasillo.