Let's Play

2

Si puedes hacerlo, entonces, ¿por qué no hacerlo?

 

— ¡Mi bonito apartamento! —Sollozó Kendall al salir de su habitación.

Resoplé.

— Kendall, ¿es en serio? —Reñí, sin poder creérmelo.

¿De todas las cosas en las que se tenía que fijar, tuvo que ser exactamente esa?

Me senté en el sofá viendo a los dos cuerpos sin vida. Kendall se sentó al frente de mí tal y como estábamos hace unos momentos para fulminarme con su mirada.

— Perdón por llorar por mi apartamento, señorita rica —gruñó ella. Solté una carcajada.

— Amiga, el departamento lo compré yo —recordé.

Me miró con odio, desvió su vista a los cuerpos sin vida y se estremeció.

— Llevaba tiempo sin ver uno tan cerca —murmuró sin apartar sus ojos de los cuerpos.

Kendall estuvo metida también en el asunto de las drogas por un tiempo, pero no pudo soportarlo. Por más que ella odie admitirlo, es débil para las grandes acciones que conllevan estos asuntos.

— Deja de mirarlos —regañé. Ella volvió a mirarme—. Te mudarás conmigo a Miami en cuanto me ponga en contacto con Harrison —Kendall arrugó su nariz.

— No me gusta estar mudándome cada tres meses, Ross —se quejó.

Le di mi mejor mirada de disculpas.

— Lo sé y lo siento Kends, pero es por tu bien y seguridad.

Mi amiga suspiró y asintió. Ella lo entendía. Gracias a Dios que lo entendía. En eso, el teléfono desechable empezó a sonar en el bolsillo trasero de mi pantalón. Lo saqué de ahí, pulsé el botón para contestar y lo puse en mi oreja.

— ¿Está listo? —Preguntó la voz carrasposa de Harrison.

Sonreí.

— Necesito una limpieza en el apartamento de Kendall en las afueras de Liverpool —contesté.

Oí un jadeo sordo en la línea.

— ¿Tan lejos llegaste a ir?

— Era eso o volver a Ucrania.

Silencio. Él sabía que no era conveniente estar de vuelta en mi país.

— De acuerdo. Tienes exactamente cincuenta segundos y contando para salir de ahí con Kendall y bajar a recepción. Mitchell las estará esperando —y colgó.

Suspiré. Hora de irnos.

— ¿A dónde? —Gimió Kendall, levantándose del sofá junto con un bolso negro.

Le di una sonrisa.

— A casa —contesté.

 

♦♦♦♦♦

 

Enero, 18.

6:19AM.

Hace dos horas habíamos llegado a Miami. Un vuelo de un día con más de diez horas nos dejó a ambas completamente exhaustas por lo cual ambas caímos en un sueño profundo en mi cama luego de que cada una tomara un baño. Antes de despertarme, sentí ligeros golpes en mi brazo, luego, abrí mis ojos y estaba en mi cara mi celular y la mirada de muerte de mi mejor amiga.

— ¿Quién es? —Le pregunté a Kendall.

— Harrison —respondió, tajante.

Me espabilé. Tomé el celular y lo ubiqué en mi oreja viendo como Kendall se lanzaba de vuelta a la cama y volvía a dormir.

— ¿Qué pasa? —Hablé.

Antes de llegar a casa, en el aeropuerto de su jet privado, Mitchell me había pedido el informe de los tipos quiénes me perseguían. Ellos no tenían nada que ver con Harrison. Eran más bien unos tipos que Harrison quería que yo matara porque estaban entrometiendo en una de las acciones de un magnate de Estados Unidos. Ya lo habían intentado detener antes, pero no pudo hacer mucho. Llamaron a Harrison, él me llamó a mí y solo me dio la misión de averiguar en nombre para quiénes ellos trabajan.

Pan comido, jefe.

— Ve a tu puerta y quita el paquete de la entrada —ordenó él.

— Listo —comuniqué.

— Esa es tu próxima misión —dijo, y colgó.

Suspirando, entré de nuevo a mi casa y cerré la puerta de un portazo. Con el paquete marrón sin abrir en mis manos me senté en el taburete de la barra de la cocina y lo abrí. Saqué lo que estaba adentro. Teléfono desechable, certificado falso, identidad falsa... Fruncí el ceño cuando vi un horario universitario brillando en mi cara. ¿Iba a ir a la universidad y no lo sabía?

Sacudí mi cabeza y tomé el documento importante. Mi misión. Abrí los ojos como platos cuando leí el papel.

 

Nombre completo. Zacharias Daniel Anderson.

Edad. 24.

Círculo íntimo.

▪ Daniel Anderson. Padre del individuo. 45 años. Dueño de Anderson's A.S. Con antecedentes penales.

▪ Lindsay Anderson. Madre del individuo. 42 años. Ama de casa. Sin antecedentes penales.

▪ Drake Anderson. Hermano del individuo. 26 años. Estudiante universitario. Sin antecedentes penales.

▪ Kira Anderson. Hermana del individuo. 21 años. Estudiante universitaria. Sin antecedentes penales.

▪ Jessamine Anderson. Hermana del individuo. 19 años. Estudiante universitaria. Sin antecedentes penales.

▪ Lainey Anderson. Hermana del individuo. 18 años. Estudiante universitaria. Sin antecedentes penales.

Misión. Infiltrarte en St. Hools universidad de Miami para mantener una relación amistosa con Zacharias Anderson. Más conveniente si es con todo el clan Anderson.

Mantener una visión fija en Zacharias Anderson quién es perseguido por Nikolay Nóvikov y Alexey Gólubev los cuales son las cabezas de los cárteles más grandes de Rusia y parte de Estados Unidos.

 

No, no, y por Dios, jodidamente no. ¿En qué demonios estaba pensado Harrison? ¿Yo tenía que hacer de niñera? ¿Era en serio? ¡No! Me negaba hacer esa misión. Por mí que mi padre y Alexey mataran al adolescente. Yo me negaba a entrar en esa maldita disputa.

Has estado en esa disputa desde que aceptaste el trato de tu padre, Bells.

Inhalé y exhalé contando hasta diez lentamente. Iba a matar a Harrison. Tomé mi celular y marqué su número.



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En el texto hay: apuestas, acción , mafiarusa

Editado: 07.11.2020

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